[ XLIX ]

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—Marinette—

Llevaba ya dos días sin saber nada de Adrien y aunque estaba de acuerdo que eso era lo mejor para él. La idea de no tener idea de donde o como estaba me traía totalmente loca.

—Amor, vas a hacerle un hoyo al piso si no te sientas.

Mi madre con dos tazas en sus manos camino hacia la mesa y las dejó en la madera de esta junto con un pequeño plato y algunos panes para acompañar.

—Lo siento, es que estoy tan desesperada por todo esto; La cacería del rey por la cabeza de Adrien esta más fuerte que nunca, jamás había visto a tantos soldados haciendo guardia en cada una de las calles y el no saber en donde está me tiene aún más preocupada.

Hizo un pequeño gesto con su cabeza y me indico que me sentará a su lado y así lo hice.

Acercó una taza frente mío junto con una cuchara para que comenzará a echar un poco de azúcar en esta.

—Se que estas preocupada—Bajo su cabeza buscando mi mirada, más yo la tenía puesta en como el té giraba por la cuchara—Pero es Adrien de quien hablamos, muchas veces les ha hecho frente a la guardia y ellos jamás han podido con él, más que nunca debemos tener confianza en lo que hace.

—Si, pero lo que vi hace unos días cuando me llevaron a palacio es lo que me tiene loca ¿Dónde se ha quedado? Destruyeron su casa.

Mi madre poso su mano en mi hombro y esta vez gire a verla, encontrándome con una sonrisa en su rostro.

—Ten fé en que él esta bien, las malas noticias corren rápido y te aseguro que él se encuentra en un lugar seguro, aun tiene que llevarte al altar.

—¡Mamá!—Grite sonrojandome de inmediato—No estoy de humor para hablar de eso en un momento como este.

Mi madre rió de inmediato por ese terrible comentario haciendo que me encorbara en mi lugar por lo que había dicho.

—Esta bien, solo quería aligerar el ambiente pero creo que te puse aún peor.

Tome un poco de aire pensando mejor las palabras que me había dado, quiza ella tenia razón y debía comprender la situación en la que estaba, Adrien era muy listo y lo más seguro es que el ya tenia un lugar a donde ir en dado caso de verse en peligro.

Solamente quería verlo y saber que se encontraba bien, eso era todo.

—Tengo que tomar un poco de aire mamá, iré al mercado a traer todos los víveres que necesitamos—Me encogí de hombros—Así podre distraerme—Mire los muros de la sala de estar.

«Si, definitivamente tengo que salir de aquí»

—De acuerdo, yo iré preparando la comida en lo que tu haces tus cosas—Me sonríoa mi mejilla para plantar un beso en mi mejilla—Todo saldrá bien, ya veras que si.

Asentí tratando de apegarme a esa idea, me levante de la silla y tome mi bolso para así comenzar mi día.

Era domingo por la mañana, el día en que me levantaba temprano y traía todo lo necesario para la semana. Me gustaban esos días en que salía al pueblo y escogía que llevar.

Pero ese día era diferente, podía sentir un ambiente algo pesado.

El día estaba gris por las nubes de tormenta que se avecinaban y varios guardias rondaban por las calles.

Podía notar a la gente llena de inseguridad y miedo al verlos pasar por su lado.

Y eso era lo mismo que sentía yo, que podían estar leyendo mi mente, más trate de alejar esos pensamientos y me concentre en lo que estaba haciendo.

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora