[ XXII ]

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—Marinette—

Me sentía realmente emocionada, iría a ver a Adrien en pocas horas y la sola idea me hacía brincar de la emoción.

Sentía la emoción recorrer todo mi cuerpo y las horas se me hacían eternas para poder salir. Ese día no iría a trabajar a la mansión Tsurugi ya que gracias a mi esfuerzo por todo el día, nos darían uno de descanso.

Vatia sin atención alguna el contenido de lo taza con la pequeña cuchara, incluso no escuchaba lo que decía mi madre.

Estaba demasiado distraída.

—Mari...—Ahi fue donde preste toda mi atención.

—¿S-si...?—Pregunté con duda de lo que me estaba preguntando.

—Hija—Soltó una pequeña carcajada—Te preguntaba si querías acompañarme al mercado, pero veo que estas en otro lado—Confesó aun con su estado sonriente.

Abrí mis ojos por mi falta de concentración. Dejé mi taza de lado y me recargue en el respaldo de la silla para darle una respuesta coherente sobre mi falta de concentración, algo que no la hiciera dudar.

—Lo siento mamá— Me disculpe con una sonrisa de lado—Solo estaba algo distraída.

—Me imagino— Se levantó de su lugar y tomó los platos que habíamos utilizado para armosar y dejó un beso en mi cabeza— ¿Qué te trae así?—Me pregunto.

De inmediato me levante y la ayude a recoger la mesa tomando algunos de los cubiertos y limpiando alguna que otra gota de la sopa que se me había derramado.

—No es nada mamá, solo estaba pensando en cosas mias— La encontré lavando los cubiertos.

Escuche una pequeña burla de su parte, pero no la culpaba, estaba tan distraída que ni siquiera sabía de lo que estuvimos hablando parte de la mañana.

—Y claro que quiero acompañarte— Confirme, aun quedaban pocas horas para ir a verme con Adrien y quería aprovechar ese tiempo para que se me pasara un poco más rápido.

—Esta bien, entonces ve y arréglate.

—¿Eh? ¿Por qué?—Pregunté confundida, esta vez ella dejo lo que estaba haciendo y se cruzo de brazos con una sonrisa de oreja a oreja.

—No querrás ir al mercado en camisón ¿O si?.

Abrí mis ojos por su respuesta y baje mi vista a mi ropa, era cierto. Aún no me había cambiado de ropa, me cubrí mi torso y escuché como ella volvía a reír soltando carcajadas por mi cabeza tan descuidado.

Subí a mi habitación y cerré lo puerta al igual que las ventanas para así poder cambiarme de ropa.

«Por dios Marinette ¿¡En que estas pensando hoy!?»

Me recremino mi mente e inevitablemente una sonrisa apareció en mi rostro.

Era obvio que mi cabeza no estaba donde quería, el simple hecho de pensar en Adrien hacia que no pensara con claridad.

Me decidí por vestirme con un vestido rosa palo, el cual dejaba al descubierto un poco de mis hombros y brazos adornandolos con unos hermosos tirantes de encaje y unos zapatos que no tenían nada de tacon alto para así estar más cómoda.

Una vez que me arregle, me miré al espejo y cepille mi cabello, decidiendo dejarlo suelto y aplique solo un poco de maquillaje en mis mejillas para que estas realtaran y un leve lápiz labial que ni siquiera tenía un poco de color.

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora