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—Adrien—

No sabía a donde me dirigía, lo único que hacía era correr sin parar un solo segundo. Mi pecho subía y bajaba debido a la intensidad con la que lo hacía pero era mi único método de escape.

Me detuve justo detrás de una de las casas en ruinas, ahí fue donde me desmorone en mil pedazos desde que dejé a Marinette en aquellas condiciones.

El haberla escuchado llamarme para que regresara con ella me partía el alma.

Más sabia que era lo mejor para ella, iba a estar mejor sin mi.

Pronto sentí mis mejillas mojarse por unas lágrimas que caían con rapidez por mi piel.

Mi pecho ardía por todas las emociones que sentía en aquellos momentos de desesperación.

—Lo siento... —Dije mientras colocaba mis manos en puño en la pared—Perdóname Marinette.

Debía ser fuerte, sobre todo por ella para que así ella logrará superar todo.

Me recompuse y fue cuando decidí seguir mi camino, tenía que hacer estallar todo lo que tenia planeado para que así, ella tuviera un lugar mejor en el cual tuviera una mejor vida que la que ya tenía.

Fue ahi cuando a la distancia vi la mansión Tsurugi.

(•) (•) (•)

—Marinette—

Mi pecho dolía, no dejaba de llorar desde que el se había ido y apenas pude levantarme y entrar a mi habitación.

Me sentía confundida y dolida al mismo tiempo.

¿Cómo pudo hacerme esto?.

Me dolía que no confiara en mi y me ocultara tal secreto y sobre todo que se quisiera alejar de mi por pensar que podría hacerme daño.

Jamás lo vería como un mounstro como el pensaba, era algo realmente ilógico que el pensara así de mi.

Por un momento creí que podría hacerlo entrar en razón más fue inútil.

Lo amaba con todo mi ser y el saber que el pensaba tales cosas me dolía.

Tenía que buscar una solución, no podía dejarlo solo con ese problema, tenía que hablar con él y hacerlo ver que estaba mal.

Sentía que de algún modo se avergonzaba de sí mismo ya que cuando lo conocí su actitud era totalmente diferente, sobre todo por aquellas discusiones que teníamos a menudo.

Limpie mis lágrimas y me levante de mi cama, llendo justo a mi espejo, mi madre subiría en cualquier momento y si no me calmaba me haría todo tipo de preguntas sobre mi estado y eran las que menos quería contestar.

No debía involucrarla tenía que ser lo más cuidosa posible para que mi madre no se enterara de nada.

La guardia real estaba tras de Adrien y al ya saber su identidad, las dos corríamos un gran peligro y no dejaría que le hicieran algo a mi madre.

Al despertar no pude evitar sentir un pequeño dolor en mi cabeza, si estuve llorando parte de la noche.

El recordar como habían pasado todo me hizo sentir demasiado mal, ni siquiera baje con mi madre para darle las buenas noches, simplemente me encerre en mi habitación fingiendo estar dormida. Al levantarme, sentí como mis huesos dolían, el cansancio me estaba matando, sobre todo mi cabeza, pero aún así debía continuar con todo.

Me mire al espejo y trate de borrar aquellas lágrimas para que mi madre no hiciera preguntas que no quería contestar al menos el día de hoy.

Sali de mi habitación, la sala de esta se encontraba vacía, me imaginaba que mi madre estaría aun dormida, pues era temprano. Decidí salir al patio trasero y ahí en la pileta eche un poco de agua en mi rostro para tratar de despertar mejor.

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora