//competencia//

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El día estaba allí. De repente, toda mi seguridad acerca del juego, de lo que había aprendido a lo largo de las semanas, acerca de todo, se había desvanecido. Ni siquiera había despegado los ojos de mi reloj entretanto estaba sentada en una de las mesas mientras los demás concursantes pasaban como si la vida se les fuera a caer en pedazos por la desesperación de los actos que iban primero que el juego de ajedrez que tocaba casi a las nueve de la noche.

— ¡¿Dónde demonios está Janice?! -una señora disfrazada gritó—. Después de este acto nos toca a nosotros. ¡Búsquenla!

Un conglomerado de jóvenes asintieron con aceptación a los irritantes gritos de la señora pelirroja y salieron trotando en busca de la tal Janice, quien estaba retrasada para su número.

¿Dónde demonios estaba Dipper?

Reconocí a unos de los concursantes del juego de ajedrez que pertenecía a nuestro grupo siendo besado por la que se suponía que era su madre y siendo acomodado por ella en el tiempo que él trataba de quitarse de sus manos melosas. Finalmente, su madre le entregó una botella de agua, se lamió el dedo y le arregló el pequeño mechón de cabello rubio que sobresalía de su peinado. Él hizo una mueca, fallando al sonreír.

En el momento inquietante que transcurría, deseé que Louis estuviese aquí, animándome a salir y dar lo mejor de mí, mi esfuerzo y mi esmero. Sin embargo, habíamos tenido una pequeña discusión desde la vez en la que llamé a Harriet por un consejo acerca de él. Al final, la respuesta fue concreta y normal. Estaba enamorada de Louis. Pero no pensaba que por aquella pequeña discusión en la que casi no nos mirábamos o hablábamos, no vendría a apoyarme como la había prometido días atrás. Confiaba en él sincera y enormemente, y tal vez se iba a retrasar un poco para asustarme y afectarme, pero sabía que iba a estar aquí. A pesar de todo, lo que más me molestaba del tema de Louis era que estaba enamorada de él y envié nuestra relación por el retrete. Le mentí como si fuese de verdad y pensó que tenía algo con su amigo y profesor de guitarra, e inclusive ni siquiera se había presentado a practicar con Terry durante una semana, porque hasta que no le dijera la verdad sobre el por qué fui a casa de Terry y le llamé, no iba a perdonarme y no era capaz de decirle que estaba enamorada de él, y tampoco era capaz de mentirle de nuevo para esconder mis sentimientos.

Aún así, él iba a estar aquí. Me lo había prometido, y yo misma observé en sus ojos verdad.

Mi profesora de ajedrez se acercó a mí. Un vestido se cernía alrededor de ella y sus tacones beige incrementaban el ruido de la parte de atrás del escenario. Los demás concursantes del grupo de ajedrez venían detrás de ella, con sus rostros fundidos en inseguridad. Eran cerebritos y se suponía que debían estar seguros de ellos mismos, pero con las pérdidas que ha tenido el grupo de ajedrez de la preparatoria era una buena razón para estar nerviosos. Una pecera circular estaba siendo utilizada por la profesora para conseguir al jugador que iba a anunciar la victoria o la pérdida de la noche para el grupo.

—De acuerdo, voy a sacar un papel y ese papel asignará a un jugador para concursar por la preparatoria—informó, girando la pecera de cristal y finalmente, deteniéndola para adentrar su mano en los seis papeles que habían dentro.

¿Por qué habían pocas personas del grupo?

La profesora se decidió por uno y un muchacho sostuvo la pecera con la finalidad de que ella pudiese abrir el papel y leer el nombre que estuviese dentro.

—Dipper Clark.

Los demás soltaron un suspiro de alivio, agradeciendo el que no fuesen ellos los encargados de que el club de ajedrez desapareciera para siempre de North Hamilton. Yo estaba empeñada en buscar a Dipper para felicitarlo, pero luego de varios llamados por parte de la profesora y mis llamadas perdidas por el móvil, él no se atrevió a aparecer.

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