Quiereme como a ella (HyunMin)

Capítulo 8

《Cuando estamos a punto de rendirnos ¿cuáles son exactamente los términos para hacerlo?》

Las primeras horas en el colegio pasaron de manera tranquila, Seungmin era de manera oficial, su compañero de mesa.

Estaba tranquilo e indiferente. Notando que llevaba una venda que cubría su mano izquierda, lo cual lo llevó a la conclusión de que el domingo lluvioso si se había lastimado con esa caída. Por lo tanto, fingida o no, había un margen de error. Durante el receso decidió no seguirlo y a él pareció no importarle, sus amigos estuvieron dramatizando toda la hora libre, porque 'por fin' estuvo con ellos. Christopher insistía en querer saber, mientras Félix buscaba por todos lados algo que llamase su atención. Hyunjin decidió no tomárselo a pecho, si Félix estaba enojado o si es que ya sabía algo prefería descubrirlo después. No decirles sobre su pequeño problema no era por falta de confianza, lo único que deseaba en ese momento evitar era que ellos acabasen enredándose en ese embrollo con él.

Si ponía los pies sobre la tierra, podía llegar a la conclusión de que estaba siendo manipulado por un niño caprichoso. Decírselo a sus amigos sólo desataría más caos, Christopher lo tomaría de un modo serio, trataría de razonar con Seungmin y en caso de que no funcionara, Félix entraría en escena para hacer escándalo y drama.
Hyunjin no podía permitir que eso sucediera. Para el final de las clases decidió ir en busca de sus amigos para ir juntos a sus hogares, sin embargo, apenas poner un pie fuera del salón de clase una mano esbelta tomó su muñeca desde atrás, no era necesario voltear para saber de quien se trataba.

— ¿Qué quieres, Seungmin? —Preguntó sin dejar de caminar y en consecuencia, Seungmin caminó con él.

— Dijiste que iríamos —le recordó con seriedad al ponerse su lado y soltarle.

— ¿A dónde?

— Al mar. Dijiste que ibas a llevarme y quiero ir ahora.

— ¿Ahora? —Preguntó casi asustado, deteniendose para mirarlo—Es lunes, el mar está a quien sabe cuanto tiempo, no tenemos boletos, mañana hay clases y no traje nada.

—Los boletos los tengo yo, la escuela no importa y podemos ir por tus cosas —informó el castaño con seguridad, sosteniendo su mirada—. Somos adolescentes, debemos hacer locuras, es nuestra única obligación.

— ¿Enloqueciste? No iré.

— De acuerdo —aceptó, metiendo las manos en sus bolsillos antes de comenzar a caminar más rápido.

Hyunjin sabía que, aunque había sido básicamente fácil convencerlo de no ir iba a pagar un precio por hacerlo. Suspiró, cerrando los ojos antes de llamarle.

— ¿Irás solo? —Preguntó lo suficientemente audible para ser escuchado.

—Claro —respondió él, comenzando a caminar de espaldas, una sonrisa llena de maldad apareció en su rostro—. Aprovechare a deshacerme de esta basura —comentó mostrando la cadena antes de girarse para caminar correctamente.

Hyunjin pudo jurar que su existencia le preguntó al universo el por qué y finalmente cometió un suicidio emocional. Corrió a él con algo de torpeza para caminar a su lado. Seungmin guardó la cadena con una sonrisa triunfal, permitiéndole acompañarlo.

Mentirle a Krystal sería sencillo teniendo a Seungmin a un lado. Unas cuantas miradas suplicantes le bastaron al castaño quién mintió al decir qué solo tendrían un pijamada en su casa y que en verdad quería que Hyunjin fuera, a pesar de ser inicio de semana. Lo peor había sido que Krystal creía ciegamente en sus palabras.

Hyunjin se preguntaba, durante el viaje en autobús, cual era la razón por la que Seungmin insistía en ser tan amigable y adorable ante la opinión de Krystal. Suspiró. Mirando en su reloj. Su peculiar acompañante no le había explicado nada sobre el viaje que estaban realizando, pero usando la inteligencia podía sacar una estadística de viaje; llegarían a la playa alrededor de las cinco de la tarde. Podían aprovechar un poco de luz diurna. Probablemente, se quedarían todavía a la mañana siguiente y, si la suerte estaba de su lado, estarían volviendo a la ciudad para la tarde.