El dulce movimiento de sus labios sobre los míos derritió mi corazón y esas palabras se seguían repitiendo en mi mente.
"Te amo"
Dejó de besarme y juntó su frente con la mía. Aún con los ojos cerrados sabía que Cristopher me miraba fijamente. Nuestras respiraciones se mezclaban por la cercanía.
-Mírame, princesa -pidió Cristopher, rozando sus labios con los míos en el proceso- por favor. -ante su súplica abrí los ojos y lo que vi en su mirada lo recuerdo perfectamente. Amor.- Escucha bien, princesa. No me importa que esas píldoras sean tuyas, no me importa que no puedas llorar, no me importa que tengas pesadillas. No representa un problema para mí. Lo único que me importa es saber cómo ayudarte, saber cómo consolarte. Déjame descubrirlo, Ally. Permíteme seguir a tu lado. -sus ojos estaban rojos y brillosos por las lágrimas que amenazaban con salir de sus orbes verdes.
-¿Y si digo que no? -susurré, sentí cómo se tensó y las lágrimas que luchó por retener comenzaron a deslizarse por sus mejillas.
-¿Qué dices? -preguntó con voz ahogada. Aparté sus manos de mi rostro pero al instante se aferró a mis manos.
-No quiero ser una carga para ti. Tú no tienes por qué soportar esto, Cris.
-No, mi amor -susurró colocando una mano de nuevo en mi mejilla- No eres una carga ni mucho menos. ¿Acaso no escuchaste lo que te dije? Te amo, Ally. Con todo y lo que para ti son defectos. Por favor, princesa, no me dejes. -suplicó cerrando sus ojos con dolor.
-No quiero dejarte -dije bajito- pero quiero que seas feliz.
-Lo soy, contigo. -me miró a los ojos y no vi mentira o falsedad en ellos. Lo que temía que pasara no pasó. Cristopher se enteró de todo y no me rechazó, más bien suplicó que le permitiera seguir a mi lado. No estaba segura de que eso fuera lo mejor, a pesar de que él me aceptó como era, la inseguridad seguía ahí. Aún estaba esperando el día en el que él me dejara, el miedo seguía ahí.
Cristopher me abrazó por un buen rato en ese puente, y cuando caminamos de regreso no soltó mi mano ni cuando hablamos con sus padres en la sala. Ni siquiera se separó de mí cuando en la noche subí a mi habitación para descansar.
-¿No vas a soltarme? -cuestioné divertida en la puerta de la habitación. Cristopher tenía la mirada en el suelo con un adorable puchero en sus labios. Negó con su cabeza ante mi pregunta- ¿Piensas dormir aquí? -asintió- ¿Planeas dormir con esa ropa? -apretó sus labios y frunció su ceño indeciso de si soltarme para ir a cambiarse o no- Ve a cambiarte -le ordené, pero se negó moviendo de un lado a otro su cabeza- Ve, prometo que te abriré la puerta cuando regreses -volvió a negar- ¿Acaso eres un niño? -elevó su mirada, su puchero volvió y sus ojos estaban brillosos por las lágrimas que amenazaban con salir. No podía estar más sorprendida por su actitud- ¿Estás a punto de hacer un berrinche? -afianzó su agarre en mi mano- ¿Y cuál es tu plan, niño malcriado? ¿Llevarme a tu habitación para que te cambies? -asintió y me arrastró hasta su habitación.
Dentro de su habitación cerró la puerta y puso el seguro, me guió hasta la cama y me sentó en ella. Antes de entrar al baño con su ropa de dormir en mano se giró hacia mí.
-No te vayas, por favor -su voz sonó afligida y con temor. Me dolió el corazón saber que fui yo quien le sembró ese temor. Él tenía miedo de que yo me fuera, y no es para menos. Prácticamente amenacé con irme de su lado esa tarde. Escuché el sonido de su ducha y pensé en ir a mi habitación a hacer lo mismo, pero luego pensé que si él salía antes y no me encontraba en el lugar donde me dejó se alteraría, así que esperé.
Después de unos minutos salió del baño con su cabello mojado y su pijama puesta, caminó hasta quedar frente mío. Me paré y le tendí la mano.
-Vamos, también quiero ducharme -tomó mi mano y caminamos en silencio de regreso a mi habitación- En lo que salgo, seca bien tu cabello. -él solo me miró y se sentó en la cama. Me adentré al baño y até mi cabello, ya era muy tarde para tener el cabello mojado y estaba muy cansada para pasar una hora con la secadora. Cuando salí vi a Cristopher en la misma posición y aún con el cabello mojado- Te dije que te secaras el cabello, vas a enfermar -el niño que tenía por novio me tendió la toalla- ¿Quiere que lo haga por ti? -pregunté sorprendida, Cris asintió. No pude negarme, después de todo era una buena manera de disculparme por lo que le dije. Subí a la cama y me senté detrás de él para comenzar a secarle el cabello, en ningún momento él me dijo algo y eso me preocupaba. Cuando su cabello se encontró seco y ya no goteaba el se giró por completo y dejó caer su cabeza en mi hombro.- ¿Estás molesto conmigo? -negó con su cabeza- ¿Entonces por qué no me hablas? -nada- ¿Tanto daño te hice? -rodeó mi cintura con sus brazos y me jaló hasta que quedé sentada a horcadas encima de él, su agarre era firme lo que respondía afirmativamente a mi pregunta. Suspiré y lo abracé por el cuello acercándolo más a mí y dejando caricias en su cabello.- Lo siento, lo lamento tanto Cris. -se separó un poco para salir de su escondite y mirarme. Lágrimas salían silenciosamente de sus ojos.
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Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)
RomanceAlly una chica que no ha tenido una vida fácil junto a su gemelo Allan, se enfrenta al mayor cambio de la vida: el amor. Amor que le ofrece un chico ricachón que no se rendirá hasta que poder enamorarla. Ambos desarrollan una historia de amor con mu...