El Yin y el Yang

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"A veces, las combinaciones más extrañas resultan ser las mejores obras de arte"








Recuerdo, perfectamente ese día. Como ya os he comentado antes, este fue el inicio del giro de mi vida.

Primer día de clase, y lo primero que hago es ir a abrazar a Pau. Mi mejor amigo. Es una de las mejores personas que he conocido nunca. Solo existe bondad y honestidad en su persona, es realmente maravilloso. He de decir, que a día de hoy, forma parte de mi vida y de mi rutina en la Universidad, dentro de poco el terminará y yo le echaré mucho de menos. Él va a terminar la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y yo Pedagogía, como no, ambos la estudiamos en valenciano, eso nunca debe perderse. Su Universidad está enfrente de la mía, de Psicología y quedamos todos los días en el bar de la esquina, Casa Sento, el mejor de todo Valencia. La mujer y su hija, hacen los mejores bocadillos que he probado, se enredan en tu paladar multitud de sabores, llegando a una galaxia que jamás habías conocido. Es una auténtica pasada. Pau y yo nos conocemos desde los dos años, junto al grupito de amigos de los que ya os he hablado. Siempre que podíamos quedábamos. No sé que sería de mí sin su existencia. Los quiero con todo mi corazón, sobre todo a él.

Prosigo, que me enrollo como las persianas. Y entonces, ahí estaba él.

Mi mente se quedó completamente en blanco. Como si me acabara de tomar el bombón más rico del mundo. Estaba sonriendo, nunca lo había visto. Seguro que era nuevo, ahora había que descubrir quién era y a qué curso iba a ir.

Así que, cogí a Lucía, amiga del año pasado, del brazo y le dije que me acompañara a investigar quién era. Por otro lado, envié a Pau para que hablara con él y le sacara más información. Obviamente, os estaréis pensando por qué no iba yo misma. Pues existen dos razones. La primera es que no quería ser pesada, porque estaba rodeado, literalmente hablando, de cincuenta chicas haciendo mil preguntas. Y la segunda, para eso tenía a Pau para que le sonsacara cosas y ya en el momento que me sintiera segura, acudir. Él era mi escudo.

Sentía una sensación de alivio. Me parece sorprendente como la energía de las personas te llega y te llena. A mí me había pasado con él. No sabía nada, absolutamente nada y sin embargo sentía como si pudiera acariciarme el alma.

Entramos en el Salón de Actos para que nos dijeran los tutores y nuestras respectivas clases. Solo hacía que pedirle al mundo que me pusieran con él. Pero para ello debía tener mucha suerte, y eso en mí, era muy difícil.

Pero entonces, pasó algo muy inesperado. No podía creerme que este chico también entrara nuevo. Era Álvaro, el mejor amigo de mi ex Daniel. Sentía mucha incomodidad pensar si se acordaría de mí, la verdad es que no me apetecía que todo el mundo supiera que Daniel me había sido infiel en varias ocasiones. Quería que el mundo me tragara y que nunca jamás nadie me encontrara.

- Oye, ¿yo no te conozco?

Me pareció oír una voz, así a lo lejos. Pero no quería girarme. Por favor, como fuera él...

- ¡Eh!

Alguien me tocó el brazo, y al girarme. Imaginaros quién era...

- ¿Tú eres Mía, verdad? La ex de Daniel, ¿no?

Quería morirme. Mis caras seguramente eran un cuadro.

- Hola... Sí. ¿Tú eres Álvaro, no?

- Sí tía, que fuerte. Menos mal que conozco a alguien.

Me dio un abrazo. Yo no entendía nada. Éste, junto con sus amigos, me insultaban por la calle cuando lo dejé con Daniel. Y ahora viene como cual sapo reculando... No quería más problemas. Ya hablaría con él de esto en otro momento.

- Sí, que bien...

Finalmente, aquel chico desconocido que tanto me había impactado, no iba a mi clase. Pero iba con Pau, él se encargaría de contarme todo de lo que se enterara.

Al cabo de unos meses, ya sabía muchas más cosas de él, bueno de Nico. Era argentino, había nacido allí pero había vivido muchos años aquí, en Valencia, prácticamente toda su vida. Todas las chicas estaban detrás de él. Era completamente normal, aunque intuí que no se sentía cómodo. Parecía un chico tímido, así no podría soltarse ni terminar de ser él mismo si estaban todo el rato acosándolo.

Cada noche que pasaba, pensaba qué podía hacer para que viera que era diferente, que no quería tener nada con él, más allá de saber de él. No quería que nos fusionáramos en un beso y no volver a verlo nunca más. Quería que se sintiera cómodo, o que simplemente se fijara en mí por el simple hecho de no mostrar ningún ápice de interés en él.

De vez en cuando, cuando yo me paseaba por el pasillo en los descansos entre clase y clase, sentía como me miraba, pero eran solo eso, simples miradas.

En los patios yo me acercaba a hablar con Pau y mi grupo de amigos de toda la vida, donde Nico se había instalado cual náufrago en plena tormenta. Pero él, no parecía fijarse en mí. Cuando yo estaba delante nunca le salía ninguna palabra. Me daba la sensación que le incomodaba que yo estuviera ahí. Así que poco a poco, dejé de intentar idear un plan, y abandoné. A pesar de ello, había conseguido dar luz a mi oscuridad y siempre le estaría agradecida. El mayor cambio que noté, fue que tenía ganas de levantarme por las mañanas, ya no me pesaba tanto la carga, era más fácil de llevar cuando lo veía. Mis poemas comenzaron a cambiar y a convertirse en el centro de todo, el amor.

En mi clase, había un compañero que era un amor, siempre estaba atento y pendiente de mí. Me aportaba mucha confianza y sobretodo sinceridad, que era lo que me hacía falta. Así que comencé a quedar con Vicente durante las fallas. Para mí, las fallas son la fiesta más bonita que tiene Valencia, me atrevería a decir del mundo. La tradición tuvo su origen en la ciudad cuando los carpinteros, en la festividad de San José, quemaban delante de sus talleres aquellos trastos viejos que ya no les iban a servir y los artilugios de madera que usaban para elevar los candiles que les habían iluminado durante el invierno. Poco a poco, esos materiales se han convertido en verdaderos monumentos, significativos, irónicos y sobretodo críticos acerca de la sociedad. Bueno, pues durante el inicio de las fallas, como lo típico es que la gente tome chocolate con churros, pues eso es lo que estaba haciendo yo. Pero algo interrumpió ese momento tan agradable, recibí una llamada de Aurora.

Fue como un lapsus, como un vuelco en el corazón, no entendía qué estaba pasando. Animada por Vicente le devolví la llamada. Me arrepiento de haber tomado esa decisión.

Al parecer, ella estaba pasando por una situación muy dura, y no tenía a quien acudir. Quería dejar de respirar, y poder encontrar esa paz que tanto ansiaba. O al menos eso me dijo. A partir de aquí, poco a poco fuimos retomando la relación, hasta volver a ser lo más parecido a lo que habíamos sido, pero multiplicado por mil.

Aquel verano, fue el mejor verano que había vivido hasta entonces. Recuperé a mi mejor amiga y conocí al amor de mi vida, Nico.

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