2. Alan!

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Yei me trae a casa en su auto después de la escuela ya que está lloviendo muy fuerte y de seguro me hubiera empapado antes de llegar. Me despedí de él en la puerta y entro. Me cambio de ropa y me hago una taza de chocolate caliente para alejar el frío.

Mi casa es antigua y algo grande para solo dos personas. Tiene una sala espaciosa, una cocina enorme ya que a mí mamá le encanta cocinar (cuando tiene tiempo), una habitación donde yo solía practicar la danza y dónde también hay algunos aparatos de hacer ejercicios que eran de mi papá. Hace mucho que no entro ahí. En el segundo piso hay cuatro habitaciones, la de mis padres, la de mi hermana, una habitación de huéspedes, y al final del pasillo la mía, que tiene las mejores vistas del bosque. Cada habitación tiene su baño, y sí, sé que parece una mansión, y en realidad lo es.

«Ojos grises, pelo desordenado, piel pálida».

Me quedé dormida en un abrir y cerrar de ojos, y lo único que vino a mi cabeza fue el chico nuevo. No entiendo por qué tengo esta sensación de que lo conozco de antes. Es muy raro.

—Llegué. —Me despierto cuando escucho la voz de mi madre.

—¿Por qué tan temprano? —pregunto.

—Cariño, si mamá cierra este negocio, puedes estar segura de que voy a llegar temprano todos los días. Esta era la oportunidad que estaba esperando —menciona algo emocionada mientras se sirve una copa de vino.

—¿En serio? Eso es fabuloso mamá, me alegro mucho. —La felicito y la abrazo.

—Mañana por la noche vendrán a cenar y ahí cerraremos el contrato.



(...)


Un día nuevo, la misma rutina. Me levanto y me coloco en la ventana, me quedo varios minutos observando el bosque como si estuviera atada a él, como si tuviera esa necesidad. Algo dentro de mí me obligaba a mirarlo como si estuviera desifrando algo.

Luego entro al baño y me preparo como todos los días antes de bajar a la cocina.

—Cariño, desayuna rápido para llevarte al colegio.

—¿Me llevarás? —Voy tomando el vaso de limonada y el sándwich que me tenía preparado.

—Sí hoy tengo tiempo. No tengo ninguna reunión hasta después de almuerzo.

—Estupendo.



(...)

—La literatura es...

—Disculpe señor, ¿puedo pasar? —Veo como un chico de cabellos castaños y su hermana interrumpen a el señor Grundi.

—Sí, jóvenes.

Solo quedan dos asientos libres en toda la clase y uno de ellos está justo al lado mío, hasta que veo al chico caminando tranquilamente hacia él.

El señor Grundi sigue con su clase, pero yo no logro concentrarme, el chico que está a mi lado no me deja. No comprendo por qué me intriga tanto, yo no soy así pero con él es algo diferente. Desde que lo miré a los ojos en la cafetería es como si estuviera atada a él. Lo miro por el rabillo del ojo y veo que está atendiendo al pizarrón y copiando con una caligrafía perfecta. El chico tapa la libreta con su brazo impidiendo mi visibilidad, no sé cómo se dio cuenta porque no ha dejado de mirar hacia delante, quizás lo hizo por impulso. Decido concentrarme en la clase, pero se me hace una misión imposible. Las dos horas de clase a su lado son una tortura y lo peor es que no entiendo nada de lo que Grundi explica.

—¿Como te llamas? —Es una voz ronca, pero dulce al mismo tiempo.

Yo escojo no responder ya prefiero no interactuar con nadie.

—Me llamo Alan.

—Heli... Helizabet —tartamudeo un poco ya que me cuesta hablar con las personas pero lo peor es que me pongo nerviosa con solo escucharlo.

—Que nombre tan bonito —dice mientras me da una sonrisa.

Recojo mis cosas sin mirarlo o responderle, solo le doy la espalda y comienzo a caminar hasta alejarme de él.

«Alan... Weters».

Su nombre me atormenta, desde que me dirigió la palabra no puedo pensar en otra cosa. Y, ¿para qué hablar de sus ojos? Son tan oscuros, intrigantes y preciosos que no dejan de venir a mi mente una y otra vez.

—Lizi cariño, ven aquí un momento —me llama mamá y bajo las escaleras a toda prisa—. Si mamá, ¿qué pasa?

—Hoy viene a cenar la familia con la que voy a cerrar el negocio. Es un contrato millonario, no puedo perder esta oportunidad —dice mientras se pone el delantal.

—Es una una muy buena noticia.

—Exacto, y espero que todo salga bien. Por favor, ponte un lindo vestido y trátalos con mucha amabilidad, como la Helizabet de antes.

Ese comentario me dolió, porque ya estoy haciendo un gran esfuerzo para mejorar, para no ser tanto la chica rara, pero no es tan fácil como cambiarse de ropa. Pero lo intentaré por ella, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que esta noche salga como ella espera.




(...)

Suena el timbre y bajo a recibir a los invitados ya que mi madre está terminando de poner la mesa y dándole los últimos detalles a la cena, que huele exquisita.

Mi vestido de color rosa y de mangas largas revolotea con mis pasos, la cinta del mismo color en mi cabello suelto y los tacones no tan altos conforman un conjunto elegante.

—Buenas noches —saludo con una sonrisa fingida mientras abro la puerta.

—Buenas noches. Que señorita tan hermosa —dice la mujer de pelo negro y ojos azules.

—Adelante por favor. No se queden en la puerta —digo.

—Con gusto —dice el hombre de cabello castaño oscuro y ojos verdes.

—Disculpen la tardanza —dice mi madre.

—No hay problema Doris, nuestros hijos también llegarán un poco tarde.

Pasamos a la sala donde mi madre y los invitados instalan un tema de conversación donde yo no pinto nada. La señora de ojos azules habla y comenta acerca de su hija, menciona que va a la misma escuela que yo y me pregunta si la conozco. Respondo que no.

—Se llama Emma.

—Lo siento, aún no la conozco, no me suena su nombre.

—Bueno, pronto la conocerás, ya deben estar por llegar.

—¿Deben?

—Sí, mis hijos, son dos.

En ese momento, como cosa del destino, suena el timbre. Me levanto y voy a abrir, cuando lo hago mis ojos no pueden creer lo que ven. Solo un nombre salió de mis labios.

—Alan...




Espero que les guste el capítulo, si es así dejenmelo saber en sus comentarios ☺️, no saben cuánto pueden alegrarle la vida al escritor con tan sólo unas palabritas 💕🥰

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Alan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora