[ VIII ]

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—Marinette—

Había salido de decidida de casa a buscar un trabajo que me díera el salario necesario para poder ayudar a mi madre con los gastos. No quería quedarme en casa si podía aprovechar el tiempo y así conseguir aunque fuera algo que me ayudara.

Ya llevaba varias tiendas o trabajos que había visitado pero ninguno sabía decirme algo concreto.

«Vamos Marinette, no te desanimes»

Logre ver una pequeña tienda donde vendían y confeccionaban ropa, sobre todo vestidos. Vi ese lugar como mi pase de entrada para poder investigar y saber si necesitaban a alguien.

Cuando abrí la puerta, una pequeña campana sonó al instante y miré a todos lados buscando al encargado del lugar.

—¿Hola?— Pregunté aún sola en el lugar.

—¿Qué se le ofrece?— Preguntó un hombre saliendo del lugar con una cinta para mediar sobre su hombro.

—Buenas tardes señor— Dije con educación— Vera yo... Estoy en busca de algún trabajo y quería saber si usted necesita a alguien.

Él se lo pensó un poco, pero después respondió con una pequeña mueca en su cara.

—¿No deberías estar en casa niña?—Pregunto— Apenas y tienes 18 años ¿Me equivoco? No puedo aceptar a alguien tan joven como tu, necesito experiencia.

Solté un pequeño suspiro, pero aún así no me rendí y hable aún determinado lo que quería.

—Señor, si me permite decírselo— Hable con decisión tratando de así poder convencerlo—Aprendo rápido, soy alguien trabajadora y de verdad necesito el dinero, por favor ayúdeme, puedo trabajar con cualquier cosa.

Él se acercó a mí, aun no muy convencido como yo esperaba.

—¿No has entendido niña? No necesito a alguien, ya tengo a varias que me ayudan, así que vete.

Esta vez, si que me había tomado por sorpresa su contestación, sentí una opresión en mi pecho, asentí por sus duras palabras y me di la vuelta para poder salir del lugar.

Salí totalmente rendida, ahora si que estaba perdida y no sabía como resolver mi situación.

Decidí regresar a casa con los ánimos por los suelos, había salido por un par de horas para despejar mi mente, pero sobre todo para buscar algún lugar donde pudiese trabajar, pero ningún de los establecimientos que estaba por París me acepto o no necesitaban a alguien para el trabajo.

Esperaba que Alya pudiese tener suerte y encontrará así un trabajo, aunque era tarea imposible, nadie aceptaba a una mujer como a mí, siempre eran trabajos pesados o donde simplemente no necesitaban mujeres.

Sin duda alguna, habíamos tenido mucha suerte con Collete como nuestra jefa.

No pude evitar pasar mis manos por mis brazos simulando un abrazo, me sentía desanimada y dolida pero sobretodo preocupada.

Si no encontraba un lugar donde me aceptarán, no podría solventar los gastos de la casa junto a mi madre. Debía hacer algo antes o toda mi situación empeoraria, mis ojos se cristalizaron y pronto sentí como mis mejillas se llenaban de estas.

—¿Marinette?— Escuche una voz llamar, pronto levante la vista.

Pude reconocer de inmediato al hombre que tenía frente a mí. Me quedé sin palabras, no esperaba volver a encontrarme con él.

(•) (•) (•)

—Adrien—

Amor y Destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora