"Sé que puede parecer muy literal, pero la realidad es, ¿cuántas personas te acompañan durante la vida, sin tan si quiera olvidar, que vais juntos mano a mano? Es decir, es difícil encontrar personas que estén dispuestas a vivir lo que sea, con tal de que sea contigo. No importa quién, sino dónde. Puede ser tu pareja, tu fiel compañero, tus padres, tus abuelos, hermanos, primos, tíos, amigos o incluso un desconocido. Son personas realmente maravillosas, con ellos jamás volverás a estar solo"
La situación actual de la pandemia, comenzaba a cambiar. En poco tiempo comenzaría la Desescalada, donde utilizarían restricciones en cada una de las Fases. Eso era lo que implicaba empezar la nueva normalidad.
Ciertamente era una esperanza, un rayo de sol se asomaba por la ventana, después de casi tres meses encerrados. La verdad, es que psicológicamente ha sido un verdadero infierno. Hacía tanto tiempo que no me sentía sola, que mis fantasmas estaban desapareciendo, mi miedos e inseguridades poco a poco las estaba enterrando, me estaba curando. La ansiedad ya no dominaba mi vida, era realmente feliz. Pero he decir, que hay cosas que no pueden irse, sino que debes lidiar con ellas durante el resto de tus días. Sé que suena fuerte, de hecho, hasta a mi me duele tener que reconocer que mis pesadillas, mis noches en vela, mis ataques de ansiedad, el pánico y el miedo, no podrán desaparecer sino continúo trabajándolo. Solo quiero, que cualquier persona que pueda leer esto, sepa que si los problemas que le atormentan, le crean angustia, malestar o depresión, debería escuchar a la gente de tu entorno. No estás solo. No importa qué edad tengas, no importa que rol hayas obtenido en la sociedad, da igual que seas padre, hijo, novio, amigo, madre o tía. Habla. No te quedes quieto mientras todo te consume, sé que puedes salir adelante. Y si estás al otro lado, presta atención a las señales, no olvides que a través del cuerpo también hablamos, los gestos son muy importantes, ayuda a la persona a tener voz. Sin darnos cuenta, a veces, el propio entorno les hace más pequeños y tan solo necesitan que alguien les de un abrazo. No se trata de ninguna tontería. Hay personas, como me pasó a mi hace años, que quieren desaparecer, porque no saben como lidiar con sus demonios, al igual que no saben pedir ayuda. Ofrece tu ayuda, es mejor que te la nieguen que no expresarlo con palabras.
Todos estábamos deseando que comenzara la Desescalada, para poder ver a las personas que tanto amabas y se encontraban tan lejos nuestro. Es difícil encontrar palabras para expresar como me siento en estos momentos.
Mis noches se habían convertido en mi peor pesadilla. Necesitaba sentir al girarme que él estaba aquí. Cuando dormimos juntos, me paso toda la noche cerciorándose de que está conmigo. Debo sentir que su piel está cerca, que puedo escuchar su respiración, incluso la noche me presta los latidos de su corazón que actúan como una nana para mis oídos, llenándome de paz. Si me despertaba en la madrugada con una sensación de ahogo, mientras mis lágrimas caían por todo mi rostro, y mi respiración estaba muy agitada, completamente perdida, él estaba ahí para poner fin a mis crisis de pánico.
Recuerdo la primera vez que compartimos una maravillosa y gran noche, fue en Año Nuevo. Jamás olvidaré lo divertido que fue. Toda su familia estaba en casa, celebraban poder estar todos juntos y sobretodo el amor que desprendía esta unión. Comenzamos a tomar un ponche, que al parecer llevaba alcohol, reíamos a más no poder y bailábamos como críos. Añoro tanto esos momentos. Os prometo que cierro los ojos y los recuerdos me llevan a ese día y no puedo evitar sentir que estaba ahí. Pienso en él y puedo reconocer su olor. Su piel tiene un olor especial, es tan suyo que no sé como empezar a describirlo. No encuentro palabras tan mágicas para poder hacerlo. Pero estoy segura de que a todos vosotros os sucede. Le siento conmigo, y cuando abro los ojos, no está. Mi cabeza me lleva a terrenos tan insuperables, y a la vez cuando tomo conciencia que tan solo son pequeños sueños de los que debo despertar, me vuelve a invadir esa sensación de soledad. Todo estaba siendo demasiado.
Mañana comienza la Fase 1. Solo podemos salir a pasear a las horas que ellos nos marcan y con personas que vivan contigo, debes llevar mascarilla y mantener los dos metros de distancia. Cada uno teníamos horarios diferentes dependiendo de la franja de edad. Estaba claro que todo Valencia se iba a colapsar por zonas. Me sentía como si fuéramos ovejas en un rebaño, dirigiéndonos y nosotros acatando sus normas. Todavía no iba a poder ir a verlo, no se puede ir a visitar a nadie, a no ser que esté justificado. A las once de la noche, todo el mundo tiene que estar en su casa, y no puedes andar más de la distancia establecida. En fin. ¿Qué voy a contaros que no hayas vivido vosotros?
Como os estaba diciendo, os habréis dado cuenta de que hoy no es un gran día. Es uno de esos, en los que me siento completamente incomprendida. Poco a poco va formando parte de mí una sensación de ahogo, que me desgarra la garganta. Me duele, me pesa. La soledad se sienta frente a mí y me convence de que solo la tengo a ella. Pero aparece la ansiedad y me dice que solo ellas pueden ayudarme, nadie más puede hacerlo. Cae por mi rostro una lágrima que termina en mi barbilla, miro al suelo y ella se expande. Me empujan a que las inseguridades me dominen y me ahogo en un mar de lágrimas. Es muy difícil salir de las emociones negativas y plantarle cara a tu yo interior. A veces no son las palabras las que debemos escuchar, sino los gestos.
Entonces, apareció mi hermana por el pasillo. Me vio sentada cara a la ventana y simplemente me abrazó. Sabía que lo necesitaba. Su abrazo fue completamente curativo, sentí como viajaban por mis venas y mis arterias brotes de luz hasta llegar a mi corazón. Acto seguido salió una sonrisa en mi rostro.
Esperaba recibir una llamada de Nico. Necesitaba que su voz formara mi armonía. Y al cabo de un par de minutos, sonó el móvil.
Amor.
Te he echado de menos.
No voy a dejar que nada te pase ¿Lo sabes, verdad?
Siempre me curas.Comenzó mi río de lágrimas, de emoción de poder escucharle.
- Tengo que decirte algo muy importante, Mía.
- ¿Importante?
- Es una decisión muy importante.
- No quiero que me la digas por aquí, por favor.
- Oye, ¿y si nos cruzamos accidentalmente por la calle?
- No tenemos dónde hacerlo...
- En una semana ya pasaremos a la Fase 2, podrás venir.
- Quiero ir. Te necesito Nico.Estuvimos horas y horas hablando. En tan solo tres meses habíamos perdido nuestra vida juntos. Nuestra casa. Todo. No era fácil de asimilar que por la mañana tuviera que despertarle a besos para que fuera a trabajar. Y ahora no.
Debo decir, que amaba estar en mi casa. Adoraba estar con mi familia, les echaba mucho de menos. Era bonito que nos hubiéramos reunido todos, como en los viejos tiempos. Nos pasábamos el día haciendo locuras, como solíamos hacer. Luego comenzaba la panzada de ver series y películas. Hacíamos bizcochos para merendar, palomitas o palmeras caseras. Mi hermana y yo hacíamos ejercicio, yo más que ella, pero al menos me acompañaba. Hacía video llamada con Noelia y Patricia, con Pau o Alex y por último con Nico antes de ir a dormir.
Debo decir, que desde que comenzaron las Fases, poco a poco mi ánimo fue cambiando. Comencé a hacer Yoga y meditación, como me había recomendado la Psicóloga. Menos mal, que los tenía a todos ellos, que iban mano a mano conmigo.
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¿Te quedas conmigo?
Teen FictionMía es una joven que ha vivido experiencias en su adolescencia que han marcado el nuevo rumbo de su vida. Ha conocido qué es vivir el acoso escolar de primera mano, la depresión y la desesperación de sentirse sola. Pero un día de verano sin esperarl...