Capítulo 17

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El domingo en la mañana me sentía feliz. Aunque mi primera cita con Cristopher no había resultado como lo imaginé había sido el mejor día de mi vida. Estaba en el sótano viendo las cosas de la esposa de Kyle cuando mi teléfono vibró anunciando una llamada.

-Hola, Princesa –saludó Cristopher en cuanto descolgué.

-Hola, Pavo Real. –lo molesté.

-¿Volveremos a lo mismo? –se quejó- En verdad amo cuando dices mi nombre.

-En ese caso, no lo volveré a decir jamás –solté una risita.

-Eres cruel, pero eso me encanta. ¿Estás libre hoy?

-Aún no tengo planes.

-Perfecto, pasaré por ti en una hora. No puedo esperar para verte. –no me dio tiempo de siquiera opinar y colgó. Eso de hacer planes sin consultarme se le hizo costumbre.

Como pude me arreglé para salir con él. No me esmeré tanto como el día anterior pero hice mi mayor esfuerzo. El clima estaba un poco frío así que opté por jeans y botas, en conjunto con un suéter de lana color crema. Me recogí el cabello en una coleta alta y me maquillé un poco con rubor y contorno de ojos. Justo una hora después alguien llamó a la puerta, Kyle atendió.

-Es bueno verte de nuevo, Cristopher. –escuché.

-Lo mismo digo, señor.

-Eres muy formal, llámame Kyle. Pasa, siéntate –le invitó Kyle- ¿quieres beber algo caliente? Estaba a punto de hacer té, y tal vez podamos conversar antes de que se vayan.

Eso no era bueno, Kyle iba a entrar en su papel de padre y era seguro que asustaría a Cristopher. Intervine antes de que Cristopher pudiera responder algo.

-Será en otra ocasión, tenemos prisa. –tomé a Cristopher del brazo instándolo a levantarse del sofá.

-No podrás huir de esta conversación por siempre –me dijo Kyle molestándome- No regreses tarde, mañana hay escuela.

-Como digas, adiós.

-Fue un gusto verlo, Kyle –apenas y pudo despedirse Cristopher pues lo saqué a rastras de la casa. Nos detuvimos frente a la limusina.

-No vuelvas a aceptar nada de Kyle. –le advertí.

-Me parece una persona simpática.

-Lo es, hasta que decide entrar en su papel de padre. –nos reímos- Creí que ya tenías edad para conducir un auto. –lo molesté.

-Muy graciosa. Tomé el auto a escondidas ayer y por lo apresurado que estaba con lo del abuelo, olvidé entrar por atrás. Así que tengo chofer hasta que sepa dónde escondió mi madre las llaves del auto.

Carson salió del auto y nos abrió la puerta de pasajero. En cuanto Carson puso en marcha el auto, Cristopher presionó un botón y cerró la escotilla que permite tener contacto con el conductor.

-¿Qué planeas? –pregunté cuando se pegó más a mí.

-Me sacaste corriendo de tu casa y no tuve tiempo de saludarte como se debe –me dijo mientras acunaba mi rostro con sus manos.

Sonreímos entre besos, era increíble lo dichosa que me sentía en ese momento. Nada se compara con ese momento, con esa temporada en la que me sentía la chica más afortunada del mundo. Sin embargo, mentiría si dijera que nada me preocupó después. Por momentos un miedo horrible me embargaba, miedo de perderlo todo.

La semana se pasó volando y sin darnos cuenta era el día del aniversario de los padres de Cristopher. Estaba en casa de Kyle mientras trataba de convencer a Allan de usar un traje.

-Ni loco voy a vestirme así. Además ¿por qué tengo que ir?

-Porque los Winter fueron muy amables en invitarnos a todos, incluyendo a Morgan. –le dijo Kyle, quien hacía unos minutos que acababa de regresar del trabajo.

-Deja de portarte como un niño y ve a cambiarte. –le dije ya cansada mientras lo empujaba hacia su habitación.

El timbre sonó y fui a atender al que se le ocurrió hacer una visita cuando en tan solo unas horas saldríamos. Abrí la puerta pero lo único que me esperaba del otro lado era una caja, que lo adornaba una hermosa cinta lila amarrada en un moño. Llevé la caja conmigo hacia mi habitación, la abrí y lo primero que captó mi atención fue una tarjeta.

"Sé que te gustará. Muero por verte"

Una sonrisa invadió mi rostro y saqué de la caja un hermoso vestido de gala color azúl pavo, ese detalle me hizo reír. La blusa era de encaje por encima, ajustada hasta mi cintura, cuello en v que llegaba en el inicio de mi busto, la falda caía hasta el suelo. En la caja también venían un par de zapatos descubiertos de tacón color plateados, eso ayudaba a no arrastrar el vestido, no eran tan altos que no pudiera caminar con ellos pero los cubría la falda del vestido así que eran perfectos para no tropezarme con el vestido.

Morgan me había enseñado cómo maquillarme para esta clase ocasiones, así que decidí poner manos a la obra. Me recogí el cabello para lucir mejor el vestido. Al terminar me miré en el espejo y me sentí insegura. Tocaron la puerta de mi habitación y Allan entró, al verme se quedó quieto y con la boca un tanto abierta.

-¿Tan mal me veo? –le pregunté cohibida.

-Te pareces a mamá –con ese comentario se me fueron todas las inseguridades. Mi madre era una mujer hermosa, recordaba cómo se veía cuando se arreglaba para el trabajo o para uno de sus aniversarios con papá.

-El auto está aquí. –nos anunció Kyle.

Me extrañó eso pues creí que iríamos en su auto. Cuando salimos de la casa vi la limusina de Cristopher.

-El joven amo me ha encargado personalmente que los lleve a la residencia Winter. –nos informó Carson y luego abrió la puerta para nosotros.

Al entrar nos dimos cuenta de que Morgan ya estaba adentro. Cristopher en verdad era una persona increíble. Llegamos a la residencia de los Winter y todo se veía como si fuera una de esas entregas de premios de los famosos. Habían limusinas entrando y saliendo, fotógrafos y todos se creían celebridades. Carson aparcó frente a la entrada y otro sujeto abrió la puerta por nosotros. Al igual que a las personas antes de nosotros, empezaron a tomarnos fotos, me sentía rara. Pero la molestia solo duró unos segundos pues divisé a mi chico salir de su casa para recibirnos. Cristopher saludó a Kyle y a mi hermano junto con Morgan. Cuando su atención se puso sobre mí, me sentí la chica más hermosa del mundo.

Cristopher me miró de pies a cabeza y sus ojos brillaron más que todas las luces que adornaban la entrada. Se acercó a mí, tomó mi mano y la beso a la vez que hacía una reverencia, no pude evitar el sonrojarme. Se acercó más a mí y me tomó de la cintura, no podía quitar mi mirada de sus ojos.

-Valió la pena la espera. –dijo en mi oído, lo que me dio escalofríos- Te ves hermosa.

Me guio hasta entrar a su casa. Había muchas personas conversando y bebiendo champaña. Algunos de la escuela estaban ahí y eso me puso alerta pues supuse que Cecilia estaría allí, sin mencionar a Andrew.

Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora