Entre engaños y verdades

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–¿Aparte de su regalo?–Pregunto para si misma, haciendo eco de las palabras del adolescente.–No necesito otro regalo, joven amo. Con tener a rosa a mi lado me es más que suficiente.–Ya tenía demasiados regalos por su parte y le preocupaba que como todo lo que el hace; estuviera lleno de exuberancia y opulencia.

El rodó los ojos y resoplo, insatisfecho con su respuesta.–No te estoy pidiendo permiso, solo te estoy avisando.–Dijo mirándola a los ojos. Más claro no podía estar, el no tomaría en cuenta su opinión, ya lo había decidido.

Emma frunció los labios.–Como usted desee, joven amo.–Siseo entre dientes.

Ya había sido presa de demasiados chismes por parte de las sirvientas, los cuales presentía que no pararían muy pronto. No cuando le aventó el frasco de tinta a Johan en presencia de algunas de ellas. Realmente no necesitaba más regalos por parte de Daniel. El solo hecho de que trajera a rosa para su cumpleaños era todo lo que necesitaba.

El adolescente tomo la campanilla que estaba en la mesa y la sonó, tintineo, llamando a los sirvientes. Estos entraron tan rápido que emma parpadeo varias veces sorprendida, pero no fue la única pues la servidumbre se llevo una gran impresión al encontrar a su joven maestro de mejor humor, con una ligera sonrisa en su rostro. Por alguna extraña razón se veía entusiasmado y refrescado. Incluso el ambiente dentro de la habitación estaba armonioso. Algo que casi nunca pasaba.

Sus hombros tensos se relajaron. Claro hasta que vieron a la invitada de daniel y su pintoresco labial. Ella se veía justamente como un extraño espécimen, o una prostituta. Con lo que no les cortaran la cabeza, extrañamente se veía feliz y a su joven maestro parecía importarle poco, o tal vez había sido eso lo que lo había complacido demasiado. El sirviente se acercó, cambio su plato medio vacío por otro; El segundo platillo previsto para la cena, y se sorprendió al sentir que la frialdad  que antes emanaba de Daniel se había disipado, el ambiente a su alrededor era cálido y por primera vez desde que fue contratado para servirlo, pudo respirar a su alrededor cómodamente.

En cuanto terminó regreso a su lugar y mentalmente hizo una nota: nunca molestar a emma.

La forma en que Daniel la miraba, como si realmente fuera su adoración lo estremeció, ella  de verdad era alguien; hasta ahora no había visto una sola persona a la cual Daniel siquiera mirara con cariño. Pero...había algo más. Una chispa indescriptible, tal vez deseo, tal vez lujuria o solo estaba enamorado. El florecimiento del primer amor, esto es solo su intuición.

Desvió los ojos de su maestro, el no necesitaba nada por el momento y miro con discreción a emma. Ella....no lo veía igual, sus ojos no brillaban con interés ante cualquiera de sus acciones. Podría haber cariño en su mirada pero en definitiva no era amor, ni de cerca. Ella lo apreciaba pero se quedaba demasiado lejos de la cálida o posesiva mirada que Daniel le regalaba.

Y parecía tan....despreocupada, si ella sabía del interés de Daniel por su persona simplemente lo ignoraba. Debía darle crédito, ella lo hacía muy bien.

Definitivamente si quería llevar un buen turno tenía que agradarle a la invitada de Daniel.

Observó un momento, la castaña pareció que estaba cada vez más impaciente, miraba a los sirvientes con el entrecejo fruncido. y entonces se dió cuenta, ella todavía estaba hambrienta, lo podía decir por como miraba con deseo el platillo de Daniel. Podría jurar que miraba de mejor manera la comida del joven maestro que a este.

No era su asunto. Sin embargo si que era el servir a la invitada quien era ignorada descaradamente por los demás sirvientes, los cuales no movían solo un dedo, si seguían así estaba seguro que algunas cabezas empezarían a rodar.

conseguí un harem en un mundo blDonde viven las historias. Descúbrelo ahora