Extra 05

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"ᴀᴘʀᴇɴᴅɪᴇɴᴅᴏ ᴀ ᴅᴇᴊᴀʀ"




14 de agosto, 2008

La hora de la siesta para Keiichiro ya había acabado, pero ahora se encontraba solo en su habitación, puesto que sus padres estaban en la sala posiblemente viendo televisión.

El pequeño bajó de su cama con mucho cuidado, tal y como le había enseñado Shinichiro desde que había comenzado a caminar. Siguió su camino por el pasillo y bajó la escalera con la ayuda de un pasamanos adaptado para su tamaño.

Había despertado con algo de hambre y sed, y su instinto le pedía tomar leche. Por lo mismo, se dirigió hasta donde creía que estaría su madre, la sala.

Se podía distinguir más de una sola voz, eso lo puso nervioso. Se asomó por la entrada de la sala, encontrando a su madre en el sofá hablando con su tía Emma.

Sintió nervios al ver como su plan podía verse arruinado, no quería tomar pecho frente a su tía, eso lo avergonzaba un poco. Lo pensó unas cuantas veces más, hasta que finalmente decidió no ir por ello.

En cambio, puso atención a la voz de su padre y lo buscó. Caminó hacia el lado contrario de la sala, pasando por las habitaciones del primer piso, llegando hasta la puerta trasera de la casa que se encontraba abierta.

Asomó su cabecita al escuchar otras voces. Encontró a su padre junto a sus padrinos, quien uno de ellos estaba fumando, Takeomi.

Benkei se percató de la presencia del pequeño, quien al ser descubierto se ocultó detrás de la puerta.

– Keii, ven aquí. – Habló, pero no obtuvo respuesta alguna por parte del mencionado.

Shinichiro se percató de la situación, encontrando un poco extraña la actitud que estaba teniendo su hijo – Keiichiro, ¿me estás buscando? – Caminó lentamente hacia donde se encontraba el menor.

Poco a poco fue asomando su cabeza nuevamente, corriendo a los brazos de su padre con una gran sonrisa en su rostro – Ya desperté. – Dijo escondiendo su rostro en una de las piernas del más alto.

Takeomi le saludó con una agitación de manos, teniendo aún aquel cigarro entre sus dedos – Ahijado, ven aquí. –

Una vez más, Keiichiro se ocultó, pero esta vez detrás de su padre – Eso... malo. – Señalaba con su dedo aquello que el otro mantenía en sus manos.

Shinichiro captó de inmediato lo que su hijo quería decir. Lo tomó en sus brazos para dejar un beso sobre su frente – Keiichiro tiene razón, el cigarro es malo para las personas, ¿no es así? – Arreglaba el cabello del menor con una mano, mientras que con la otra lo sostenía.

– Sí, mamá dice... es malo. – Le gustaba sentirse seguro en los brazos de su papá, y lo demostraba con una sonrisa – Papá, tengo hambre. – Susurraba mientras tocaba su estómago con algo de vergüenza.

Takeomi apagó el cigarro de inmediato, sentía vergüenza de que un pequeño de más de dos años le dijera las cosas que hacía mal. Observó como Benkei se reía de él – Ya, no te rías. –

Shinichiro sabía que Keiichiro llevaba más de una semana que ya no tomaba leche materna, más bien, prefería otros alimentos que él mismo le ofrecía – Tenemos manzana, puedo hacerle figuras, ¿quieres? –

Esa idea pareció interesarle – También un... un... – Aún no aprendía como se decía el nombre correctamente – Ah, no puedo. – Miró sus deditos, manteniendo un puchero en sus labios.

– ¿Un yogurt? –

Keiichiro asintió rápidamente, esa era el nombre que estaba buscando – Sí, papá. –

Ambos caminaron sigilosamente hacia el interior de la casa, dejando a Takeomi y Benkei discutiendo entre ellos. Vaya sorpresa se llevaron cuando Wakasa llegó junto a ellos a la cocina.

– Yo también sé hacerles figuritas a las frutas. – Les sonrió a ambos, desordenando un poco el cabello del menor – Así que, manos a la obra. –







– Papá, papá. – Se escuchaba los rápidos pasos del pequeño por el pasillo, parecía ser algo urgente – Papá. – Dijo cuando por fin lo encontró, nuevamente junto con sus padrinos, pero esta vez nadie fumaba – Baño. – Movía sus piernas de una forma que le aliviara sus ganas de orinar.

– Vamos al baño. – Dijo Shinichiro de inmediato, tomando al menor en sus brazos y corriendo junto a él por el pasillo hasta llegar al baño. Abrió la puerta e ingresó con él – Ya sabes cómo te he enseñado, ahora debes ponerlo a prueba. – Buscó el banco que compró para que Keiichiro quedara a la altura – Te sostendré para que no te caigas. –

Parecía batallar con la ropa que llevaba puesta, según él, se veía más fácil cuando su padre le enseñaba. Luego de unos segundos, se pudo escuchar un chorro, la operación resultó un éxito – Papá, mojé. – Señalaba el inodoro y sus manos – Lo siento. –

El mayor solo sonrió al ver como se pequeño había logrado algo tan grande, aprender a orinar – No te preocupes por eso, yo te limpio. – Lo bajó, le limpió y luego al inodoro, terminando por elevar a Keiichiro hasta el lavamanos para que pudiera lavarse.







– Ya está dormido. – Llegó un agotado Shinichiro hasta la cocina, que era donde se encontraba _________ – ¿Sucede algo? – Se acercó a ella al ver un comportamiento algo extraño en ella.

Se dio la vuelta para mirarlo, manteniendo un paño húmedo sobre sus pechos – Nada, solo que tengo un poco de dolor en mis pechos. – Trataba de mostrar una sonrisa que ocultara sus quejidos de dolor cada vez que pasaba a tocar sus pechos.

– Déjame ver. – Se acercó a ella, quitándole la compresa fría que cubrían sus pechos. Al tacto se podía sentir el calor que transmitían – ¿Por qué se ponen así? – Levantó su mirada hacia ella, encontrándola con sus ojos enrojecidos, a punto de llorar – Amor, ¿te lastimé? – Se preocupó de inmediato.

Ella negó, evitando que sus lágrimas salieran – No es eso... es solo que... Keiichiro lleva días sin tomar de mi leche, ya casi dos semanas... y mis pechos duelen. – Agachaba su mirada y con sus manos trataba de ocultar sus pechos – Sé que es normal que ya no quiera tomar de mi leche, pero me siento triste por eso... no creí que fuera de esta forma. –

Ahora todo tenía sentido, por esa razón ________ se veía un poco inquieta al dormir de lado o cuando él quería tocar sus pechos, era porque le dolían y no lo había notado – Amor, no lo sabía. – Acercó sus labios hasta allí y dejó un suave beso sobre su piel – Vamos a la cama, puedo acariciarte tus pechos hasta que te quedes dormida... y no te sientas triste, no soy Keiichiro, pero yo siempre he amado tus pechos. –

Una risita se le escapó debido a los comentarios de su esposo – Espero que tengas las manos frías para esos masajes. – Cubrió sus pechos y caminó junto al pelinegro tomados de la mano.

– Si es por eso, podría tener las manos todo el día en el congelador para satisfacerte. – 









ꜱᴇʀᴇɴᴅɪᴘɪᴛʏ ~  ꜱʜɪɴɪᴄʜɪʀᴏ ꜱᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora