[ XXXIII ]

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Había vivido una vida de lujos después de jugar y poner las cartas a su favor para así conseguir el trono de París y eso sin duda lo hizo alguien de poder en contra de lo que más aborrecía.

Estuvo demasiado tiempo tranquilo, hacía que la gente se arrepintieran de vivir en el país donde estaban, sabía como controlarlos perfectamente evitando así su ruina gobernando de una manera cruel y prepotente creando así su utopía la cual buscaba desde que era tan solo un joven lleno de esperanzas y que fueron masacradas para después volver a resurgir y conseguir lo que quería.

Miró la copa que estaba a su lado pasando ambos dedos el fino vidrio de este observando como el vino se movía por los constantes giros que hacia.

Pero aún estaba un obstáculo que lo venía persiguiendo ya desde varios años.

Chat Noir.

Aquel hombre que se atrevió a a desafiarlo incontables veces, del cual se creó un odio desmedido por esa persona.

Estaba decidido a buscarlo y darle caza para así terminar con ese martirio que no lo dejaba a avanzar con su imperio.

Desde que descubrió que le robaban no descanso ni un minuto, había caído en un rencor que no lo dejaba ni por las noches tranquilo y los incompetentes que le servían como guardias no eran más que los juguetes de ese sugeto, así era, nunca podían atraparlo cuando lo tenían en la mira y el último enfrentamiento fue un claro ejemplo de que no servían para nada, era tan detestable para él.

Pero algo en su mirada lo hizo querer descubrir quién se encontraba detrás de la máscara, esos ojos verdes ya los había visto en algún ladoa y la expresión de enojo de igual manera, era tan peculiar como por ese acercamiento lo hizo trastabillar para atraparlo, por que lo tuvo frente a frente y con un simple movimiento lo hubiera tenido y así acabaría con él.

—¿Quien eres Chat Noir?.

Miro por la ventana, observando como las personas caminaban al redededor del palacios, observándolas con despresio.

Llevó su mano a su cabellera rubia debido a la presión que cargaba, ahora más que nunca deseaba desenmascarar a ese que se le atravesó, por que tenía mil planes por hacer, pero sin duda, él los arruinaría, veía como protegía al pueblo y aunque algunos campesinos lo alavaran, otros más lo odiaban, eso era seguro.

Pero ¿Qué más daba? Él era el rey, podía hacer lo que se le antojara, los que aplastaria de un solo movimiento de su mano.

Debía acabar con Chat Noir, ese era el principal propósito para su reinado para así tener lo que el quería.

(•) (•) (•)

—Marinette—

Tome con algo de esfuerzo la cesta de ropa, ya la habían lavado las encargadas de esa tarea, pero ahora era mi turno tenderla para que esta se secara.

Los vestido de las Tsurugi de por sí ya eran algo pesados por lo ostentosos que eran, pero ahora que escurrian de agua lo eran aún más, era el doble.

No los escurrian lo suficientemente por temor a que se arrugaran y dañaran, así que estaban más que estilando. Dejé la cesta en el suelo y tome el primer vestido, este no estaba tan pesado ya que era para dormir y la tela era mucho más delgada, haciendome la tarea más fácil para colgarlo.

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora