conseguí un harem en un mundo bl

Los monstruos tienen nombre

Mi corazón estaba a un palpitó de salirse de mi pecho por mi garganta. Mis piernas temblaban, no, todo mi ser era una tambaleante gelatina. El miedo embriagaba la esencia de mi cuerpo ¿Alguna vez haz escuchado que los perros huelen el miedo? Estoy segura de que huelen mi terror a kilómetros. Podría jurar que incluso lo podía saborear, o solo era mi boca que se encontraba amarga por mi bilis.

Ni siquiera sabía pelear pero estaba dispuesta a darle una patada en la entrepierna a cualquier tipo que pasará por la puerta. Si de alguna manera conseguía una habilidad sobrehumana. Tan inoportuno como siempre, Caleb estornudo, haciéndome saltar del escondite improvisado a último minuto y chocar mi cabeza contra los barrotes de la litera. Solo digamos que los niños pequeños suelen ir mucho al baño.

Trate de no respirar demasiado del polvo de abajo de las literas o enserio iba a arruinar nuestra misión ¿Arriesgado? Si ¿Inoportuno? Absolutamente ¿Necesario? Me parece que si. Si tan solo alguien me hubiera dicho que los niños estaban tan apretados entre ellos que no cabía un solo alma más no podría haberles creído. Está escuela se financia con grandes sumas de donaciones, lo que me hace pensar que el dinero se está yendo a un solo bolsillo.

Y al parecer no soy la única, nuestro  sacerdote también lo piensa. Su seño fruncido lo dice, aunque aún estoy averiguando si es un mal o un buen presagio. Esperemos que sea bueno. Hasta ahora ha sido una persona casi decente.

La unica que sabía que nos encontrábamos en el cuarto era hana. Nuestra pequeña y muy valiente espía, ella nos había hecho el favor de esperar hasta que se adentrará la noche y que nadie estuviese dormido para darnos una señal para que pudiéramos entrar.

Confiamos en lo asustada que estaba para que no se durmiera y funcionó, hasta que entramos. Podía escuchar sus adorables ronquidos desde abajo de su litera. La espera fue una agonizante tortura, nada como te la enseñan en las películas de acción de Hollywood; era aburrida, tediosa, exasperante y ya me dolía el cuerpo. Fácilmente llevábamos tres horas escondidos. podría haberme dormido de no ser que el piso de madera estaba terriblemente frío.

Para mí suerte cuando estaba a punto de quedarme dormida o de atrapar un resfrío unos pasos se escucharon, eran ligeros, seguros y acertados. No chocaba, no sé resbalaba, al contrario, parecía saberse el lugar de memoria. Aunque estaba más oscuro que de costumbre, pues la noche había amenazado con lluvia.

Preocupada me crispe y mordí mi labio inferior, no quería dejar salir un grito de miedo. Sus zapatos negros lucían relucientes y muy caros. Era un hombre pudiente. Y definitivamente no era un moje.
Se paseo por todo el lugar durante un buen rato, parecía estar examinando a las niñas, les abría la boca y checaba sus dientes, las destapaba y obtenía una vista de ellas durmiendo para que después se escuchase el sonido del grafito sobre el papel.

Algo no se sentía bien y a la vez las piezas del rompecabezas parecían estar encajando. Las vitaminas (sedantes) para hacerlas dormir profundamente. Según me contó luz les dan las vitaminas dos veces al día, por las mañanas y por las noches, después de la cena.

Luego está este hombre que examina niñas. Los cuartos por obvias razones no son mixtos, así que no se puede dudar de sus horrendas intenciones.Si así se le puede llamar a eso..

Cuando su examen termino hizo una señal, dos mujeres entraron, por su hábitos podría decir muy bien que eran monjas. Así solo les viera de los tobillos para abajo.

–Esta vez pudieron una rubia. Ella es bonita.–Su lápiz sonó contra el metal de la litera.–Pero está demasiado delgada. Deben de alimentarla mejor o no valdrá el precio acordado.–Camino un par de pasos más, demasiado flojos. Parecía estar pensando sobre quién más elegir, cómo si estuviera eligiendo fruta en el mercado.–Ella. Ella también.–Alcance a ver unos piecitos. Era pequeño, por mucho. Ella era demasiado joven. Era un bebé.