La otra cara de la vida de casados

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Sobe la parte baja de mi espalda, mi esposo, asumirlo fue extraño pero satisfactorio. Marido y mujer. Salió a comprar nuestra merienda. Argumento cansancio, solo asentí y salió corriendo como si el puesto fuera a levantar pronto. Recuerdo haber escuchado vagamente algo sobre que no estaba descuidando sus deberes maritales pero estaba tan cansada que solo me voltee. Aunque ahora que lo recuerdo, parecía asustado.

Revolví las sábanas hasta encontrar una pocision cómoda y cuando finalmente me dispuse a disfrutar del privilegio de haber trabajado hasta el cansancio y haber conseguido un ahorro digno en mi cuenta de banco tocaron la puerta. Susurré un par de maldiciones y me tape los oídos con una almohada. No me levantaría aún si el mismo papa estuviera del otro lado de la puerta.

Los toquidos en lugar de parar se hicieron más y más insistentes.-¡Si no abre tiraremos la puerta!-Exclamo una mujer, al mismo tiempo que comenzaron una cuenta regresiva.

Tome una sabana y me envolví al puro estilo de un burrito, camine impaciente hacia la puerta, cualquiera que tuviera las agallas de interrumpir mi sueño, se las veria con mis puños.

"O quizás no" termino la vocecita traicionera de mi cerebro.

Me sostuve con todas las fuerzas de una recién levantada del marco de la puerta, eso y el hecho de que mi entre pierna aún palpitaba de la manera menos sexy y prometedora, un espeso liquido frío se deslizó por ellas mientras corría. Reprimí una mueca de disgusto. No enfrente de lo que supuse era la princesa o la primera mujer que me haría dudar de mi heterosexualidad.

Si alguien debía de tener un papel protagónico en la novela era ella. Definitivamente nuestra comparación sería, agua y aceite. No hace falta adivinar quien soy yo.

Una silueta curvilínea con una cintura de avispa. La toga ni siquiera era justa y se ajustaba perfectamente a su cuerpo como una segunda piel.

Un arma punzocortante apunto directo a mi cuello. Fue suficiente para darme cuenta del peligro que eso representaba. -Estas delante de la princesa plebeya ¿Dónde están tus saludos?-Pregunto una de sus múltiples guardias. No me alcanzarían los dedos para contarlas, y se veían un poco graciosas atestando un pasillo tan estrecho como ese. Lucian como un chiste de mal gusto.

Hice una reverencia o en realidad muchas de ellas. Hasta que me ordenaron parar. Mi cerebro aún no estaba por completo despierto, deseaba poder despertar de esta pesadilla. Sabría que su visita no sería grata pero no esperé tal grado de hostilidad.

Aunque si lo pensaba detenidamente había robado al hombre que ella quería como esposo y nos habíamos casado ilegalmente....quizás debería de haberme preparado para algo así..

Un golpe en la cabeza me saco de mi trance.-¡La princesa te está hablando, contesta!-Exigio la misma guardia, supuse que su mano derecha, las de atrás parecían estar preparadas para lincharme en cualquier momento. No tenía escapatoria.

La bella princesa suspiro, para ella no era nada más que la horna de su zapato. Una piedra en el camino hacia su cometido.-¿Cuánto quieres?-Pregunto exasperada.-Te daré el doble de lo que pidas, solo firma un divorcio. Quiero a Esteban, le daré una mejor vida de la que podrías darle en tus sueños. Si lo amas de verdad entregalo.

Apreté el marco con fuerzas, no debía de caer ante sus tentación. "Sexo regular" me repetí a mi misma. "Comidas calientes, baños calientes, un esposo caliente" Bien, lo último me acabo de convencer.-No puedo aceptar su oferta princesa. Tendré que rechazarla.-Dije con fingidas confianza, toda la confianza que una persona vestida con una sabana blanca podría portar.-Estoy enamorada de el. No podré darle la vida que se merece pero si el trato digno. Le otorgue la posición de mi primer esposo, incluso si le pido el divorcio no es seguro que termine allí. Usted conoce las reglas de la ciudad del fénix mejor que yo, si el lo rechaza no podré hacer nada.

conseguí un harem en un mundo blDonde viven las historias. Descúbrelo ahora