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19 de septiembre, 2002

Shinichiro estaba frente de su armario, los conjuntos de ropa que había eran similares entre ellos, no tenía el lujo de elegir alguno en especial. Tomó la ropa que estaba menos usada, de cualquier forma se ensuciaría con el trabajo.

No quería hacerse muchas ilusiones, quizás no sea lo que él cree.

Era mejor no ilusionarse, algo que aprendió después de varios intentos.

Tomó su motocicleta y se fue directo a la tienda.

Como había decidido, no le comentó a nadie sobre la chica, solo lo sabía Izana y Seishu, quienes prometieron guardar el secreto.

Pasó por las afueras del orfanato de Izana, el cual salió en cuanto vio llegar al chico, y ambos se marcharon.


Una vez llegaron, Izana abrió la tienda y Shinichiro ordenó algunas cosas. Como horario de mañana, no había personas circulando, así que tendrían tiempo para hablar.

- Estuve revisando mis ahorros, no me falta mucho, solo debo ordenar algunas cosas... - Comentó el mayor, por lo que Izana se quedó extrañado ante su comentario.

- ¿De qué hablas? -

- Para tener tu custodia, quiero que vivas con nosotros, solo me faltan algunas cosas. – Miraba algunas libretas con cálculos, las cuáles tenían fallas, pero él no lo sabía.

- No es necesario, lo sabes... No me falta mucho para ser mayor de edad, no quiero que gastes tu dinero en mí. – Lo miró serio.

- Quiero que nuestra familia esté completa, y no lo estará si tú no estás. – Buscó con la mirada alguna señal de aprobación por parte del contrario. – Y por tema de espacio, podemos compartir habitación. –

Soltó una pequeña risa - ¿Quieres contagiarme tu mala suerte en el amor? – Lo miró de frente – Está bien, pero déjame ayudarte, no quiero que cargues con todo. –

- Suenas como adulto, no te pases. – Rieron juntos.

Pasaron algunos minutos y llegó Seishu. Shinichiro les comenzó a enseñar algunas formas de reparar motocicletas y también incluyeron conversaciones interesantes para ellos. No notaron lo rápido que pasó la hora.



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- ¿Qué es lo que te mantiene tan distraída? – Habló Aiko, una de sus amigas.

- ¿Qué?, ¿Por qué lo dices?, no estoy distraída. – Negó rápidamente.

- ¿No?, Entonces me explicas cómo es que llevas sentada 10 minutos desde que el profesor canceló las clases de la tarde por asuntos personales. – La miró con una ceja alzada.

- ¿Cómo así?, ¿Se fue? – Eso le sorprendió... ¿Realmente no lo había notado?

- Sí, y es mejor que también te vayas, no hay más clases. -

¿Era una señal divina?, ¿El destino estaba dándole otra oportunidad?

No quería ir, ya había tenido mala suerte una vez, si pasaba lo mismo hoy, no podría con la vergüenza.

Se había vestido bien hoy, tal vez debería ir... o no. Un debate mental.

"El que tiene miedo de morir, que no nazca", típica frase de su padre antes de cometer cualquier estupidez, y ella no sería la excepción. Si iba a quedar en vergüenza, lo haría, prefería mil veces hacerlo para evitar quedarse con el sabor de "¿Y qué tal si...?".

ꜱᴇʀᴇɴᴅɪᴘɪᴛʏ ~  ꜱʜɪɴɪᴄʜɪʀᴏ ꜱᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora