-Eh...yo solo... -fue inevitable para él recorrer mi cuerpo con su mirada, eso me hizo sentir un escalofrío en toda mi espina dorsal. Al darse cuenta de lo que hacía su rostro se enrojeció de vergüenza y fijó su mirada en la puerta- Traje golosinas y una baraja de cartas, pero...supongo que estás cansada así que...
-Hagámoslo
-¿Eh? -me miró con sorpresa y más rojo de lo que estaba.
-Juguemos a las cartas
-¡Ah! Las cartas, claro.
Me hice a un lado para que pudiera entrar a la habitación, nos acomodamos en la cama, uno frente al otro. Cristopher comenzó a barajar las cartas y yo me dediqué a abrir la bolsa de gomitas y comerlas. Cristopher repartió las cartas y comenzamos el juego.
-Debo decirte que soy muy bueno jugando al poker. -dijo con altanería mostrando su juego.
-No me digas. Me alegra que digas eso porque sería muy aburrido tener que ganar tan fácilmente -dije con preocupación fingida mientras bajaba mis cartas. Había ganado. Cristopher se quedó sin palabras.
-¿Cómo es eso posible?
-Tal parece que soy mejor que tú -dije soltando una risita.
-Nadie es mejor que yo. -dijo orgulloso- Hiciste trampa -me acusó.
-Eres un mal perdedor -dije riendo.
-No. Tú eres una tramposa. -se abalanzó sobre mí y comenzó a hacerme cosquillas.
-¡Basta! -dije riendo- ¡Ya basta!
-Admite que hiciste trampa.
-No sabes perder -Cristopher me hizo más cosquillas. Reía sin parar, Cristopher me tomó entre sus brazos y me sentó a horcadas sobre él. Mi respiración era agitada debido a la risa.
-Eres una pequeña tramposa. -me dijo quedito muy cerca de mis labios.
-Y tú eres un mal perdedor. -le dije con una sonrisa, me devolvió la sonrisa y seguido me besó.
Primero fueron pequeños besos en mis labios, sonreíamos entre cada beso. Pero luego eso ya no fue suficiente para nosotros, los besos se hicieron cada vez más largos. Cristopher afianzó su agarre a mi cintura mientras me besaba intensamente y moviendo sus labios sobre los míos con pasión. Apreté con mis manos su camisa cuando sentí su lengua delinear mi labio inferior, pidiendo permiso. La acción me hizo jadear y Cristopher aprovechó la ocasión. Abrí mis ojos y él estaba viéndome mientras invadía por primera vez mi cavidad bucal. El beso que me estaba dando nublaba mis sentidos, era una sensación que jamás había experimentado. Las manos de Cristopher bajaron a mis piernas desnudas y las recorrió de arriba a abajo. Sus caricias me hicieron sentir cosquillas y un nudo en mi estómago. Pero de pronto recordé que Cristopher seguía herido, así que me separé terminando el beso.
-Voy a lastimarte -le dije con la respiración entrecortada.
-Tú me provocas todo menos dolor -respondió agitado y volviendo a atacar mis labios como lo estaba haciendo antes de que nos interrumpiera.
Mis manos agarraban con fuerza sus brazos, necesitaba hacer eso para mantenerme en la realidad y no desmayarme por lo apasionado de los besos que nos dábamos. Cristopher apretó mis piernas con sus manos junto a las caricias que me daba, eso me hizo soltar un pequeño gemido. Las sensaciones eran demasiado intensas, cuando nos faltó el aire nos separamos. Oculté mi cara en su pecho y comencé a temblar. Cristopher lo notó, con su mano acunó mi mejía y me obligó a salir de mi escondite y juntó nuestras frentes. Nos miramos por lo que pareció una eternidad, sus labios estaban rojos e hinchados y sus mejillas un tanto sonrojadas. Pero lo que sus ojos me transmitieron me dejó sin aliento. Me miraba de una forma que jamás me había visto y supe inmediatamente el significado de esa mirada: deseo. No podía con la vergüenza así que escondí mi rostro entre su cuello, él soltó una ronca risa y rodeó mi cintura con sus brazos para abrazarme.
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Nada Es Color De Rosa (EN EDICIÓN)
RomanceAlly una chica que no ha tenido una vida fácil junto a su gemelo Allan, se enfrenta al mayor cambio de la vida: el amor. Amor que le ofrece un chico ricachón que no se rendirá hasta que poder enamorarla. Ambos desarrollan una historia de amor con mu...