XXVII

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YANGMI

—Yangmi.

—¿Eres tonto EunWoo? Estamos en la calle, no puedes llamarme de ese modo —le dije molesta.

—Mierda, se me olvidó —queria reir y lo hizo, siempre era así conmigo.

—Venga y date prisa que tengo que recoger mi vestido para ésta noche.

Allí iba con mi compañero a recoger yo un vestido y él a unas armas más pequeñas que pudieramos esconder entre nuestras ropas.

No veía el momento de que llegara esta noche, iríamos al club dónde decían que estaba Sunhee, la pista empezaba donde la habían llevado durante las noches pasadas después de haberla tenido por lo visto en otros club fuera de la ciudad ¿Pero quién demonios quería tenerla retenida? ¿Y porqué a mi hermana? Ella no era nadie importante, yo era la hija del senador pero ella no era importante. De pronto paré en seco.

—¿Que te ocurre? —Eun Woo se quedó parado a mi lado.

—¿Y si es por Jimin? ¿Y si es por el padre de ambos? Estuvo en la cárcel por tráfico de armas ¡Eso es! —esa idea que he tenido cuadra con todo.

—Eres todo un coco Yang.... —lo miré mal rápidamente—  Selena, perdón —reía y yo rodé mis ojos.

—Espero que ésta noche no te dirijas a mí delante de la gente por mi verdadero nombre, tenemos que hacerlo a la perfección, mi hermana es muy importante para mí —le apunté con mi dedo cómo advertencia.

—¿Pero de verdad te vas a presentar cómo prostituta de lujo? —abrió sus ojos demasiado mirando mi cuerpo de arriba abajo.

—¿Que ocurre? —me puse de puntillas por culpa de mi mierda de estatura y por su altura que era considerable— ¿Crees que no doy la talla cómo para poner nervioso y cachondo a alguien tan alto como tú? —le dije con un susurro cerca de sus labios, él tragó fuerte y se puso nervioso, me separé con una sonrisa de triunfo.

—Ejem — tosió un poco— no digo nada, a veces la estatura no lo es todo en ésta vida, y tú lo has demostrado, tengo que aceptarlo —hablaba andando deprisa para no hacer tan obvio lo que decía.

Yo corrí y me enganché a su brazo.

—Repite lo que has dicho...

—¡No! Lo he dicho una vez y punto y pelota, ya no lo oirás más de mi boca —dijo enfadado, pero yo sé que no lo está.

Yo me sentía genial porque valoraran en la comisaría mi esfuerzo de éstos últimos años aunque no lo digan abiertamente.

Recogí mi vestido rojo que se ceñía a mi pequeño cuerpo pero que potenciaba todas las curvas duras que se me habían formado con mi entrenamiento diario.

Esperé a que fuera una noche para ponérmelo. Eun Woo me dió una de las pistolas, la llevaba enganchada en el interior de mi muslo derecho con una cinta elástica, no sabíamos si tendríamos que usarlas.

Mi compañero iba por su lado con la suya en el interior de su chaqueta, él me cubría las espaldas desde la distancia, teníamos un enlace interior que debía algo a la policía por pequeñas fechorías, tenía que encontrarme con él, sería mi primer cliente para tener sexo ficticio de la noche.

Llegamos al lugar y empezó nuestra función. Miré con cautela a mi alrededor por si veía a Sunhee, las luces estaban tenues y eran de colores, los sillones de piel negra y los espejos que rodeaban el lugar me hicieron recordar a Jungkook. Un escalofrío recorrió mis entrañas al recordar a aquel guapo ruso que me paseó con la mirada cuando chocamos mientras yo servía las mesas y choqué con su duro e impresionante cuerpo.

Cuánto tiempo de esos recuerdos tan importantes en mi vida y que marcaron mi antes y mi después desde que estuvimos viviendo juntos en aquella gran mansión. Aveces pensaba que si no lo hubiera conocido mi vida sería más patética y yo sería solo una niña asustada de todo y de todos.

Él no sabía si yo estaba viva o muerta, pero yo sí sabía que él estaba perfectamente bien.

Los informes de la policía decían que lo tenían vigilado, pero era tan inteligente, porque siempre lo había sido, que no  podían atraparlo y se las arreglaba para no dejarle a la comandancia ningún cabo suelto por dónde pudieran arrestarlo o perseguirlo.

Estaba orgullosa de él, una policía estaba orgullosa de las fechorías de un mafioso y anhelaba verlo aunque fuera una vez más en la vida. Todo fue raro desde el principio y ahora se había vuelto peor aún.

Me puse en la barra y llegó hasta mí un hombre muy apuesto.

—Hola señorita —era más alto que yo, siempre eran más altos, atraía puros rascacielos, reí en mi interior.

—Hola —dije con una sonrisa coqueta por los que nos rodeaban, no podían saber quién era yo sino estaría en peligro, pero en este momento me di cuenta de quién se trataba, no era un cliente buscando mis servicios.

Había visto su foto, todo estaba planeado desde la comisaría. Era la persona que nos iba a contar lo que sabía sobre mi hermana para que no lo metieran preso.

—¿Quiere que la invite a una copa señorita? —me insistió y yo asentí.

—¿Ha visto a la chica? —le pregunté intentando que no viera lo ansiosa que estaba.

—Hoy no ha venido pero ayer estuvo aquí —me afectó saber que no la vería.

—¿No se la habrán llevado a otro lugar? ¿Verdad? —dije un poco nerviosa.

—No, es solo que las hacen librar un día, pero mañana seguro que la traerán de nuevo.

Respiré agobiada al escucharlo. La traen, la llevan, cómo si fuera un perro.

A las dos nos privaron de libertad aunque para mí fue totalmente distinto. Mi captor nunca me hizo daño y tuve todas las comodidades del mundo. Sin embargo mi hermana iba de club en club y solo pedía que al menos no la hubieran tocado como a una burda ramera. Eso me tenía tan mal que mataría a la persona que le hubiera hecho daño.

—Hay un hombre que también pregunta por ella —me dió un vuelco el pecho.

—¿Un hombre? —pregunté con ansias, tal vez había conexión del porqué fue raptada.

—Sí se ve que es importante, y creo que tiene bastante dinero porque ha ofrecido una cantidad impresionante al que le dé información sobre la chica  —me dejó tan intrigada que tenía que saber de quién se trataba.

—¿Cómo podemos hacer para saber quién es esa persona? Necesito entender quién está detrás de ese dinero y porqué quiere desesperadamente saber sobre lo que yo busco también —lo miré expectante deseando que me dijera algo que mereciera la pena.

—¿No es usted una prostituta? Puedo arreglarle una cita con ese hombre, tengo alguien de confianza que puede hacerle entrar donde quiera sin saber de qué se trata —se miró los dedos con autosuficiencia y altanero.

Para esto se movía en el otro lado de la ley, por eso era perseguido por sus fechorías, conocía todo el engranaje del lugar y de este mundo que tenía a mi hermana atrapada.

—De acuerdo, en media hora lo espero en una habitación de las de arriba, haga que venga solo, dígaselo a su contacto, no quiero que venga con nadie más. Eso es importante —no podría pelear con dos a la vez si tuviera que defenderme.

En media hora saldría algo a la luz de éste infierno que duraba ya cuatro años...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora