[ XLIII ]

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—Adrien—

Una vez que Nino y yo terminamos de leer gran parte del diario intentando buscar más información acerca de esa persona que nos podría ayudar, mi amigo decidió irse para poder descansar luego de estar toda la noche investigando el libro.

Yo no pude quedarme quieto y fui hasta la casa de Marinette más aún era demasiado temprano pero me encontré con la sorpresa de que aún no despertaba.

—Lo siento Adrien pero no podrás verla hasta más tarde, el trabajo de ayer la a dejado bastante agotada que no ha despertado—Sonrió Sabine de forma comprensiva.

—No se preocupe, será en otro momento entonces—Asentí con mi cabeza y ella correspondió a mi gesto.

Me despidió con un alegre hasta luego y yo me gire para salir por el pórtico de la casa, después levanté mi cabeza y mire detrás mío, directamente hacía el balcón donde ella solía encontrarla, pero ahora solo aquellas ventanas estaban cerradas cubriendo su interior por las cortinas de esta y ahí fue donde una idea llegó a mi mente.

Antes de hacer lo que tenía pensado, recorrí un lugar donde sabría estaría lo que buscaba, camine un par de calles y ahí encontré una pequeña rosa entre tantas de esta, la tomé con cuidado y la corte para así regresar de nuevo a casa de Marinette. Me asegure de que no hubiera nadie rondando por los alrededores que me viera y pensaran mal la situación y una vez listo, subí como era de costumbre para llegar al balcón de Marinette.

No era tan difícil para mí, pues varias veces subía para encontrarme con ella cuando iba con mi antifaz y mi traje cubriendo cualquier indicio de quién era y por eso mismo debía ser rápido pues la luz del día podría delatarme y me confundirían como un ladrón entrando por la ventana para robar.

Al llegar al barandal, cruce este y pronto empuje las ventanas, las cuales no tenían ningún seguro puesto.

Al abrirlas, la apenas luz del sol se coló detrás de mi, iluminado un poco la habitación dirigiendo mi vista hasta Marinette.

Cerré detrás de mi las ventanas y cortinas que pudieran provocar que fuera descubierto por ella y pronto me adentre a la habitación tratando de hacer el menor ruido posible.

Efectivamente, ella aún estaba dormida después de el arduo trabajo que tuvo el día anterior.

Me acerque hasta la cama, estaba a espaldas de mi durmiendo con profundidad.

Mire a todos lados buscando donde dejar la rosa que traía conmigo, no quería que Sabine entrara y la viera, ya que lo que estaba haciendo no era correcto. Entrar a la habitación de alguien sin permiso no era buena idea, mucho menos de una mujer, así que me apresure y encontré el lugar perfecto.

Abrí las puertas del armario y pronto metí la rosa con cuidado en uno de los bolsos de uno de sus vestidos.

Mi piel se erizo al escuchar como Marinette se quejaba y movía entre las sabanas, gire mi vista para averiguar si aún seguia dormida y así fue.

Tome aire y pronto camine con total cuidado de no hacer ruido hasta llegar a los pies de su cama, mirándola desde arriba, no pude evitar sonreír como un tonto al verla y quedar hechizando con su belleza.

Marinette era la mujer más hermosa que había visto en mi vida y el tenerla a mi lado, me hacía el hombre más feliz y suertudo del mundo, sobre todo con la vida que llevaba, siendo un criminal y a la vez, alguien con poca fortuna para crear amistades.

Me agache en mi lugar y apoye mis manos en el colchón de su cama, observando como dormía, analizando con detenimiento sus rasgos al dormir, aún me causaba gracia el que no le gustará que la viera mientras dormía más para mí era preciosa, su semblante era tan tranquilo, ver su cabello esparcido en la almohada y el como se acomodaba en las sábanas.

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora