XV

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YANGMI

—¡Yangmi maldita sea! ¡Contéstame niña del demonio! —seguía gritando y yo tapé mis oídos. Tenía frío y miedo, mi cuerpo por un momento no me pertenecía.

Cerré los ojos con fuerza y caí al suelo encima de la fría nieve.

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—Yangmi —escuchaba su voz en tono bajito y notaba sus dedos acariciar mi pelo con delicadeza.

¿Donde estaba?

Al despertar vi sus ojos negros que me miraban de cerca. El señor Jeon estaba a mi lado y mi corazón saltó de mi pecho.

—Por fin que despiertas, iba a llevarte al hospital de un momento a otro —dió un largo suspiro soltando el aire de golpe—. Me tenías preocupado niña tonta.

Ese calificativo lo había dicho por primera vez y no sabía si era de forma tierna o despectiva.

Lo miré y no pude aguantar mis lágrimas que empezaron a salir por darme cuenta que todo había vuelto al mismo lugar de nuevo. Yo quería irme, por eso escapé. ¿No podía entender eso?

Estaba acostada en la cama de su habitación en el hotel.

—Quiero irme, por favor —le dije en un sollozo.

Dejó de acariciarme y se levantó de la cama enfadado.

—¡Sabes que no puedes irte, así que no digas tonterías! —alzó su voz y luego cerró los ojos intentando controlarse.

—¡¿Pero por qué quiere que esté aquí?! —no estaba yo menos enfadada que él. Quise levantarme a toda prisa, pero al poner los pies en el suelo me dolían una barbaridad. Me los miré y los tenía vendados.

—¡¿Pero qué mierda haces?! —vino hacia mí y se puso de pie a mi lado—.  Te los he tenido que vendar y poner un ungüento porque los tienes todos quemados por la nieve ¡¿Quién a visto andar sin zapatos y sin abrigo en el exterior?! ¡¿Es que no piensas, eres idiota acaso?!

Me daba voces con su aspecto frío, me dolía el cuerpo y su actitud despiadada también. Esta vez era más que de costumbre. Quise dejarle las cosas claras sin saber si era buena idea.

—¡Basta! ¡Ya estoy cansada de este encierro y de usted! ¡¿Quiere que me proponga morir por mí cuenta?! Porque eso es lo que va a conseguir como no me deje ir con los que me quieren —le dije a voces y llorando, no podía parar de hacerlo y me sentía idiota porque me estaba viendo sin sentir ni una gota de empatía por mí.

Respiró agitado preso de ese temperamento por querer contratarlo todo. Apretó los dientes porque no le gustaba que las cosas se salieran de control. Podía saber todas esas cosas porque había visto mucho de esa forma de ser en éste tiempo.

—¡¿Usted cree que puede hacer conmigo lo que quiera?! ¡No me importa que sea un puto mafioso de mierda!

En ese momento soltó una risa que nada tenía de gracia. Quiso dejar claro que no tenía que haberlo insultado.

¿Estás loca Yangmi? ¿Se te ha olvidado con quién estás hablando? Mi cerebro era más inteligente que yo, sentí miedo por su reacción.

Se agachó hasta ponerse a mi altura, cogió mi barbilla con fuerza y pegó su rostro al mío, sus ojos ardían y su furia se palpaba.

—¿Crees que voy a dejar que una niña cómo tú, me amenace con que quiere morir y después me insulte como si fuera un hombre cualquiera? —torció su sonrisa, mordió su labio y cerró sus ojos por un momento para después abrirlos llenos de furia, yo tragué nerviosa al sentir su aliento chocar con mis labios— ¿Crees no tenerme miedo? Pues hasta los peores depredadores tiemblan a mi paso así que puede que tengas suerte y yo te mate con mis propias manos —su voz era un susurro ronco que me heló la sangre, luego volvió a mirar mis labios de nuevo y el que tragó fue él—.  Eres una mocosa que cree que puede atraerme con sus dotes infantiles, y lo malo es que estás en lo cierto por mucho que luche por ello —volvió a pasear mis labios con una mirada oscura—. Ahora sacas las uñas y terminas de ponerme en una situación que me es difícil parar por mucho que luche día a día con ella.

Cogió mi cuello y apretó levemente, no dolía pero la escena me puso en alerta. Me miraba fijamente sin dejar de morder su labio. No sabía si su mano se cerraría más contra mi garganta hasta que dejara de respirar, yo ya no sabía nada. Estaba más congelada que cuando caí en la nieve.

—En éste momento no hay nadie a nuestro alrededor, si aprieto fuerte dejarás de vivir ¿Quieres que lo haga? ¿Quieres librarte de mí ?. Así dejarás de sufrir como dices que estás haciendo —yo lo miraba con los ojos abiertos y paralizada, solo tenían vida mis lágrimas que caían libres por mi rostro.

Bajó su mano despacio de mi cuello hasta llegar a la mitad de mis pechos, después la desplazó hasta mi vientre e hizo círculos en él. Noté como había relajado sus facciones y de pronto soltó un suspiro largo.

—Nunca retes a un hombre como yo Yangmi, porque luego no podrás lidiar con lo que haga contigo ni con tu cuerpo —fue decirlo y besó la comisura de mis labios. Fue cálido y desconcertante.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

—Los hombres como yo castigan a las niñas altaneras que quieren dárselas de listas, y tú hoy me has desesperado y me has retado —su voz ronca y rasgada se incrustó en mi vientre bajo. Se acercó de nuevo a mis labios y me besó en el mismo lugar que no había hecho anteriormente.

Decía cosas para que sintiera miedo y yo anhelando su contacto y sus besos. Volvió mi cabeza un lío.

Yo estaba ya en un estado de ansiedad enorme, estaba delirando y deseando que besara mis labios de una vez por todas, que atrapara mi cuerpo con sus fuertes brazos.

—Eres virgen ¿Verdad Yangmi? —asentí cómo tonta— ¿Sabes lo que eso significa ahí fuera? ¿Sabes lo que hubieran hecho contigo si te encuentra alguno de los que había en esa fiesta? Ya lo viviste una vez, ¿no tienes suficiente?

Apretó los dientes y maldijo.

—Joder, joder.

Entonces me soltó y se separó de mí rápidamente, se levantó y se alejó.

—¡Que sea la última vez que sales corriendo de mi lado! ¿Entiendes? —gritó— estarás encerrada aquí hasta que yo vuelva ¡¿De acuerdo?!

Yo no podía ni hablar, ni decir palabra ninguna. Me había dejado el cerebro que ni pensar podía.

—¡Estoy cansado de tus niñerías, yo no soy una puta niñera joder! —seguía gritando y yo tenía ganas de llorar— volveré cuando arregle la mierda que has provocado con tu tontería de huir, ya no sé cuándo podré tener al tipo que quiero en la misma situación que tú has jodido —lo miré y peinaba su pelo con fuerza— ¡Ésto ocurre cuando anda uno con niñas como tú qué no saben ni comportarse en lugares como en el que has estado hoy!

Salió por la puerta hecho una furia y dando un portazo.

Yo me quedé un momento intentando asimilar lo que había pasado, nunca me había visto envuelta en una situación como la que acababa de vivir.

Mis lágrimas rodaban sin control por mi cara.

¡Lo odio señor Jeon!...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora