Capítulo 27

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21 de septiembre, 2020

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21 de septiembre, 2020.

Desde que ellos se marcharon no había dejado de llorar, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero el dolor en los dedos cada vez iba a menos, lo que más me hacía daño era el dolor sentimental.

Sabía que Graziella podía ser mala, pero había superado lo que pensaba de ella, y no había previsto que ella iría a hacerle daño. Siempre pensé que podía conocer a cualquier persona en poco tiempo, pero con ella me confundí, nunca quiso que la conociera porque ya me conocía, ella ya sabía quién era antes de que yo la conociera y eso le dio una ventaja que yo nunca tuve ante ella.

Recordé a mis padres, pero sobre todo a mi madre, de vez en cuando venía a mis pensamientos las ganas de contar la verdad y acabar con esto cuanto antes, pero sabía que mi madre no estaría orgullosa de mí si lo hacía.

Flashback

—Mamá. —La llamé, ella estaba acostada en la cama, la quimioterapia la había dejado bastante mal y solo quería descansar.

—Dime, cariño. —Se intentó reincorporar, pero yo la paré y volvió a la posición anterior.

—¿Y si no soy capaz de dar la talla en la DEA?

—¿Cómo no ibas a dar la talla?

—No lo sé, no soy como Aaron.

—No se nace sabiendo, hija. Yo cuando entré a la DEA tampoco sabía cómo hacer las cosas, pero con constancia y trabajo aprenderás.

—No creo que sea lo suficientemente fuerte para eso. —agarró mi mano e hizo que la mirara a los ojos.

—Eres más fuerte de lo que piensas, serás capaz de afrontar esto y más. Quiero que te acuerdes de mí cuando pienses que no eres capaz y mires al cielo, porque yo te protegeré desde allí.

—¡Mamá no digas eso! ¡Vas a superarlo!

—No cariño, este cáncer no se va a ir, sabes que la quimioterapia no está funcionando y esta era la última opción, pero me iré tranquila porque te dejaré en las mejores manos.

—¡Mama!

La abracé lo más fuerte que pude y lloré sobre ella, mientras me acariciaba el pelo para tranquilizarme como hacía cada vez que lloraba.

Fin del flashback

Miré al cielo como ella me dijo y suspiré.

—No voy a dejarme caer, mamá. Lo prometo, sé que estarás orgullosa de mí. Y tú papá sé que también lo estarías, cuida mucho a mamá, aguantaré.

Escuché la puerta abrirse y dejé de llorar, no quería que me vieran derrumbada. Vi a Simone bajar con un vaso de agua, iba bastante apresurado.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunté algo enfadada.

—Bebe, no sé cuándo podrás beber agua de nuevo.

Se acercó, levantándome del suelo y poniendo el vaso en mis labios y aproveché para beber todo lo que pude, pero en ese momento llegó Luciano y agarró el vaso estampándolo de malas formas en la pared, haciéndolo añicos.

—¡¿Qué mierda haces, Simone?!

—Lo siento, pero la quiero...

Un puñetazo cayó sobre él haciendo que cayera al suelo, después de dirigió a mí agarrándome con fuerza la cara para que lo mirara.

—¿Ves lo que has hecho? ¡Has puesto a mi hijo en mi contra!

—¡Yo no he hecho nada!

—¡Eres una maldita puta de mierda! ¡Una guarra!

—Padre, por favor,

—¡Tú cállate, ahora vas a entender de qué lado estás! —Lo miró y volvió a mí.

—¡Una puta barata que se ha acostado con mi hijo porque es la única forma que sabes de desarrollar tu trabajo! ¡Con lo que hay entre tus piernas! —dijo tocándome en mi zona íntima—. ¡A lo mejor tengo que probar lo que probó mi hijo para caer en tus redes! —apretó su mano haciéndome daño en mi entrepierna y yo le escupí en la cara.

—¡Eres la persona más despreciable que he visto! ¡Hijo de puta!

Luciano me da un bofetón, asco era la única palabra que podía sentir, no le permitiría tocarme más y mucho menos hacer lo que había pensado, estaba muy equivocado si creía que iba a permitir tal cosa. Una cosa era una tortura la cual podría soportarla, pero una violación era algo que no tenía pensado y que podría hacerme demasiado daño. Me agarró del cuello y apretó con fuerza.

—¡Vas a hacer que me enfade y entonces mataré a Massimo delante de ti!

—No le harás nada, no te conviene.

—Si yo quisiera ahora mismo te estarían comiendo los gusanos, recuérdalo.

Él agarró a Simone por la camiseta y le empujó hacia la salida. En cuanto salieron lo único que pensé era en escapar, mi cabeza recordó que había roto un vaso cerca, miré hacia ese sitio, pero los trozos eran demasiado pequeños como para usarlos para cortar las cuerdas, era imposible escapar de aquí sin ayuda.

 En cuanto salieron lo único que pensé era en escapar, mi cabeza recordó que había roto un vaso cerca, miré hacia ese sitio, pero los trozos eran demasiado pequeños como para usarlos para cortar las cuerdas, era imposible escapar de aquí sin ayuda

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La Infiltrada (+18)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora