A veces uno debe hacer cosas que no quiere por otra persona, yo jamás pensé que ese sería mi caso pero allí estaba, haciendo una cola enorme en un popular restaurante francés de la ciudad solo para poder llevarle la cena a Horacio, siempre que estaba triste la comía así que supuse que era la mejor opción para esta noche.
Tras una larga hora aparqué mi deportivo, como lo había extrañado, y subí en el ascensor. Justo en ese momento recordé que no sabía el número de la casa de Horacio por lo que maniobrando con las bolsas lo llamé por teléfono.
—¿Volkov? —Escuché su voz al otro lado de la línea, hablaba muy bajito y se le notaba el cansancio por su tono, además de sonar algo ronco.
—No sé el número de tu casa, traigo la cena —respondí con total normalidad ya que para mí era una costumbre cenar con él después de meses de convivencia.
Se quedó unos segundos en silencio y me dio su número aún no muy convencido. Subí ahora al ascensor y marqué la planta, busqué la puerta correspondiente y llamé al timbre pero nadie abría por lo que repetí el proceso dos veces más hasta que por fin la puerta se abrió.
Un acelerado Horacio apareció ante mí, llevaba una sudadera y un chándal cómodo pero colorido, como siempre solía vestir en aquella época.
—Perdón, estaba recogiendo un poco —dijo haciéndose a un lado, lo miré alzando una ceja un poco confundido.
—Te dije que vendría —contesté entrando en la casa.
—Y yo no te creí... —susurró cerrando la puerta.
Dejé las bolsas en la encimera de la cocina y esperé que estuviera a mi lado para abrirlas y que viera su contenido, lo miré de reojo, tenía los ojos rojos y parecía estar extremadamente cansado, había sido un día duro para él.
—¿Qué es? —preguntó curioso mientras sacaba los recipientes de plástico y cartón.
—Comida francesa, gratin no se qué y macarones de esos de postre.
—¿Gratin dauphinois* y macarons? —preguntó con ilusión en la voz.
—Eso, justo eso —respondí abriendo uno de los dos recipientes de plástico.
—Dios, ¿cómo has sabido que me encanta la comida francesa? —Me encogí de hombros, él fue a por los platos y todo lo necesario para poner la mesa y comer lo que había traído.
—Es un secreto —dije llevando los envases hasta la mesa.
—Solo tengo agua y coca-cola, espero que no te importe. —Negué con la cabeza y él me sonrió, parecía estar de mejor humor ahora.
Nos sentamos en la mesa cada uno con una lata de coca-cola y disfrutamos de la cena hablando de cosas triviales, como si el tema de Torrente fuera tabú, uno por dolor y el otro porque ya todo eso lo había sufrido hacía mucho tiempo y no importaba, como era mi caso.
—Estás muy raro, Volkov —dijo Horacio mientras comíamos los macarons de diferentes sabores, estaban muy ricos.
—¿Por qué lo dices? —Mordí uno rosa y cerré los ojos disfrutando del sabor, cuando los abrí me miraba como si estuviera loco.
—¿Lo dices en serio? —Asentí y empezó a reír—. Bueno, hace unos días me rechazaste y hoy has ido a por mí, me has abrazado, me has traído a casa y me traes la cena, además has empezado a tutearme, ¿te parece poco?
Debía admitir que tenía razón y que la única explicación que tenía para eso era la locura que había vivido al volver al pasado de repente.
Tendría que explicar la situación tarde o temprano, había notado como Conway me miraba de forma extraña mientras ayudaba en la búsqueda de Torrente.
—Mañana hablamos de eso, ¿vale? Por ahora vamos a terminar esto y vamos a ver videos de gatitos, que no tengo sueño ni ganas de ir a mi departamento —mentí, era cierto que no me quería ir pero simplemente porque no quería dejarlo solo en una noche como esa.
—Pareces un acosador sabiendo que amo la comida francesa y los videos de gatitos —dijo divertido.
—Quien sabe, a lo mejor lo soy —respondí y ambos nos reímos.
Entre los dos recogimos la mesa y tiramos los envases vacíos a la basura, luego nos sentamos en el sofá a ver videos divertidos.
—Oye, Volkov —dijo Horacio después de un rato en silencio viendo los videos donde solo se escuchan nuestras risas, lo miré—. Gracias, por todo, llevo toda la tarde en la mierda y tenerte aquí me hace sentir mejor...
—Horacio. —Suspiré—. Tú no podías hacer nada, eres un héroe pero aún sigues siendo un alumno y hay cosas que no puedes hacer, aún, como en este caso.
Lo miré y sus ojos volvían a estar cristalinos, llenos de lagrimas. Me levanté y me senté a su lado, lo más cerca posible de él para rodearlo con mis brazos, correspondió al instante y siguió llorando en mi pecho mientras yo acariciaba su espalda buscando calmarlo.
Aquella noche no dormimos y lo que poco que lo hicimos las pesadillas de Horacio nos despertaron, pasamos la noche sentados en ese sofá viendo videos de gatitos y luchando contra las pesadillas que lo atormentaban cada vez que cerraba los ojos y aun así, aún con todo, disfruté de tenerlo a mi lado después de haber sentido ese horrible miedo a perderlo.
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*Gratin dauphinois es un plato típico francés, tiene patatas, queso y nata, además puede llevar setas.
Los macarons supongo que es conocido por todo el mundo pero por si acaso aquí os dejo una foto de lo que son.
Hola de nuevo 👋≧◉ᴥ◉≦ el capítulo ha sido un poco más corto esta vez pero creo que ha sido bastante tierno, Volkov simp, mi Volkov favorito.
Ya estoy escribiendo el capítulo 4 y será más larguito que este, más o menos como el resto ❤(っ^▿^)
Espero que os guste este a pesar de ser más cortito y aviso de que esta actu es especial y no se si subiré el capítulo 4 la semana que viene o tendréis que esperar un poquito más, todo depende de mis clases (╥︣﹏᷅╥)
En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨
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Back to you ~Volkacio~
FanfictionLos payasos habían secuestrado a Horacio y Volkov solo tenía una oportunidad para salvarlo pero ¿cómo hacerlo cuando para Horacio que él viviera era más importante que su propia vida? Volkov despierta sobresaltado en un sitio familiar pero lejano en...