Capítulo 33

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Cuando desperté reconocí la habitación como una de las de la mansión White. ¿Cristopher me había traído? No, recordé en ese instante que fue Thomas quien me encontró a mitad de la calle. Esto no podía ir peor, ese sujeto me vio en mi momento más vergonzoso. Me incorporé despacio en la cama para estar sentada, la cabeza me dolía horrores. Escuché la puerta de la habitación abrirse y vi a Thomas entrar.

-Me alegra que hayas despertado -dijo con sincero alivio mientras se acercaba- En verdad me asustaste Ally. -no dije nada, se tomó la libertad de sentarse en la cama, frente a mí- ¿Qué estabas haciendo en esa calle a esa hora? ¿No debías estar en la escuela?

-¿Quién eres, mi padre? -como siempre luego de uno de mis ataques de ansiedad me ponía de mal humor.

-No, soy tu amigo. Y si no me respondes, tendrás que responder al abuelo.

-¿Acaso no podías mantener tu boca cerrada?

-Muy poco podía hacer cuando él me vio entrar contigo en brazos.

-¿Para qué me trajiste aquí? 

-¿A dónde más podía llevarte?

-Al hospital, como cualquier persona con sentido común. 

-Si te hubiera llevado al hospital, hubieran tenido que llamar a tus tutores. Y sé que no hubieras querido eso.

-Como me conoces tan bien -dije con sarcasmo.

-He aprendido un poco -todo el tiempo Thomas me habló con calma, a pesar de que estaba siendo muy grosera con él.- Ahora dime, ¿qué pasó?

-Nada que sea de tu incumbencia. Me tengo que ir -salí de la cama y me dirigí a la puerta, en ese momento el abuelo Arthur entró.

-¡Ally! Me alegra ver que estás despierta. Pero no deberías levantarte aún -me riñó- Por favor, vuelve a la cama.

-Lo lamento abuelo, pero me tengo que ir.

-Ally, por favor. -insistió. No quería ser una grosera con él.

-No es el mejor momento, por favor. Déjeme ir. -le supliqué.

-Ally...

-¡Solo déjenme en paz! -exploté, pero el abuelo Arthur no estaba sorprendido ni escandalizado, simplemente me miró con una sonrisa triste. No pude más y salí de la habitación. Bajé corriendo las escaleras hasta llegar a la estancia.

-¡Ally espera! -Thomas me tomó del brazo- No puedes irte así, por favor. Habla con el abuelo, te hará bien.

-No puedo -dije entre dientes.

-¿Por qué no? 

En ese momento la puerta principal fue abierta y un sonriente Cristopher entró junto con su garrapata agarrada de su brazo. Sus miradas se detuvieron en nosotros, Cristopher estaba muy sorprendido de verme ahí y por supuesto, si horas antes habíamos discutido lo último que esperaba era verme en su casa.

-Ally, ¿qué haces aquí? 

-¿Acaso no puede estar aquí? -dijo Thomas, la mirada de Cristopher se volvió dura y fría

-No te metas en esto.

-Seguramente ya se le pasó el berrinche que hizo -como siempre la entrometida de la peliteñida tuvo que hablar. No me quedé ni un segundo más y por fin pude salir de esa casa. Y nuevamente, Cristopher no fue por mí.

Al siguiente día nada mejoró. Mi mundo se estaba derrumbando poco a poco. Estaba frente a mi casillero, sacando todo lo que había dentro buscando lo único que me podía mantener cuerda.

-¿Qué haces? -preguntó Jimmy 

-Mi cuaderno desapareció -dije nerviosa.

-¿Cuál cuaderno? ¿Ese cuaderno?

-¡Sí! No entiendo cómo lo perdí -mis manos estaban temblando y Jimmy lo notó 

-Hey, tranquila. Lo encontraremos.

-Tendría que estar en mi mochila pero no está. 

-¿Segura que no lo dejaste en casa? 

-Nunca lo dejo. Tengo que encontrarlo, necesito encontrarlo.

-Ya, descuida. Repasemos, ¿cuándo fue la última vez que lo viste?

-Ayer, antes del almuerzo. Estoy segura que lo dejé dentro de mi mochila.

-¿Fuiste a algún lugar ayer cuando te fuiste de la escuela? -en ese momento saqué mi celular y le marqué a Thomas. En cuanto descolgó hablé.

-¿Dejé mi cuaderno en tu casa?

-Hola, ¿cómo estás? Muy bien gracias, eres muy amable por preguntar.

-Esto es serio.

-No se de qué cuaderno hablas.

-Es un cuaderno de tapa morada, ¿lo dejé ayer ahí?

-No, no hay nada como eso en casa que yo recuerde. Pero por tu tono de voz imagino que es importante. Lo buscaré y te avisaré si está aquí, ¿de acuerdo?

-Gracias -colgué- Esto no me puede estar pasando.

-Tranquila, Ally. Lo encontraremos.

El día se fue y ni Cristopher ni mi cuaderno aparecieron ese día. Podía sentir que me iba a dar un nuevo ataque. Saqué de mi mochila el frasco con los calmantes y tomé tres.

-¡Wow! Ally, esos no son dulces

-Déjame en paz, Allan.

-Oye -me envolvió en un abrazo apretado, justo lo que necesitaba para contenerme- todo se resolverá.

-Me adelantaré.

-¿No esperarás al Pavo Real? -cuestionó Allan.

-Dudo mucho que recuerde que tiene novia. -no le di tiempo a Allan de decir algo más y me fui. En la salida, me topé con Thomas. Me acerqué a ella esperanzada de recibir buenas noticias.

-¿Lo encontraste?

-Tú sí que no eres educada, ¿no te enseñaron a saludar primero? -dijo en broma.

-Thomas

-De acuerdo, de acuerdo. Respira hondo primero, y sigue haciendo ejercicios de respiración porque no encontré tu cuaderno. -oh no- ¿Tenías anotado algo importante ahí?

-Todo lo que contiene ese cuaderno es importante -dije en un susurro, mi pecho comenzaba a doler.

-Ally, Ally, mírame. -tomó mi rostro entre sus manos- Tranquila...

-¡No puedo estar tranquila! -me solté de su agarre- ¡Necesito ese cuaderno! 

-Y lo encontraremos Ally -volvió a tomar mi rostro y esta vez pegó su frente con la mía, como era más alto que yo tuvo que inclinarse- Pero necesito que te calmes, no quiero que te desmayes de nuevo.

Mi celular timbró anunciando una llamada. Era Cristopher, no quería contestar pero necesitaba escuchar su voz.

-Hola

-¿Dónde estás?

-En la salida

-No te muevas de allí. Ahora voy. Por favor, princesa, espérame. -colgó y sentí un poquito de paz al saber que estaría junto a él.

-Me voy -anunció Thomas- Todo saldrá bien -como odiaba esas palabras. Son las típicas palabras que dices en situaciones donde sabes que nada saldrá bien. 

-¡Ally! -me giré hacia Cristopher, ni siquiera dijimos nada después de eso. Simplemente corrimos a los brazos del otro. Él me envolvió en sus brazos haciéndome sentir protegida, como llevaba deseando hace días sentirme. Me aferré a él de tal modo que nadie podría separarlo de mí.- Tranquila, princesa. Lo superaremos juntos.

Esas eran las palabras correctas.

Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora