Belleza impura

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"La belleza impura es aquella que nos define y nos conforma. Es la que deberíamos  mostrar y no esconder. Cuando te enamoras de alguien, lo haces de su belleza impura, de sus manías, sus ronquidos, de todo lo que conforma su ser. Es lo que impulsa el amor, es lo que implica libertad y lo que significa la esencia. No la escondas, compártela, haz un acto de amor"




Cuando llegué a casa, sentí una mezcla de emociones, no podría describir cuál de ellas predomina en mí. Estaba feliz, realmente feliz. Había conseguido que al menos, Nico, por un momento se fijara en mí. Pero por otro lado, estaba extrañada. ¿Por qué me había pedido el número de Aurora? Al igual le gustaba, bueno, cierto es que ella es preciosa, pero es todo lo contrario a mí, tanto físicamente como internamente. Lo que nos unía era la locura, porque los locos solo se entienden con los que no están cuerdos.

Me tumbé en la cama y deje el móvil a un lado. Parecía una estúpida esperando un mensaje de él, seguramente me estaba haciendo falsas ilusiones. Además, en el caso de que le gustara, desde luego que yo no quería ni necesitaba estar con ningún chico. Era el momento de disfrutar, de ser libre y olvidarme por un tiempo. No hay dios que me entienda. Joder, ¿para qué engañarnos? Estaba deseando que me hablara.
Estando ya apunto de dormirme, una luz destelló mi rostro.
- Hola, soy Nico. ¿Todavía seguís allí? - Vale. Debía relajarme y no dar saltos por toda la habitación. Allá voy.
- Aah hola. Ya estoy en casa, había empezado a dejar de ser divertido. ¿Tú ya estás en casa? - Me he pasado. He sido demasiado borde, demasiado directa. Más bien, seca. Qué gran don para meter la pata.
- No te había visto divertirte mucho la verdad. - Se rió.
Vale, he parecido la típica amiga aguafiestas, pesada y aburrida. Perfecto Mía. Así seguro que vas a conquistarlo.
- Bueno, a ver. En algún momento me lo he pasado bien. - Reí, intentando suavizar la conversación. No quería parecer que lo vacilaba, ni tampoco que lo desafiaba.
- ¿Ah, sí? Bueno, está bien.
- Oye, ¿tus amigos te han dicho algo de nosotras?
- Demasiadas que no querrías saber, ¿por? - ¿De qué habrían hablado? Empecé a tener un poco de "miedo", porque si a alguno de sus amigos le gustaba, igual hacían el pacto de amigos y uno de los dos tiene que retirarse. Esto puede que se complique.
- ¿A qué te refieres? Bueno pues dime que piensas tú entonces, por si no quieres mojarte.
La verdad es que tardó en escribir. Todo el rato ponía escribiendo y luego en línea. Fueron dos minutos muy largos.
- Bueno, Aurora es muy guapa.
Menuda puñalada. Yo no quería ser la amiga que fuera a juntar ni a hacer de Celestina, desde luego que no. Me niego rotundamente. La verdad, es que en estos momentos, no quería seguir hablando. Sentí que estaba haciendo el ridículo. ¿Yo pretendía dar otra oportunidad al mundo?
A los 2 minutos aproximadamente, recibí varios mensajes de él.
- Que tú también eres muy guapa.
No entiendo a los tíos.
- Ya claro, ¿eso que se lo dices a todas no?
- No, solo a las que son guapas.
- Ah vale, me siento afortunada entonces. - Reí, para que no sintiera que lo estaba atacando. Pero desde luego que lo estaba haciendo.

- Oye, en el colegio todo el mundo habla de ti. Has tenido muchísima suerte, porque normalmente a los que llegan nuevos la gente no los trata muy bien...
- La verdad es que sí, no me puedo quejar, pero tampoco me gusta tanto... Me agobia.
- ¿Por qué? No sabes cuanta gente le gustaría que le pasara lo que te pasa a ti.
- Cuando lo vives no es lo mismo que cuando lo ves desde fuera.
- ¿A qué te refieres? - Pregunté extrañada.
- Pues que a mí no me gusta tener a todas estas chicas detrás ... Me siento incómodo.
- Pareces un famoso...  - Reí mucho.
- Ya bueno... pero tampoco te pienses que soy tan ligón.
- No que va. Seguro que te has liado con media Valencia.
- Qué va, te has pasado.
- Ah, perdona. Con un cuarto, no te ofendas.
- Pues seguro que tú igual.
Madre mía... Si supiera que solo he estado con un chico en mi vida. Va a pensar... Bueno mira, yo lo dejo caer y que entienda lo que quiera, no quiero espantarlo tan rápido.
- Puede ser. Siempre te quedará la duda.
- Tampoco te creas que soy aquí un Don Juan. Que a mi me van la morenas solo.
Bingo, se le acababa de escapar que no le gustaba Aurora.

Estuvimos hasta las tantas hablando. No podía parar de saber de él, no quería dejar que se fuera a dormir sin que pensara en lo especial que acababa de ser esta conversación. Era como si nos conociéramos de toda la vida. Existía una conexión tan fuerte, una atracción tan poderosa como la de los imanes, una vez se acercan, ya no pueden separarse.

¿Te quedas conmigo? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora