Capítulo 5

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'Las apuestas son peligrosas, más filosas que el cuchillo de las amenazas. '

Hyunjin acarició el símbolo de infinito que colgaba en su cuello, sus dedos jugueteaban con la cadenita, esperando por sus amigos. Félix fue el primero en llegar, como siempre, Christopher detrás suyo. Antes de poder saludarlos el mayor de los tres prestó atención al collar.

— Que bonito —dijo, tomándolo con cuidado—. Déjame verlo.

Christopher prestó atención también, curioso. Hyunjin sabía que si algo era peor que la rivalidad entre primos, era la complicidad entre los mismos. Ellos dos, particularmente, cuando se ponían de acuerdo podían llegar a ser realmente desesperantes. Sonriente y divertido se quitó el collar para permitírselos. Ambos comenzaron a examinarlo como si fuera la octava maravilla.

— Sunghae y tú deberían ser pareja, cariño —declaró Félix, sonriendo con picardía—. Incluso podrían usar artículos de pareja y verse cute.

— Sunghae es solo y únicamente mi amiga.

Ellos le entregaron su collar, no satisfechos con su respuesta. Hyunjin lo ajustó a su cuello con facilidad, poniéndose de pie para ir con ellos.

Para cuando volvió a casa, sin embargo, pudo notar la ausencia de su prenda. Extrañado intentó hallarla palpando su cuello, pero no estaba. Su corazón se aceleró un momento y decidió mirarse en el espejo solo para corroborar que efectivamente el collar no se encontraba ahí. Intentó recordar si se lo había puesto o quizá guardado en el bolsillo sin darse cuenta. Desesperado corrió a buscar en el bolsillo de su pantalón, sin éxito. Volcó la mochila sobre su cama, revisó libro por libro, cuaderno por cuaderno y hasta en el último bolsillo disponible.

— No puede ser —se lamentó para sí mientras se sentaba al borde de la cama con desesperación.

No podía perder la cadena, punto. Era un articulo especial, Sunghae se lo había obsequiado como un símbolo de amistad y en ese momento ya no estaba. La culpa comenzó a taladrar en su cabeza.

— Es culpa de los chicos —dijo fastidiado.

Pero al instante se arrepentía de haber dicho eso, no era culpa de ellos, era suya. ¿Cómo se lo diría a Sunghae, de cualquier modo? Ella no podía enterarse. Debía encontrar ese collar a como diera lugar, así tuviera que volcar el mundo, debía hacerlo.

Al día siguiente lo primero que hizo fue regresar al jardín donde había estado con sus amigos, con la esperanza de que estuviera ahí, que nadie la hubiera encontrado aún. Parecía tonto buscando entre cada pastito, pero su amistad estaba en juego y él iba a dispuesto a todo. Cuando las piernas le dolieron por estar de cuclillas, se dejó caer en el pasto. Suspiró agotado, estresado. Una risa burlona se presentó a sus espaldas, él rodó los ojos al reconocerla.

— ¿Qué quieres? —Preguntó con fastidio. Seungmin avanzó hasta rodearlo, se inclinó a unos cuantos metros de él, extendiendo el puño por el cual una titilante cadena plateada caía suavemente.

— ¿Buscas esto?

Hyunjin le miró con ojos bien abiertos.

— Tú... ¡¿Como la tienes?!

— Estaba tirada junto a tu asiento. Ni siquiera te diste cuenta cuando se cayó.

Hyunjin sonrió apenas, mirándolo con ilusión. Justo en ese momento lo amaba, era su salvador, podría abrazarlo por la felicidad.

— Gracias —extendió la mano, tratando de alcanzarla, pero Seungmin negó, encerrando el collar en su puño.

— No tan rápido, no será tan fácil para ti.

El alto azabache le miró ofuscado, incrédulo.

— ¿Qué? ¡Seungmin, devuélvela! Es mía.

— Tú la perdiste... y a menos que quieras que la llorona, cursi y sensible de Sunghae haga un drama, deberías estar sumamente agradecido conmigo.

— Ya dije gracias —refirió—. Pero... gracias, nuevo —en ese momento el orgullo estaba en el suelo.

Seungmin lo analizó un momento, poniéndose de pie con lentitud.

— Al final la perdiste, es tu problema —la metió en su bolsillo, girando en sus talones para comenzar a andar, Hyunjin se puso de pie en ese momento.

La desesperación se apoderó de la mente del pelinegro. Aunque tenía que pensar rápido no podía razonar con lógica. Y como bien decían por ahí apresúrate y chocarás.

— ¿Qué tengo que hacer para que me la devuelvas?

Era probablemente lo que Seungmin esperaba escuchar. Se detuvo y giró en sus talones, volviéndose hasta él.

— Tardaste en preguntarlo —murmuró, analizando el rostro ajeno—. Pero esto es lo que quiero; sé lindo conmigo. Está bien si es fingido, pero debes hacerme creer que es real.

El más alto trastabillo mentalmente. Era una petición que sobrepasaba el límite de su entendimiento.

— ¿Qué intentas decir?

— Quiéreme como a ella, Hyunjin. Si logras convencerme de eso, te voy a devolver la cadena.

— Pero, ¿cómo se supone que haga eso? Tú eres un poco...

— Empezamos mal —interrumpió—. Tómalo o déjalo. Esto resulta en beneficio tuyo al final de cuentas.

El moreno apretó sus labios con frustración, no podía evitar sentir que estaba siendo bruscamente amenazado. Seungmin era capaz de deshacerse del collar y con ello lastimar a Sunghae y él, era capaz de hacer lo que sea para recuperarlo.

— Bien.

El castaño sonrió ampliamente. Parecía haber obtenido una gran victoria.

— Genial. No me decepciones, desubicado —concluyó, emprendiendo el camino una vez más.

Hyunjin se permitió suspirar con preocupación. Era como si hubiera estado conteniendo el aire de sus pulmones. Ser lindo con alguien no le resultaba una tarea sencilla. Félix y Sugnhae podían ser sumamente agradables con las personas, Christopher por su parte podía fingirlo, pero él ni lo uno ni lo otro.

A pesar de ser alguien que navegaba con bandera de amabilidad y carisma, en el fondo era un chico inseguro que no sabía cuando tomar cariño con la gente. Además, cuando alguien no le agradaba, simplemente no podía disimularlo.

La sinceridad había sido la clave de sus amistades hasta el momento y, si quería recuperar su pertenencia, debía intentar ser lo más sincero posible con Seungmin. Era un apuesta arriesgada, pero prometedora.

Quiereme como a ella (HyunMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora