[ XXVII ]

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—Marinette—

Sentí una pequeño dolor en mi espalda, el lugar donde me encontraba recostada era demasiado duro y sobre todo incómodo. Apenas y me había dado cuenta de lo sucedio.

Me había quedado profundamente dormida justo cuando Adrien se dedico me recostó en el sofá.

«¿Adrien...?»

Él se quedó conmigo, recordé que antes de quedarme dormida él estuvo en aquellos momentos, apoyándome. Pronto esa angustia lleno mi cuerpo por completo, sentí como la realidad me salpicaba como una balde de agua fría.

Se habían llevado a mi madre, lo habían hecho de una forma cruel e injusta.

Sin ser consciente, un gran sentimiento de augustia me lleno por completo, el no saber nada de ella era horrible, jamás pensé que algo así llegara a pasar.

Trate de buscar con la mirada a Adrien, pero no se encontraba en casa, no escuchaba ningún ruido por el lugar y esa gran soledad me invadió.

«Se ha ido»

Solte un suspiro cansado, me recosté en el lugar y pasé mis manos sobre mis brazos, abrazándome a mi misma, tratando de darme algo de calor para así poder relajarme y dejar de pensar en eso, aunque fuera no tarea fácil, debía conseguirlo, era lo mejor que podía hacer en esos momentos.

—Tengo que hacer algo para sacarla de ese lugar—Pensé detenidamente en voz alta—Debo trabajar muy duro para lograrlo, conseguir el dinero que me pidieron.

Había tantas cosas que debía hacer, sobre todo pensar en cómo llevarlas a cabo para así sacar a mi madre de la cárcel.

—Quizá pedirle un préstamo a Madame Tsurugi.

Eso iluminó mi mente, era lo único que podía hacer, lo que me daría el dinero de la forma más rápida posible.

Si, eso haría, iría con Madame Tsurugi y me explicaría las cosas, no me importaba si tendría que trabajar más para así pagar lo que le debería, era eso o que mi madre pasara más tiempo en aquel horrible lugar.

Justo cuando estaba pensando todo eso, escuché un ruido en la parte de arriba, más específicamente en mi habitación.

Me levante atropelladamente del sofá con temor.

No sabía que había sido eso, no pudo haber sido el viento, ya que cada que salía de mi habitación, cerraba las ventanas para evitar ese tipo de cosas.

Tome el atizador que estaba al lado de la chimenea con algo de temor, era la única arma con la que me podría defender.

Miraba con detenimiento la parte de las escaleras, en busca de algo y de nuevo volví a escuchar ese ruido de nuevo.

Alguien intentaba abrir la ventana, eso era seguro, querían entrar.

Aún algo arisca en mi posición, subí con lentitud las escaleras para no alertar a cualquiera que estuviera allá arriba, abrí la puerta tratando de no dar señal a quien estuviese por ahí y justo cuando me decidí a atacar, me quedé quieta en mi lugar al ver de quien se trataba.

—¿A-Adrien?—Hable algo confundida por lo que sucedió— ¿Qué haces aquí?.

Había abierto la ventana y entro por el balcón, lo notaba algo agitado y sobretodo fuera de si. Pero lo que no me imaginaba es que traerá su ropas oscuras y su antifaz.

Solté mi improvisada arma y me acerque hasta a él para tomarlo de ambas mejillas para que así me mirara.

—¿Qué sucede?—Pregunté tratando de así me dijera algo.

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