Capítulo 19

13 2 0
                                    

Pasé todo el fin de semana metida en la cama. No había dormido nada de tantas cosas que rondaban en mi cabeza, sin mencionar las pesadillas. Ignoré las llamadas de Cristopher y sus mensajes. Él no tenía la culpa, pero no quería que él supiera lo mal que me sentía. La puerta de mi habitación se abrió y Allan apareció con mi teléfono en mano.

-No ha parado de llamarte. –me dijo lanzando el teléfono a la cama- ¿Por qué me lo dejaste a mí?

-Porque si lo tengo cerca no podré evitar contestar.

-¿Y por qué no le contestas?

-Porque no quiero lastimarlo más, Allan. –dije cansada.

-Tú no lo lastimas, Ally.

-Allan, prácticamente le dije que no quería estar con él. –expliqué sentándome en la cama- No estoy bien, y si hablo con Cristopher en este estado solo terminaré diciéndole cosas más hirientes.

-¿Tanto te afectó lo que dijeron esos idiotas? –se sentó en la cama.

-Nunca he dejado que lo que piensen de mí me afecte tanto, pero esta vez no solo se trata de mí. Se trata de mi relación amorosa, ¿entiendes? Y ellos tienen razón. Cristopher y yo somos de mundos diferentes, nuestras vidas son diferentes. Él debe prepararse para dirigir una cadena de hospitales y yo ni siquiera sé que haré con mi vida después de la escuela. No vengo de una familia adinerada, no tengo padres, tengo demasiados problemas internos y me atrevo a decir que hasta psicológicos... ¿Qué bueno podría yo aportar a su vida? ¿A su futuro? Ni siquiera estoy segura si tendremos un futuro.

-¿Por qué no le dices todo esto a él? –cuestionó Allan.

-No puedo hacerle eso de nuevo. No puedo estar diciéndole lo insegura que estoy de lo nuestro. Solo lo lastimaría, y no quiero hacerlo. Tal vez sea mejor terminar. –en cuanto dije esas palabras un nudo enorme apretó mi garganta.

-Escucha, Ally. El "Pavo Real" no es mi persona favorita en el mundo ni me agrada las personas que lo rodean, pero desde que lo conociste jamás te había visto tan relajada, por supuesto ignorando estas dos veces que has tenido retrocesos. Cuando estás con él no dejas que tu mente se vaya al limbo como con otras personas, ni siquiera cuando estás conmigo o Jimmy estás tan calmada. Ally, -tomó mis manos- ¿Por qué no retomas tus sesiones con el psicólogo?

Había dejado de ir hace dos años. No sentía ninguna mejoría y siempre me decían lo mismo en cada sesión.

-No funcionará, Allan. Desde los doce he estado luchando con esto y ninguna terapia ha podido ayudarme.

Allan suspiró y se levantó de la cama. Tomó unas hojas en blanco del pequeño escritorio que había en la habitación y un lapicero.

-Toma, -me los entregó- escribe todo lo que sientas con respecto a tu relación con el "Pavo Real". Escribe como si le estuvieras hablando a él, y si hay algo que creas que sí puedes decirle en persona, lo haces mañana en la escuela.

Seguí el consejo de Allan, me pasé toda la noche escribiendo. No era como si hubiera podido dormir pues solo cerraba los ojos y la imagen de mi persona ahogándose me visitaba. Así que decidí distraerme escribiendo. En esas hojas expresé todo lo que tenía atorado en mi garganta, lo inadecuada que me sentía para él, lo débil que era al querer dejar de luchar por lo nuestro, el miedo que me daba perderlo para siempre.

A la mañana siguiente en la escuela todos los ricachones nos miraban a mi hermano y a mí. Murmuraban sobre nosotros y el resto de la población estudiantil se enteró de lo sucedido en la casa de los Winter. Jimmy se acercó corriendo a nosotros cuando nos vio en el pasillo.

Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora