Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi Amor

III

Ya estábamos todas juntas y felices, tenían una casa preciosa. La paseé toda y me encantaba cada rincón de ella, con lo mal que habíamos vivido en el orfanato aquello era un lujo.

Me bañé y lavé mi pelo largo, me vestí con un vestido corto y bajé para ver a las chicas. Estaban en el salón esperándome, me quedé por un momento mirando como reían todas de algo que dijo Jisoo, era feliz con solo verlas a ellas felices. Eran mi única familia y las quería enormemente.

—¿Estás lista? —me preguntó Lisa.

—Si, ya podemos irnos cuando queráis.

—Pues vamos, llegaremos tarde —dijo Jisoo levantándose del sofá, era alta y tan guapa que los hombres volteaban cuando pasaba.

Mi hermana me dio su mano y yo la cogí. Lo había pasado muy mal desde que se fue y me sentí muy sola, pero esos malos momentos ya habían pasado. Ahora eramos las mejores hermanas de siempre.

—Venga pequeña nos vamos —su mirada protectora siempre sería mi mejor refugio—. Empieza tu primer día de trabajo, no estés nerviosa Yangmi que yo estaré a tu lado siempre.

—No te preocupes por mí, estoy feliz de que estemos todas juntas de nuevo —le sonreí y besé su mejilla.

Tardamos unos quince minutos en llegar al club, un edificio que tenía tres plantas y era de estilo moderno.

Entramos y seguí a Jisoo que fue a enseñarme donde estaban los armarios donde guardaban los uniformes que usaríamos para servir a los clientes. Ese sería mi trabajo de aquí en adelante, sería una mesera en un lugar que no me daba ninguna confianza.

Caminamos por medio de la gente que ya estaban llenando el local, pasamos por un pasillo donde había muchas puertas, mi amiga abrió una de ellas y entramos dentro.

Había unos muebles de color blanco, abrió uno de ellos y sacó unas ropas que me parecieron demasiado provocativas para mi gusto, la miré seria y ella me calmó poniendo su mano en mi hombro.

—Tenemos que atender la zona VIP y a esos tipos les gustan las chicas así vestidas, pero no te preocupes estaremos pendientes de tí ¿De acuerdo?

Asentí nerviosa.

—Voy a decirte algo más, algunas chicas se acuestan con los peces gordos para sacar un dinero extra, pero eso es peligroso así que tú mantente seria y correcta en tu trato con ellos y no los mires demasiado —me dijo Jisoo mirando mi expresión un poco asustada.

Cogí el uniforme y me lo puse, miré hacia abajo y veía mis piernas demasiado expuestas. Pensé que me quedaba pequeño.

Lisa llegó hasta nosotras y también se puso el suyo, al mirarlas me di cuenta que les quedaba mejor que a mí. Ellas eran altas y de piernas largas, mientras yo con mi metro cincuenta y mis dieciséis años parecía un gnomo a su lado.

Siempre tuve la sensación de que por mucho que pasaran los años no crecería mucho más.

—A vosotras os queda mucho mejor que a mí—no pude dejar de decirlo.

—No digas tonterías, tú estás mucho mejor —me miraba Lisa dando vueltas a mi alrededor.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿No ves que cómo me agache se me va a ver el trasero? Es muy corto.

—Si es que de todas nosotras tu trasero es el más resultón —rieron y yo rodé mis ojos.

Nos fuimos hacia la barra para empezar nuestro trabajo, yo iba observando detenidamente el lugar. Había espejos por todos lados, unos sillones de piel negra se concentraban a los lados de la pista central. Había muchas luces de neón que inundaban el lugar con luces resplandecientes de colores y también había hombres trajeados de color negro cubriendo las salidas del lugar.