Mis descalzos pies se desplazaron por el helado piso de mi casa, mis dedos tantearon hasta la nevera y tiré de ella para abrirla violentamente. Pude sentir como mi madre bajaba con lentitud sus lentes para fijar su acuchilladora mirada en mi nuca.
-No la abras de esa manera-me impuso con autoridad.
Me incliné para poder plantar la vista frente todos los alimentos acomodados en un orden dentro de la nevera. Me cuestioné cuál debía recoger primero en el tiempo que hacía caso omiso al regaño de mi madre.
La miré por sobre mi hombro. -¿No tenías trabajo?
No quería que mi pregunta sonara de forma grosera y mucho menos que su propia hija quería echarla de una patada de su misma casa,pero su mal humor después de haber tenido una pelea con Brett el día anterior me hostigaba tanto como ella lo estaba por su disputa. Sin embargo, soltado aquella pregunta por parecer hosca, ella lo tomó a mal.
-Me pedí el día-me respondió a la defensiva. Reanudó con desdén-: No vuelvas a hablarme con ese tono o probablemente estaré obligada a tomar medidas en el asunto, jovencita.
Puse los ojos en blanco, echando la puerta de la nevera con fuerza y girándome sin nada en manos en dirección hacia mi habitación. Era irritante su comportamiento de querer parecer a las dueñas de un riguroso internado de Londres casi a las afueras de la ciudad. Sobre todo, era extremadamente molesto que le diera más importancia de la apropiada a su joven novio. Se notaba que dependía de él en lo sentimental, y él dependía de ella en lo económico.
Las escaleras se encontraban más duras de lo normal y me enfadé aún más por congelarme en mi casa. Pero era mucho más terrible el hecho de que nadie había sido tan amable de encender la calefacción. Mis brazos estaban despojados de cualquier prenda abrigada que se hubiera adherido a mi cuerpo para protegerme con suavidad de la brisa gélida.
Mis nudillos impactaron contra la puerta de Gary. Podía escuchar su fuerte voz instalándose alrededor de su habitación, expresando palabras tontas como «No, pelearemos contra Western la próxima vez.» Pero siempre perduraban las que eran más graciosas, como: «No seas un maldito imbécil, Carl. No hace falta decirme que estaré en la banca otra vez.»
Gary era casi como algunas chicas entrando a la preparatoria con energía y entusiasmo por interactuar con nuevas personas que pongan fácil su juego de poder tener una gran vida social, envolviendo sus mechones en su dedo y hablando por teléfono con sus amigas hasta altas horas de la noche. Pero hablando de Gary, él sólo desordenaba su desastroso cabello pasando sus largos y gruesos dedos a través de todo el largo del pelo castaño, y hablaba con sus amigos acerca de mujeres o el fútbol, pero fueran casi iguales si las abundantes palabrotas dejaran de salir de sus labios.
Mi hermano lucía perezoso en el momento que la puerta desvistió su habitación por completo. Me lanzó una mirada cansada mientras su teléfono inalámbrico se apegaba y acoplaba en su oreja. Sus labios se movieron firmemente con vigor antes de colgar la línea.
-Te llamo luego, Nathan-se despidió por última vez.
No estaba allí para discutir sobre la calefacción nuevamente, sino, estaba en su puerta para hablar acerca de mi madre y su irascible estado melancólico.
-Saldré en unas horas-le avisé, siendo consciente de que ladearía la cabeza y me iba a dar una riña por aquello.
-No creo que a mamá le guste-manifestó con entretenimiento.
Dejé caer la cabeza, quitando la hilera de cabellos que se deslizaban por mi rostro debido a la ventana abierta de Gary, permitiendo que la aura brisa golpee con gentileza hacia mi rostro. No me molestaba, me relajaba.
ESTÁS LEYENDO
popular || l.t
FanfictionLouis era popular y aquello era prohibido.© Todos los derechos reservados.