//jamás//

4.1K 336 35
                                    

Me removí incómodamente, negando la cabeza como una respuesta repentina. No iba a hacerlo, no le iba a perdonar algo que mi cabeza desconocía. Era extraño admitirme a mí misma que estaba asustada de lo que Terry estaba haciéndonos. No quería confesar algo que me causará vergüenza luego de razonar lo que había hecho, ni mucho menos sentirme presionada al decirle a Louis mis sentimientos hacia él.

—Entonces, ¿ya puedo irme a…?

— ¡No! Sólo mantente en silencio, Lydia—Terry me pidió, poniendo su mano en mi pierna para prohibirme salir.

Antes de que pudiera alejar su brazo de mí bruscamente, Louis le penetró con la mirada.

—No la toques—impuso en un gruñido.

—Oh, lo siento—él se disculpó sarcásticamente, apartándose de mí cuando sintió mi palmada contra su mano—. ¡Cierto! No recordaba que el mujeriego está enamorado.

—No estoy enamorado, deja de ser un idiota—le agredió.

Hice acopio de fuerzas para no soltarme a reír.

—Terry no es un idiota—contradije. 

— ¿Lo ves? Las chicas lindas me quieren porque no soy un idiota—se elogió a sí mismo con autosuficiencia.

—Olvida lo que te dije—bromeé, apoyando mi brazo en el sofá.

Terry infló el pecho, indignado.

—Vamos a pedir una pizza—cambió de tema.

—No—intervine, metiendo una mano para protestar.

Terry levantó la cabeza hacia mí lugar, mirándome confundido.

— ¿Por qué? —me preguntó.

—Sí, ¿por qué? —Louis polemizó, apoyando a Terry. Sin embargo, la voz de Louis había sonado dura y distorsionada, como si estuviera en una especie de enfado.

Puse los ojos en blanco e hice un gesto hacia la puerta.

—Me tienen que estar esperando en casa—les respondí patentemente.

No escuché nada más de ellos cuando tiré de la puerta hacia atrás y la cerré contra mi espalda segundos después. Me encaminé los cortos pasos hacia mi casa mientras me apretaba contra mi vestimenta por la brisa fría y glacial que me invadió por todo el cuerpo, robándome la cálida sensación que se instalaba en la casa de Terry.

Las fuertes luces de mi casa estaban encendidas al poner un pie sobre el piso de madera teca. Imaginé que la pareja de mamá estaba junto a ella en el trabajo y que Gary había dejado encendida todas las luces para parecer que había alguien en casa además de él y su miedo estaba incrustado en cada luz que destacaba. Sacudí la cabeza entretanto me disponía a ir por cada interruptor apagando las luces que no necesitábamos que alumbraran.

Troté por las escaleras de la misma apresurada forma por la que salí de la casa perteneciente a Terry. Me sentía desconcertada por su paciencia y por las miradas furiosas que me ofrecía Louis, que me tenían mucho más absorta en aquella irritante confusión. Me mareaba pensar en que él me gustaba debido a que en un principio le había odiado con pasión, pero cuando me contó acerca de su vida jugando fútbol y de aquellos besos repentinos que me daba me ponían en una posición abrumadora. Me sentía atacada con la situación.

Mi habitación estaba helada, lo que significó que Gary no había encendido la calefacción. Resoplé con energía durante dirigía a mis pies encenderla. Me detuve en la puerta de Gary, sintiendo el piso frígido bajo mis pies. La puerta de la habitación de mi hermano estaba rasgada por seguramente sus atrevidos juegos de básquet o fútbol contra la débil entrada.

popular || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora