Capítulo 26

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 -¿Te volvieron a echar de la universidad? -dijo con burla Cristopher ignorando el comentario anterior.

-Parece que hiciste muy bien tu trabajo como lamebotas para que el abuelo te apruebe de nuevo. -atacó el otro tipo. Cristopher apretó tanto la mandíbula que temí rompiera sus dientes. Pero al instante recobró la compostura y su mirada se tornó a una de burla.

-Deberías aprender algo de mí, tal vez así tu padre y su esposa te quieran en casa. -no reconocía al Cristopher que estaba viendo, jamás creí que pudiera salir tanto veneno de su hermosa boca.

-Te crees muy valiente. Parece que necesitas otra lección de respeto. -amenazó el sujeto y me preparé para la inminente pelea.

-¿Thomas? -la voz del señor Winter resonó por todo el pasillo por lo que nuestra atención se dirigió a él.- ¿Qué haces aquí?

-También me da gusto verte, tío. -soltó sarcástico el sujeto denominado Thomas.

El señor Winter suspiró pesado y se acercó más a nosotros, analizó la situación en la que nos encontrábamos, y dijo:

-Vístete y baja para comer con nosotros, a mi padre le dará gusto verte. -ordenó- Ven conmigo Ally, tu habitación es la del otro lado.

Cristopher y yo lo seguimos hasta el otro lado del pasillo, abrió la puerta de la habitación y nos dejó pasar. Vi mi maleta a un lado de la cama. La habitación era preciosa, parecía la habitación de una princesa como en las películas.

-Te esperamos abajo. -me giré para ver al señor Winter, quien me dirigió una cálida sonrisa.- Cristopher, ven conmigo.

Mi chico suspiró cansado.

-Seguro me sermonea. -solté una pequeña risa. - Te veo abajo. -me dio un beso en la frente y salió cerrando la puerta tras él.

Me dirigí a mi maleta y la abrí. Comencé a acomodar la ropa en el armario, aunque solo iba estar por pocos días no quería que mi ropa se arrugara. Me extrañó mucho ver mis pijamas, había jurado que había empacado un pantalón de dormir y una camiseta, pero en su lugar había un pantalón corto, muy corto, y una blusa de tirantes. Recuerdo que compré esa pijama porque era lila y me había gustado el estampado del pantaloncillo. Pero era una pijama que usaba en el verano, en casa. Me alarmé y busqué entre la ropa la pijama que había elegido para este viaje, pero no estaba. Le escribí a Morgan, quién me había ayudado a empacar, y me respondió con un simple:

"No seas tímida ;)"

No tardé en darme cuenta que sacó mi pijama a propósito y la reemplazó por esta nada decente para un viaje con la familia de tu novio. Definitivamente no dejaría que nadie, ni siquiera Cristopher me viera usar esa cosa. El sonido de alguien llamando a la puerta me sacó de mis pensamientos, abrí y vi a Palmer con una sonrisa. Me hice a un lado para que pasara.

-¿Te gusta la habitación? -preguntó con ilusión.

-Me encantó, muchas gracias. -le respondí sincera.

-Me alegra. Tengo algo para ti. -me extendió una bolsa que no había notado. La tomé y saqué un vestido blanco veraniego- Espero que te guste.

-Esto no es necesario. -le dije apenada. No quería que pensara que esperaba que ella me regalara cosas costosas, porque ese vestido a juzgar por la marca y su bolsa de empaque era costoso.

-Lo sé, pero quería darte algo como agradecimiento.

-¿Agradecimiento?

-Por llegar a nuestras vidas y alegrar la vida de mi hijo. -se acercó a mí y me dio un abrazo muy maternal. Uno que llevaba años sin recibir- Te queremos mucho Ally, y sé que no tengo derecho a pedirte que me veas como una madre, pero es lo que quiero y si no te es posible, puedes verme como una amiga. Quiero que sepas que cuentas con nosotros. -se separó y me dedicó una cálida sonrisa.

-Te lo agradezco mucho -estaba en verdad muy conmovida.

-Puedes usar el vestido mañana en la parrillada. -me dijo emocionada.- Ahora bajemos la cena está lista.

Cuando entramos al inmenso comedor los varones nos estaban esperando. Palmer tomó asiento junto a su esposo, y yo me senté junto a Cristopher, quien me recibió con un beso en la mejilla, y frente a Thomas. Mientras servían la cena el abuelo Arthur comenzó la conversación.

-¿Estás cómoda en tu habitación Ally?

-Sí, mucho. Le agradezco su hospitalidad.

-No dudes en pedir lo que sea que necesites. -me sonrió- ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí Thomas?

-Estaba pensando en quedarme unos meses, abuelo. Hasta que arregle las cosas.

-¿Qué te parece si mientras te quedas aquí ayudas con unos negocios de la familia?

-De hecho, quería este tiempo para descansar y...

-No te quedarás aquí de gratis. Todos deben pagar sus gustos.

-¿En serio? ¿Y cómo paga Cristopher sus gustos?-mi chico lo miró mal- Hasta donde sé, Cristopher obtiene lo que desea con solo pedirlo.

-Así como tú, Cristopher ha tenido que pagar las cosas que hace. -respondió el abuelo tranquilamente.

-Lo había olvidado. Dime Cristopher ¿cuál fue el precio que tuviste que pagar para enmendar tu error?

-Sin duda no tan doloroso como el que tú tendrás que pagar si no cierras la boca.

-Cristopher. -dijo el señor Winter.

-Vaya, vaya. Andrew tenía razón, te has vuelto más insolente. -ambos chicos entraron en una pelea de miradas.

-Es bueno cuando los primos se reúnen, ¿no creen? -dijo el abuelo dejando salir una carcajada.

Gracias a Dios la cena terminó en paz, Cristopher me llevó al enorme jardín y nos sentamos en una especie de sofá columpio. La noche estaba calurosa pero el aire corría dando una sensación de frescura, se escuchaban los grillos y se podía apreciar una que otra luciérnaga.

-¿Te sientes cómoda aquí? -me preguntó Cristopher tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

-Es extraño estar sin Allan, pero me siento tranquila de que estás conmigo -recargué mi cabeza su hombro. No estaba siendo completamente sincera, me sentía ansiosa desde que llegamos pero no quería preocupar a Cristopher.

-Será mejor que entremos y durmamos, el viaje fue largo.

Nos dirigimos a nuestras habitaciones tomados de la mano. Su habitación estaba junto a la mía. Cuando teníamos que separarnos, acarició mi mejilla y se acercó para darme un suave beso en los labios.

-Descansa. -dijo sobre mis labios. Volví a juntar nuestros labios.

-Hasta mañana. -me despedí, entré a la habitación y me cambié de ropa.

A los dos minutos alguien tocó la puerta, maldije puesto que ya tenía puesta la pijama. Pensé en quedarme en silencio y pretender que ya estaba dormida, pero la luz delataba que seguía despierta.

-Ally, ábreme -la voz de Cristopher me puso más nerviosa. No quería que me viera así, pero en eso recordé la charla que tuve con Morgan el día anterior mientras me ayudaba con mi maleta.

"-No estaría mal que en este viaje avanzaras un poco con Cristopher.

-Espero que no quieras decir lo que pienso que quieres decir. -le dije con una risa nerviosa.

-Solo digo que sería bueno que se acercaran un poco más. Ya sabes, demuéstrale tu lado coqueto y femenino, ponlo nervioso y que comience a desearte un poco.

-¿Sabes a quién le estás diciendo que se de a desear? -dije riendo por lo absurdo que era lo que me estaba diciendo que hiciera.

-¡Oh vamos! No te menosprecies. No digo que te le insinues todo el fin de semana, solo si tienes una oportunidad aprovéchala."

-No seas cobarde. -me dije a mí misma antes de cometer una locura.

Me armé de valor y abrí la puerta por fin. Jamás olvidaré la expresión de Cristopher cuando me vio.

Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora