La dulce inocencia de la timidez

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EMMA

–¿Una semana?–Pregunto Caleb haciendo una sutil mueca de disgusto. Sus ojos bicolor se agudizaron, podía sentir como me juzgaba.–¿Tan poco tiempo?–Su tono de voz bajo un octavo, sus labios formaron una delgada línea apretada.

Sonreí, cómo una madre, el desprendía ese anhelo de amor. Esperaba que eso lo pudiera reconfortar, aunque fuera solo un poco.–Es momento de que siga mi camino.– Casi podía saborear mi devuelta libertad y mis sábados libres de trabajo.

–¡Pero!–Cuando se dió cuenta del volumen de su voz, se recompuso.–Pero...es muy poco tiempo.–Murmuro de forma más serena. Allí estaba el Caleb que conocía.

–Por eso te estoy avisando.–Antes de que replicará agregue.–No necesito tu permiso, ni lo estoy pidiendo. Ambos sabemos que nos estamos utilizando, por favor deja que nuestra relación se mantenga igual.

Parpadeo varias veces, parecía no poder creer lo que le había dicho. A parte de eso, su expresión no cambio.

Sonreí de lado, era la primera vez que lo veía tan confundido.–Los hombres no son los únicos que pueden tener amores pasajeros.–Alce ambas cejas, lo estaba retando.

Bajo su cabeza y asintió. No pude evitar acercarme a el y darle un abrazo, de alguna manera sentía que lo necesitaba. Por más que no se expresará.

Su aura melancólica era de alguna manera misteriosa pero también trágica. Incluso algo más profundo, sentía que el estaba.....roto. Que no era como los demás, detrás de ese semblante todopoderoso se escondía un pequeño indefenso, solo y triste. Alguien demasiado vulnerable.

Recargue mi cabeza en su pecho, cerré los ojos y escuché los latidos de su corazón. Por un instante el mundo pareció detenerse. Solo éramos el y yo pasando un momento cualquiera y a la vez de alguna manera se sentía especial.

–No me dejes–Susurro tan bajo que apenas escuché.–Siento que me estoy volviendo loco, yo....ya no creo ser capaz de soportarlo.–Su respiración se entrecorto, sentí como se desprendía de su máscara. Que por primera vez se abría a sus más profundos deseos.–Quedate.–Su agarre se apretó hasta el punto en que se torno incómodo.

–¿Porque?–Pregunte.–Aunque quiera no puedo ayudarte, no es mi lucha la que debes de enfrentar, si no la tuya. Tienes que ser fuerte y encarar a tus demonios del pasado...–Mierda había sonado demasiado cruel.–Yo también tengo los míos...No puedes huir, no para siempre.–Le di unas palmadas suaves en su espalda, oh dios mal momento para recordar....cosas que no debería. Carraspe la garganta y me aleje, el era el mismo peligro encarnado.

–Entonces.–Retomo el tema con un tono de voz peligrosamente seductora. Las alarmas en mi cerebro se encendieron.–Una semana ¿Verdad corderito?–Si, estaba en peligro de ser comida.

Mañana iba a ir a despedirme de mis adorables niños, terminar el informe de sus calificaciones y comenzar a guardar mi equipaje.

Retrocedi varios pasos.–Tengo que dormir..–Anuncie nerviosa.–Tengo que hacer muchas cosas, ya sabes para irme.

Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.–Podrian esperar..–Sugirió en un suave ronroneo. Sus dedos se deslizaron sobre mi escote, aún pronunciado pese a mis esfuerzos por arreglarlo.–Fue un trato ¿O es de que planeas no cumplirlo? ¿Aún bajo tus propias condiciones?

Touché. Hice una mueca, maldita sea. Porque siempre de alguna manera yo terminaba en desventaja.–Pero lo habrías hecho aún sin el trato.–Escupí, las palabras salieron de mi boca. Esos eran mis pensamientos.

Su ligera sonrisa se desvaneció. Asintió con la cabeza y sus hombros se relajaron. Ni siquiera yo sabía cuando estaba tenso, era tan difícil de leer. Ahora su rostro parecía menos duro.–Si–De nuevo había vuelto la bruma a sus ojos. Aquella que parecía estarlo consumiendo. Su pasado encarnado en demonios.

conseguí un harem en un mundo blDonde viven las historias. Descúbrelo ahora