—Marinette—
Regresábamos de la mansión ahora con Alexander, me sentía terriblemente cansada, sobre todo mentalmente y mi cabeza estaba a punto de estallar.
—Veo que Madame Tsurugi se ha pasado de la cuenta contigo— Hablo mi madre a mi lado—Te vez sumamente agotada, tranquila en cuanto lleguemos a casa te preparare un té para que te relajes— Acaricio mi brazo.
—Gracias mamá— Sonrei—Pero no fue Madame Tsurugi la que me tuvo así todo el día, en realidad fue su hija, en cuanto su madre se fue de casa comenzó a darme órdenes, creo que el primer día no le caí bien.
—Mi cielo, lo lamento mucho—Me abrazo por detrás de los hombros—Se muy bien como puede ser esa chica, lo hace para probarte pero a la vez, se empeña en que te agotes pero escuchame bien— Levanto uno de sus dedos para que pusiera suma atención— No debes darte por vencida, jamás le muestres debilidad por que de ahí es donde te tomará, pensara que no eres fuerte y no te dañara por el esfuerzo físico, si no de aqui— Apunto lo mente y después lo pecho, justo sobre mi corazón— Jamás lo olvides.
Sonreí por sus palabras, sin duda, mi madre era alguien muy fuerte pero sobre todo sabia, yo la consideraba así, ya que siempre regresaba agotada a casa pero nunca se rendía, sonreía en cada momento que ella regresaba a casa, jamás se daba por vencida y eso era algo que apreciaba en ella, el como podía seguir después de una larga jornada de trabajo.
Llegamos a casa y el cielo ya se encontraba con varios rayos de sol que iluminaban perfectamente el lugar. Justo al estar por llegar, logré ver a Alya, quien me miró con una linda sonrisa y me indicó con una seña de su mano que fuera hacia ella.
—Mamá, enseguida vuelvo.
Mi madre asintió y pronto entró a casa, enseguida fui hasta mi amiga quien llevaba consigo a sus hermanas a cada lado de ella.
—Marinette ¡Que bueno que te encuentro!— Dijo con una sonrisa fingida al ver como las dos pequeñas corrían en círculos hasta llegar a mi.
—Hola pequeñas ¿Cómo han estado?.
Ambas sonrieron y llegaron pronto a mi dándome un pequeño abrazo, se trataba de dos pequeñas gemelas y sus nombres eran Etta y Ella, sin duda Alya se notaba algo cansada.
—Necesito tu ayuda, estos dos monstruos me han pedido llevarlos a la plaza que esta aquí cerca, mi padre nos verá ahí ya que saldrá de su trabajo en poco tiempo—Dijo con gracia refiriéndose a si a sus hermanas mientras se cruzaba de brazos.
—Claro que si, solo deja aviso a mi madre que regresaré un poco tarde ¿De acuerdo?.
Alya asintió y para que mi madre me diera más aprobación, ella me acompaño, explicándole que su padre estaría ahí para cuidarnos y sobre todo traerme. Mi madre acepto un poco resia en su posición pero dejo que lo hiciera.
—Está bien Marinette, te mereces un descanso y ¿Qué mejor que divertirte? —Sonrio ella—Vuelvan con cuidado.
Ambas asentimos y nos dirigimos a esa plaza, las niñas iban adelante de nosotras y se notaba que tenían demasiada energía, ya que corrían por todo su alrededor, tratando de atraparse una a la otra.
—Gracias por acompañarme Marinette, sin tu quizá no podría con ellas dos— Solté una pequeña risa y me acerque a ella.
—De nada, se muy bien lo imperativas que son tus hermanas, te habría ayudado de no habérmelo pedido.
Alya sonrio en su lugar y me dio un fuerte abrazo.
—No se que haría sin mi mejor amiga— Confesó aun sin soltarme—Eres la mejor.
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Amor y Destrucción
Fanfiction-Adrien lleva ocultando un gran secreto a la sociedad que espera que nadie lo descubra, trata de vivir como una persona común y corriente entre la gente de París.- -Marinette, es una joven bibliotecaria que trata de ayudar a su madre en cualquier ga...