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- ¿Cómo estás? - Shinichiro se sentaba en el sofá, al lado de ella. Habían pasado 5 días desde que la chica había despertado.

- Los médicos dicen que hoy amanecí mejor. - Apretaba las sábanas de la cama con sus puños - Me hicieron un examen para evaluar mi memoria y... - Presionaba sus labios - Aún me faltan cosas por recordar. -

El pelinegro sintió un nudo en su garganta al ver tan deprimida a su novia - Verás como recordarás todo con el tiempo, ellos dicen que es normal que olvides algunas cosas. - Le tomó su mano y depositó un beso en ella.

Ella asintió, sin levantar la mirada.

- Tengo una idea. - El chico se levantó - Tu madre me dijo que puedes deambular, ¿vamos? - Le ofreció una mano.

Los ojos de la chica se alumbraron, sin duda el estar encerrada en la sala, la deprimía mucho - ¿Me llevarás? -

- No voy a soltarte en ningún momento. -


El chico hizo que ella se sentara al borde de la cama y le puso las zapatillas, luego hizo que ella se apoyara en él desde su cuello y la tomó de la cintura para ayudarla a pararse. Estuvieron un rato así, lo suficiente para que ella no se mareara.

Caminaron por el hospital, ella iba abrazada del brazo del chico. Divisaron la salida y fueron a sentarse en las bancas.

- El día está muy hermoso. - Ella miraba el cielo, el aire revolvía su cabello.

Shinichiro la miraba fijamente - Sí, está muy hermoso. - Tomó la mano de ella - Cuando te den de alta, voy a cuidarte, me quedaré contigo. -

Ella lo miró rápidamente - ¿Lo dices en serio? -

Asintió - Cuidaré de ti, tal y como lo has hecho tú con conmigo. -

- No puedo esperar hasta entonces. - Estaba sonrojada, su imaginación le ganaba en ese momento.


El día transcurrió muy rápido, la compañía de Shinichiro hacía que su estadía en el recinto fuera más corta.

El pelinegro tuvo que ir a la tienda debido a que Izana lo había llamado, pero ella no había quedado sola, ya que Mikey siempre llegaba a visitarla en las tardes, no había un día en que él faltara.


La noche ya había llegado y eso significaba que no lograría ver a Shinichiro. De vez en cuando, miraba hacia afuera de la sala, sus padres tampoco se veían, lo más seguro es que tendrían trabajo.

Tomó un pequeño espejo y se miró. Se encontró horrible, su cabello ya no estaba del todo bien, su rostro se veía más descuidado, además de lo pálida que se veía.

Sin notarlo, algunas lágrimas comenzaron a caer por su mejilla. Las secaba con la manga de su pijama, otros pensamientos comenzaron a atormentarla, "¿Estoy siendo una carga para Shin?, ¿Está descuidando muchas cosas por venir a verme?, ¿Ya no le parezco linda?, jamás me diría que me veo mal".

Se vio interrumpida cuando sintió como la puerta se abría, dejando ver a quién pensaba.

- Shin... - Trataba de limpiar el resto de las lágrimas para que el chico no lo notara.

- Lo siento, Takeomi había metido las patas, así que tuve que... - Se detuvo cuando vio a la chica con los ojos rojos - ¿Qué pasa? - Se acercó rápidamente a ella.

- No es nada, solo que ya quiero irme de aquí. - Le mostraba una sonrisa.

Él limpió su rostro y luego depositó un beso en cada mejilla de ella - Verás lo rápido que saldrás de aquí. - La abrazó.

ꜱᴇʀᴇɴᴅɪᴘɪᴛʏ ~  ꜱʜɪɴɪᴄʜɪʀᴏ ꜱᴀɴᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora