//orgullo//

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Mis pies pisaban la acera con furia. Eran increíbles todas aquellas olas de pensamientos que arremetían con hipocresía en dirección hacia mi mente. Había pasado la mayor parte del día sintiéndome culpable por eso, pero no debía darle importancia. Yo sentía que había creado una buena elección al rechazarle, a pesar de haber vislumbrado sus ojos desilusión sin centellear con la tenue luz de la luna despampanante en su rostro y sus hombros caer con brusquedad.

Era consciente de que era difícil porque el que tengas a Louis Tomlinson colgando de tu espalda era una sensación abrumante y casi tan entumecedora como el frío. Él me gustaba, pero era seguro que no quería rumores sobre mí siendo otra más de sus 'chicas'. Todavía el vago recuerdo del entrenador palmeando el hombro de Tomlinson mientras le preguntaba en un tono divertido: '¿Otra más de tus chicas?', recorría por mi mente como una corriente con descontento de lleno.

Louis había pasado de ser un rostro flamante debajo de la mancha en el cielo oscuro, a ser una persona con aspecto completamente abatido. Él no suplicó nada más acerca de mi despido a la relación que él quería formar. Louis se marchó en un paso calmoso y con desesperanza en su primer intento fallido. No esperaba a que se quedara tampoco, porque si hubiera sucedido de esa manera, habría originado un gran disgusto en mi forma de ser y un tono más elevado de lo normal. Estuvo bien que se ausentara, o por lo menos era lo que me hacía creer en el acontecimiento.

Louis no me habló el día siguiente. Ni el posterior tampoco después de aquel. De hecho, él no me dirigió una palabra para entablar una conversación en toda la semana que había transcurrido callada y solitaria. Era pesado pensar en que él sólo quería tener algo sexual conmigo y a mí efectivamente me había agradado sostener una amistad duradera.

No era necesario decir que ni siquiera me ofreció una mirada para disculparse. No sabía si era él al que correspondía justificarse o yo.

La profesora Kennedy dio unos giros por alrededor del salón, agitando los brazos entretanto nos explicaba algún tema del cual yo era ignorante precisamente por discurrir en medio de la clase para los exámenes que estaban acudiendo en un determinado tiempo.

—Louis—oí que ella le llamó cuando la clase finalizó—, necesito hablar contigo.

Algunos de los estudiantes habían tenido la humildad de escapar del salón para no parecer unos cotillas. Sin embargo, yo me agaché y fingí que rebuscaba mis materiales por el piso, aún ocupada.

A la señora Kennedy no le importó que yo siguiera en el aula, ahora con un extremo silencio sepulcral.

—Escucha, has reprobado en mi materia—finalmente le anunció.

Louis pareció pasmado. —Oh, yo...

—No jugarás en los últimos partidos si no consigues lo que falta de la nota—ella añadió, interrumpiéndole.

Tanteé los objetos invisibles por el piso, orgullecida por mi actuación. Escuché la conversación con atención mientras hacía lo posible para observarlos por el rabillo del ojo y no ganar un golpe por parte de mi banca.

Louis se removió en su mismo sitio. 

—Haré lo que puedo.

— ¿Para que vuelvas a dar el examen? —ella se mofó, intentando que no se note.

—Hum, sí.

—Necesitas a alguien que sea bueno en mi materia—le explicó, condescendiente.

—Yo puedo hacerlo solo o usted puede enseñarme—propuso Louis y pude oír aquella confianza en que ocurriría si lo pedía.

Ella revoloteó los ojos y le miró por debajo de las pestañas.

—No puedo hacer eso—se negó, convirtiendo afable el tono de su voz.

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