//dipper y lydia//

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—¿Me cuentas sobre Colin?—pedí acercándome a Louis.

Su rostro se desencajó.

—¿Qué quieres saber sobre él?—gruñó.

Relamí mis labios.

—Nada en especial—contesté y añadí—. Sólo tu historia con él.

—Dime que no te gusta—se quejó.

Abrí ampliamente mis ojos.

—No, él no lo hace—me negué.

—Oh, bueno. Colin es un idiota—espetó rodando los ojos.

—¿Colin es un idiota porque tú te acostaste con su novia?—solté con burla.

Me fulminó con la mirada.

Levantó las manos al aire—Bien, yo soy el idiota. Pero estaba muy borracho cuando me acosté con ella—explicó—. Y ella me sedujo y sabes como soy.

Fruncí los labios.

—Realmente tengo una mala impresión de ti—le solté.

—Gracias—él, en cambio, me soltó a mí con sarcasmo.

—De verás—continúe—. Quizá deberías disculparte con Colin.

—No lo haré ni en chiste—espetó.

-

—Colin, lo siento—Louis se disculpó en la puerta de su casa.

Miré a los dos, inquieta por la respuesta que él podría llegar a dar.

—¿Qué ocurre, Tomlinson?—talló sus ojos, tratando de no lastimarse más el otro.

—Lamento haberme acostado con tu novia. Se acabó. Vámonos, Lydia—me llamó con vergüenza.

—¡Eh! Espera, no entiendo—dijo Colin, confundido.

—No lo repetiré—dijo Louis, mordaz.

—Sí escuché la disculpa pero, ¿por qué estás haciendo esto?

Me dieron ganas de golpearme la frente cuando Louis me señaló. Se suponía que él lo hacía por arrepentimiento pero si de algo estaba segura, era que Louis jamás se arrepentía de nada.

—Oh. Claramente, porque Lydia lo quiere—respondió, indiferente.

Rodé los ojos.

—Eso fue todo, Colin. Vamos, Louis—Casi furiosa, lo agarré del brazo y lo llevé conmigo.

—¡Eh!—se quejó—. Esto es tu culpa.

—¿Mía? Deberías dejar de ser un idiota—le aconsejé caminando hacia el auto de Louis.

—¿Acaso no lo viste?—Louis cerró la puerta de su auto violentamente—. Se burlaba de mi ojo.

Me volteé abriendo la boca.

—Eso es una mentira. Colin no hizo eso—me negué.

Louis estaba delirando.

—Claro que sí. Me miraba de esa manera.

—No. Lleváme a casa—ordené, tranquila.

—No me digas que estás enfadada—se burló.

Suspiré y eché la cabeza hacia atrás por unos segundos.

—No estoy enfadada, Louis. Es tarde, la he pasado todo el día contigo.

—Es lo menos que puedes hacer después de plantarme—respondió seco mientras prendía su auto.

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