//estrellas//

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—Observa las estrellas—Louis me pidió, sosteniéndome de la mano. El césped por debajo de nosotros ocasionaba picazones ligeras por mi cuerpo aún a través de la vestimenta que me protegía del frío. La voz de Louis era un susurro audible sólo para los que se encontraban cercanos debido a que la música zarandeándose por las paredes y atravesando por la puerta de cristal que conducía al patio con piscina que se reflejaba en los muros de la casa de Davis Wilson—. Mi padre siempre me decía que por las personas que morían, aparecía una nueva. Y el día de ayer, me recordó que él iba a formar parte de ellas y que no tendría que preocuparme por él cuando se vea realmente enfermo porque el día en que le llegara su momento, él sería una hermosa estrella. Creo que lo sacó de una película o algún libro, porque no tengo idea desde cuándo es tan profundo acerca de la muerte.

Aún después de que Louis no sonaba con tristeza arremolinándose en su interior, razonaba sobre si la estaba ocultando para no intranquilizar a su alrededor. Su padre era una buena persona, al igual como lo era Louis. Su madre parecía controlar sus actos indebidos —al igual como las amas de casa lo hacían— con la finalidad de que no se comporten a semejanza de hombres holgazanes, porque aquella feliz impresión me otorgaba. Eran una buena y divertida familia.

Froté mi dedo pulgar contra el dorso de la mano de Louis, sonriendo levemente ante las brillantes estrellas por el cielo oscuro. Todavía le quedaban años a su padre si los tratamientos continuaban funcionando, pero me desmoronaba saber que Louis ya se estaba preparando para el gran golpe final lanzado por la enfermedad.

—En cuanto hablé con él el día de la cena, me di cuenta de que es fuerte y soportará por ustedes. Estará contigo todavía, Louis—Yo le dije, abrazándole el brazo con el mío y envolviéndolo en torno a él. Quería que supiera que tenía mi apoyo, y a pesar de que mis palabras no le aconsejaban lo suficiente como para superar aquella enfermedad degenerativa que tenía su padre, incrustaba mi mayor esfuerzo con que pudiera despertar su interés en otro tema para que no se centralice en el asunto del cual temía y así evitarle el sufrimiento de los días en los que su familia proseguía luchando por la salud del hombre que mantenía el sustento de su casa.

El beso que Louis plantó en mi mejilla fue medio húmedo, casi como el mojado césped por el sistema de riego por aspersores que la casa de Davis Wilson tenía para la grama de su patio. El lugar conservaba un olor específicamente a tierra mojada, lo que se impregnaba en mis narices y era relajante y tranquilizador.

—Te invito a mi torneo de ajedrez—le cambié de tema a uno drástico—. He estado junto a Dipper tomando clases de ajedrez y concursando contra los alumnos, pero la semana siguiente tenemos el torneo verdadero. Y sería bueno que vayas. Espero que lo hagas—Era muy importante que Louis se presentara. Además de ser el chico con quien estaba saliendo y descubriendo más sobre relaciones de jóvenes, era uno de los amigos detestables y significativos al igual que Dipper que conseguí como una nueva estudiante en la preparatoria.

Louis gimió. Un gemido burlón, en tono como una cháchara para llegar a molestarme y hacer arder mis mejillas de ira por no tener la capacidad de lanzarle un objeto pesado por la cabeza. Un gemido fingidamente cansado.

— ¿Imaginas qué dirán los del equipo? Lo siento, Lydia, pero no me junto con ñoños—se mofó de mí y del grupo del cual le había tomado cariño. Una sonrisa triunfal se plasmó por su rostro entero, sin necesidad de explicar la burla hacia mí que ya era muy notoria.

Puse los ojos en blanco, pellizcándole dócilmente la extremidad de la que me apoderaba. Intenté esconder mi sonrisa con la meta de no informarle su éxito aumentando mi irritación.

—Entonces, no estás invitado—le respondí, sonriendo por mi gloria en parecer impertérrita.

Percibí su mirada azulina que le caracterizaba penetrante en mí, como si fuera calificado para traspasarme a mis pensamientos. Pero, a pesar de tener aquel toque estridente en la vista, la tenue luz que el patio de los Wilson poseía, le aterrizaba directo a los ojos, disminuyendo la suficiencia de lucir jocoso.

popular || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora