Capítulo 34

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一La máscara la escogéis vosotros 一dijo Gringo mientras nos ayudaba a que escogiéramos la ropa correcta para el atraco, nos habíamos decantado por un banco y todo estaba listo, solo faltaba que Horacio y yo nos vistiéramos.

Llegamos al banco en un vehículo deportivo de último modelo que sin duda era robado y aparcamos en la puerta del banco, dentro la gente hablaba o esperaba su turno para hacer sus cosas, miré a Horacio y él asintió, luego ambos miramos hacía atrás y nos bajamos con Gringo, en cuanto entramos todo se llenó de ruido, todos sabían lo que iba a pasar ahora.

一¡Todos al puto suelo! 一gritó Horacio一. ¡De rodillas, aquí! 一dijo señalando con su arma el lugar exacto donde debían estar, suficientemente cerca de la puerta para que los pudieran ver los policías pero no tanto como para que pudieran escapar.

一Nada de juegos ni de héroes, sois de aquí o vivís aquí así que no será vuestro primera vez, ni la última 一hablé yo apuntándolos con el arma mientras ellos se posicionaban en el suelo de rodillas一, no queremos matar a nadie, hacemos lo nuestro y os vais, ¿entendido?

La gente normalmente cuando es rehén suele ponerse nerviosa, tener miedo, aquí era diferente, la gente se lo tomaba con calma, ser rehén en Los Santos era realmente como ir a comprar, algo que podía pasar casi a diario, simplemente te usaban para negociar con la policía y luego te dejaban libre sin más.

一¡Voy atrás, seguid el plan! 一ordenó Gringo que era quien mandaba en el robo y Horacio y yo asentimos, sabiendo que él iba a robar todo lo que pudiera de la caja fuerte y nosotros nos teníamos que encargar de la negociación y de mantener a los rehenes.

Me acerca a Horacio y rodeé su cintura con mi brazo mientras con el otro agarraba el arma, llevábamos la misma máscara los dos, era la que Horacio usaba en el FBI en mi tiempo, esa que tenía una calavera dibujada, la había escogido por eso, él se había puesto una gorra y yo llevaba mi cabello al natural, realmente Horacio tenía un peinado demasiado característico como para dejarlo hacer algo así sin cubrirlo.

一¿Nervioso? 一pregunté mientras lo acercaba a mi cuerpo y él soltó una pequeña risita, sin dejar de mirar a los rehenes.

一Para nada, será pan comido 一dijo él y realmente no sonaba para nada nervioso, él había llegado a la ciudad y había hecho algún que otro robo, me preguntaba cuántas veces había estado a este lado a lo largo de su vida, antes de conocerlo.

一¿Sois pareja? 一preguntó una chica, la miré, era joven, debía tener como mucho veinticinco años, llevaba un vestido y el cabello teñido de rosa, además de tenerlo recogido en dos trenzas.

一Sí, lo somos, por cierto, me flipa tu pelo, ¿dónde te lo has teñido? 一preguntó Horacio y yo lo solté, negando con la cabeza.

El poder hablar así con un rehén solo debía ser posible en Los Santos, cuando Conway llegó con sus hombres Horacio estaba hablando con esa chica y una mujer de unos cuarenta años sobre la peluquería donde la chica se había teñido el cabello, porque justo era a la que iba la señora a hacerse las mechas rubias.

Desconecté por completo de la conversación y me centré en Conway, él estaba fumando un cigarro cuando se acercó a la puerta y lo tiró al suelo, pisándolo, los agentes se movían de un lado para otro, pude ver que Greco también estaba allí, estaba deseando volver a trabajar en el CNP aunque fuera de incógnito para hablar con él, se le extrañaba; en el futuro había aprendido a vivir sin él pero fue por una discusión estúpida, nuestra relación desde que viajé al pasado había mejorado muchísimo aunque estaba seguro de que me odiaba después de haberme encontrado vendiendo droga.

一Buenas tardes, caballero 一dijo Conway poniendo las manos en los bolsillos del pantalón y no pude evitar reírme por su intento de ser cordial.

一Buenas tardes, viejo, ¿te ocupas tú de las negociaciones? ¿Crees que aguantaras tanto tiempo de pie a tu edad? 一pregunté yo riendo, tenía que aprovechar estas oportunidades para ser un capullo con él.

一Tengo el aguante suficiente para follarme a tu puta madre todas las noches, ¿te sirve? 一respondió él, serio y yo me di la vuelta para mirar a Horacio.

一Hey, ¿te has enterado? Dice que tiene el aguante suficiente como para follarse a mi madre 一le dije divertido y Horacio rio, caminando hasta la puerta sin soltar su arma, se coló entre yo y la puerta y no dudé en rodear su cintura con mi brazo de nuevo, era imposible no hacerlo, era como si cada vez que estuviera cerca tuviera que tocarlo.

一¿Estás seguro? Mira que los infartos son malos a tu edad, viejales 一dijo Horacio riendo.

Conway intentaba no alterarse, lo vi respirar profundamente unas cuantas veces como si intentara calmarse y suponía que era porque teníamos aún a todos los rehenes, no podía romper las negociaciones.

一Vamos a dejarnos de mariconadas, ¿qué queréis? 一preguntó Conway cruzándose de brazos.

一Yo una limonada, gracias 一dije yo y Horacio volvió a reír, miré hacía donde se había ido el Gringo, aun no aparecía así que teníamos que hacer tiempo hasta que terminara.

一Si seguís con las gilipolleces voy a romper las putas negociaciones, ¿qué os parece eso?

一A mí me parece de puta madre 一dijo Horacio encogiéndose de hombros一, pero no creo que a esa señora de ahí a la que su marido está esperando le haga tanto ilusión como a mi empezar con un tiroteo. 一Señaló con su arma a la mujer con la que había estado hablando, que estaba de rodillas en el suelo junto al resto de rehenes一. A mi me encanta un buen tiroteo pero no creo que a la gente que está aquí le guste tanto.

Conway miró hacía donde estaban los rehenes y suspiró, asintiendo muy levemente, la radio sonó pero él no le dio demasiada importancia.

一Está bien, vamos a poner todos de nuestra parte, ya que tenéis rehenes y queréis escapar, ¿verdad?

Horacio se alejó de mí señalando la parte de atrás con la cabeza y asentí, estuve un buen rato negociando con Conway hasta que ambos salieron, cuando lo hicieron solo quedaba un rehén.

一Ahora vengo, viejo, no te duermas que solo me voy unos segundos 一dije caminando hacía donde estaba Horacio, ambos me miraron y luego a Conway que me estaba mostrando el dedo corazón después de mi comentario, les dije lo que había negociado hasta el momento y Gringo dijo cuando dinero habíamos conseguido en total.

Volví a continuar con las negociaciones por el último rehén y una vez salió me acerqué de nuevo a mis compañeros, no tendríamos helicóptero, ni pinchos, ni trucos en el coche y había conseguido algunos segundos, Gringo habló por radio avisando de que en pocos minutos estábamos fuera, habría un cierre en un sitio específico que nos facilitaría la huida hasta el helicóptero que nos esperaba.

一¿Quién conduce? 一pregunté y Gringo me miró a mí, asentí, tenía que huir de la policía, genial, hacía mucho que no estaba a este lado de la ley, desde mi última infiltración, aunque en aquella no había tantas ganas de matar a gente.

一Lo harás bien 一susurró Horacio, poniendo la mano en mi hombro, dándome fuerzas y asentí, mirándolo, todo lo hacía por él así que si, lo haría bien.


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Holiii, bueno aquí os dejo el capítulo de hoy, espero que lo disfrutéis, Volkov capullo con Conway? mi Volkov favorito, clarisimo

En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨

Back to you ~Volkacio~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora