El caos

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El caos existe en cada uno de nosotros. Todos vivimos en un caos, pero debemos saber amarlo. Ese caos, es tu esencia, eres tú en todas tus facetas. No debes ocultarlo.














Resulta, que el domingo era una comida para planificar un viaje a Cuenca. ¿Por qué me habría invitado? Igual no era una indirecta, solo se trataba de algo espontáneo del momento.

Cuando me estaba dirigiendo a su casa, todo me resultaba tan familiar. Desde que no estábamos juntos que no pasaba por esta zona. Solía evitarla. Supongo que tenía miedo de ese reencuentro tan esperado. Lo llamé cuando estaba abajo, pero me dijo que subiera que tenía que terminar una cosa. Os prometo que estuve a punto de quedarme abajo esperando. Pero algo me llamaba y no pude evitarlo.

- Hola Mía, pasa enseguida estoy.

Apreció corriendo Biggie, me tiró al suelo y me chupó entera. No hacia más que llorar y quererme. Lo había echado tanto de menos. Mi vida no era igual sin su amor incondicional.

- Espera, Biggie. ¡Ven aquí! ¡Quieto!
- Dios. ¡Está enorme!
- Oye, tengo que decirte una cosa. Pero no te enfades ¿vale?
- Bueno eso ya lo veré. Dime.
- Pues esta comida es para hablar un viaje a Cuenca de dos semanas. Mi padre me ha dicho que si quieres venir, por ellos perfecto. Pero tendrías que decirlo hoy porque van a reservar la casa rural.
- ¿Yo?
- No, la que tienes detrás. ¡Pues claro!
- Pero es que es todo muy precipitado no sé...
- Bueno esta noche me lo dices, ¿vale?
- Pero es raro. Nosotros pues eso...
- ¿Nosotros qué?
- Pues eso... Ya lo sabes, no me hagas decirlo.
- A ver, somos adultos. Si tenemos que compartir habitación, pues se hace. No pasa nada. Yo no voy a hacer nada que tu no quieras hacer.
- No quiero hacer nada. Solo somos amigos.
- ¿Amigos?
- Sí, amigos.
Era consciente de que acababa de poner un límite por no pensar. Yo no quería delimitar nada, solo quería compartir tiempo con él. Es cierto, que me preocupaba bastante la idea de que estuviera su familia. Siempre se habían portado como si yo fuera una hija más. De hecho, yo solía quedar con la madre de Nico habitualmente, ella fue el foco que me inspiró durante esos 10 meses.

- Vale, pues amigos somos. ¿Nos vamos ya?
- Sí, vamos.

El encuentro con su familia, por parte de padre, no me preocupaba, aunque me daba miedo que ya no fuera lo mismo. Pero bueno, tenía que enfrentarme.

- ¡Hombre! Qué sorpresa tan bonita. ¿Cómo estás linda? ¡Cuánto tiempo!
- Hola Sol, muchas gracias por invitarme.

Era la abuela de Nico. Era realmente preciosa. Me enternecía mucho su presencia. Pero he de decir, que no me olvido de la abuela por parte de madre, amaba a esa mujer.

Al parecer el viaje, lo había organizado el padre de Nico y la novia, el tío de Nico y su novia y además el hermano y un amigo. No estaba segura de que fuera a ir. No sabía si era buena idea.

- Che Mía, ¿vos venís no? - Me dijo su tío.
- No lo sé, es que tengo que consultar alguna cosa y eso. - Estaba roja como un tomate, quería que la tierra me tragara.
- Hombre, tenés que venir. Lo pasaremos en grande, ya lo verás. -Miré a Nico, me agarró la mano y me dijo al oído:
- Vas a flipar con el sitio.
- Ya sabes que no puedo ir. Ahora mismo no puedo pagarlo.
- Eso no es problema.
- Nico, no.
- Que sí, que si es ese el problema, ya está más que solucionado.
- Pá, apunta a Mía.
- Nico que no...
- ¡Está bien hijo!

Cuando llegué a casa, llamé a Zac. Le conté todo lo que había pasado. Él lo entendió, no se enfadó. Me deseo lo mejor y que cualquier cosa que necesitara siempre iba a estar ahí para mí. De hecho le dije que no quería ir al viaje, él me animó para que lo hiciera, para que fuera y me divirtiera y sobretodo fuera libre con mi decisión.

Así que, llamé a Nico y le dije que sí que iba a ir, que no me rajaría. El domingo que viene me tenía ahí.

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