Capítulo 5

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Esperaba la llegada de los alumnos con el café apoyado en la recepción, en la zona de las denuncias. Greco se había ido al despacho de Conway para terminar los preparativos del funeral simbólico que se le realizaría a Torrente tras la búsqueda infructuosa de su cuerpo el día anterior.

El caos en la comisaría comenzaba a provocarme dolor de cabeza, estaba acostumbrado a la tranquilidad de la sede del FBI, donde los civiles apenas pasaban y la organización era tan buena que todos sabían que hacer en cada momento, haciendo el ruido casi inexistente, en ocasiones daba hasta miedo debido a la quietud que había, parecía una sede fantasma.

Por la puerta aparecieron las dos personas que estaban esperando, la abrieron entre bromas y risas ruidosas, mi mirada se centró en el de cresta que en cuanto me vio sonrió y se acercó rápidamente a donde estaba llevando dos vasos en las manos.

—Comisario bombón, cualquiera diría que me estaba esperando —dijo con ese tono coqueto pero divertido a la vez que tanto usaba mientras me extendía el vaso.

—¿Y si te dijera que es así? —pregunté tomando el café.

—¿Podéis dejar de tontear en medio de la comisaría? —preguntó de repente Gustabo con los brazos cruzados—. Tenemos trabajo, Horacio, mueve el culo.

—En realidad —dije justo antes de que comenzara a caminar hasta la puerta con ese humor que debía haber heredado de su padre—, tenéis que venir al despacho de Conway conmigo, hay un tema a tratar, es importante.

Lo vi poner los ojos en blanco antes de comenzar a caminar hasta el despacho, Horacio se encogió de hombros y lo siguió bebiendo su café, cosa que también hice yo.

En cuanto entramos y cerré la puerta el ambiente en la sala cambió, los hermanos se sentaron en su sitio de siempre frente al superintendente, al lado de este, de píe, se encontraba Greco y yo decidí, por costumbre, posicionarme cerca de Horacio ya que me infundía algo de tranquilidad.

—¿Hemos hecho algo? —preguntó Horacio tras un silencio que nadie parecía querer romper.

—No habéis hecho nada, supernenas, Volkov quería contarnos que cojones le pasa contigo delante —respondió Conway en tono serio sin apartar la vista de mí manteniendo el ceño fruncido que lo caracterizaba—. Dinos de una vez como supiste donde estaban.

Tomé un sorbo de mi café y lo dejé sobre el escritorio, suspiré y miré a mi superior con los brazos cruzados a sabiendas de que seguramente no iba a creerme.

—Lo sabía igual que sabía que los iban a secuestrar, porque lo viví antes.

—¿En plan deja vú? —La voz de Horacio sonó cortando el silencio que se había formado tras mis palabras.

—No, literalmente lo viví hace diez años. —Silencio de nuevo.

—¿Te drogas en horas de trabajo? —preguntó Conway en tono divertido mientras se quitaba las gafas.

—No, lo digo totalmente en serio, ayer estaba en un operativo y desperté en el sofá de esta comisaría, había vuelto diez años atrás, puede que más.

Agarré el café y le di otro sorbo, el superintendente se pasó la mano por la cara, Greco me miraba alzando una ceja y ambos alumnos comenzaron a cuchichear entre ellos.

—¿En serio esperas que nos traguemos esa mierda? No sé que te estás metiendo pero debe ser la mejor puta droga de la ciudad —habló Conway, no me sorprendía que no me creyeran, me lo esperaba desde un inicio así que decidí sacar mi as bajo la manga, algo que haría que por lo menos él me creyera.

—Vale, si no viniera del futuro ¿cómo sabría que la razón por la que quieres cerca a Horacio y Gustabo es porque crees que Gustabo es tu hijo? No es algo que hayas hablado con nadie.

Dejé el café de nuevo en la mesa y sonreí al ver como su expresión cambiaba por completo, incluso parecía que había perdido algo de color.

—¿Cómo sabes eso? —Vi por el rabillo del ojo como Gustabo se movía incomodo en su asiento, había soltado una buena bomba y Conway no lo había negado en ningún momento.

—Bueno, cuando desperté de coma intenté saber donde estabais y en la base de datos aparecías como su padre, enhorabuena, tienes razón, es tu hijo, tan loco como tú.

—Espera, espera, ¿el coma? —habló por primera vez Greco, me sorprendía que solo se hubiera quedado con ese detalle mientras Conway y Gustabo parecían haber sufrido un fallo y necesitaban reiniciar su sistema operativo.

—Sí, estuve cuatro años en coma ya que Gustabo, bueno, Pogo, me disparó. —El café de Horacio cayó al suelo después de nombrar a Pogo y Gustabo se levantó de la silla mirándome con los ojos tan abiertos que parecían a punto de salirse de sus cuencas.

—¡¿Cómo sabes ese nombre?! —Se intentó acercar a mí pero Horacio lo impidió poniéndose de píe.

—Ya lo dije, ya lo viví, sé lo de Pogo, se lo de hijo de Conway y sé que come Horacio cuando se siente mal, lo sé y punto.

Tomé otro sorbo de mi café, más largo que los anteriores para terminarlo y sentarme en el sofá del despacho estando más cómodo.

—El Volkov que conocéis no está aquí, mi personalidad y mis gustos han cambiado con el tiempo y por eso hago cosas sin sentido a vuestros ojos.

Dejé que pensaran en todo lo que había dicho, era mucha información que parecía no tener ningún tipo de sentido pero que a la vez lo tenía.

—Está bien —dijo Conway tras carraspear, habíamos estado todos sumidos en nuestros pensamientos durante más o menos un minuto—. Digamos que tienes razón, ¿dónde está nuestro Volkov y que haces aquí?

—No lo sé —contesté encogiéndome de hombros—, mis dos opciones de donde está el otro Volkov es o que está muerto o que está con el Horacio de dentro de diez años porque ambos estamos vivos, no hay otra opción.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué pasó en el futuro para que puede que los dos hayamos muerto o mueras tu? —preguntó Horacio mirándome preocupado.

—Es una larga historia pero si el Volkov de este tiempo está muerto es porque yo lo estoy, si no estoy muerto tiene que significar, por fuerza, que ambos sobrevivimos porque si no es así habré fallado no solo en el operativo y en mi trabajo, también en cada vez que te dije que te protegería.

Hablaba en tono serio, me daba igual si estaba ahí porque había muerto a manos de esos payasos o que era lo que había pasado con mi yo del pasado, lo importante era que Horacio estuviera vivo, debía estarlo.

—Te tenían a ti y a mí, te preguntaron que vida valía más y tú, como siempre, respondiste mal a la pregunta.


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Holiii (ɔ◔‿◔)ɔ ♥ estoy un poco hasta arriba con las clases pero por fin os puedo traer esta actu, esta vez si es más larguita y tiene algo de salseito, aunque aun quedan muchas dudas con respecto a que hace ahí Volkov (─‿‿─) pobre Gustabo enterarse así de que Conway es su padre.

Espero que disfrutéis mucho del capítulo, muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo esta historia ❤(ˆ‿ˆԅ) me pone muy feliz leer vuestros comentarios o ver que votáis, ya nada estamos a nada de las 500 lecturas (◑_◑) es bastante sorprendente.

En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨


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