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Afganistán
Hogar de los Jeon

Estaba el señor Jeon sentado en la mesa del salón de su casa, estaba almorzando con Amina su esposa y con su suegro el coronel

—¿Jungkook sabes que podremos visitar a nuestro hijo cuando haya cumplido tres meses de entrenamiento? —decía su mujer con alegría.

—Sí lo sé, lo que espero es que llegue a los tres meses y no lo veamos aparecer antes por la puerta —dijo él divertido.

—Que poca fe tienes siempre con él —se enfadaba cuando se metían con Jungkook Junior.

—Siempre os veo peleando por toda la casa y ahora lo defiendes a muerte, mira que has dicho tú cosas peores —dijo él rodando sus ojos.

—Mi nieto tiene sangre afgana, veréis como nos sorprende —el anciano lo dijo con orgullo.

—Y coreana ¿No? O los coreanos somos unos cobardes —al señor Jeon le salió la sangre a relucir.

—¡Vayamos a empezar con la guerra de sangre y clanes, siempre estáis lo mismo! Ya cansa esa tonta discusión —ella quería parar algo que era común entre los dos hombres, discusiones sobre la virtud de ser un buen guerrero en la vida y según los dos, su tierra era la mejor para la crianza de hombres valientes y fuertes.

El señor Jeon resoplaba molesto, pero no dijo nada más y el anciano terminó diciendo.

—No importa que sangre tenga ese endiablado muchacho, pero yo sé que nos dará honor y gloria ya lo veréis —sonreía por estar orgulloso de su nieto.

En ese momento sonó el móvil del señor Jeon, lo sacó de su chaqueta negra y miró para ver quién lo llamaba. No reconoció el número.

Descolgó.

—¿Sí?

—Hola viejo amigo, cuanto tiempo....

Al oír la voz de Park Jimin se le congeló la sangre.

—Perdonarme, me llama Kendall para un asunto de trabajo —dijo todo lo normal que pudo y se levantó para irse.

—Tu jefe te hace trabajar demasiado Jeon —le dijo su suegro.

Él solo asintió y salió corriendo hacia un despacho que tenía en su casa, cerró la puerta con llave para que no lo escuchase nadie.

—Jimin ya puedo hablar —le dijo nervioso.

Después de la discusión que les esperaba sobre el robo del cargamento de armas no podía olvidar que era su pasado, habían sido amigos.

—Kendall se puso en contacto con mi hombre de confianza y dice que quieres verme ¿Es eso verdad? No puedo creerlo, después de tanto tiempo vernos tú y yo, estoy feliz que hayas decidido hablar conmigo —dijo normal.

—¿Porqué robaste mi cargamento? —Jungkook fue al grano sin miramientos— Iba para el ejército de Seul —estaba enfadado— era un asunto legal, me estoy ganando el dinero legalmente Jimin y vas tú y me jodes.

—No sé de qué me hablas, yo no he robado tu armamento, además yo solo se lo quito a los contrabandistas chinos ¿Quién te ha dicho eso?

—Kendall investigó y sabe que dos de tus hombres quieren venderlo en el mercado negro —le recriminó él— tienen el número de serie impreso, cada pieza está grabada Jimin, no sé cómo pudiste ser tan insensato y tan torpe. Así te pillarán en un futuro, si sigues con esos fallos te perseguirán los federales.

—¡Qué yo no he sido joder!.....¡¿Dos de mis hombres?! —daba voces—necesito saber sus nombres, dile a Kendall que me los diga y los mataré en el instante, yo nunca haría una cosa así....te respeto y te respetaré siempre Jeon, además algo me enseñaste porque sigo en el sillón del dragón dorado honrando tu mandato y el de tu padre.

A Jungkook le entró una satisfacción enorme, para él Park Jimin era muy importante.

—No esperaba menos de tí amigo —dijo satisfecho.

De pronto una voz que se sintió a través del teléfono taladró su cerebro y su corazón.

"Jimin hola, ¿Podemos hablar un momento? no puedo estar mucho tiempo pero necesitaba algo de tí"

Jungkook escuchaba la conversación que había a muchos kilómetros de distancia sin respiración, se le había cortado de golpe, esa voz lo transportó al pasado sin darle tregua ni a reaccionar.

"Siéntate Yangmi"

Ahí colapsó, con ese nombre que abarcaba tanto significado para él murió. Se sentó en el sillón que tenía tras la gran mesa de madera en la habitación porque le fallaron las piernas, había estado de pie en todo momento hablando con Jimin pero ahora su cuerpo estaba exhausto de pronto.

Desde ese día que le escribió esas palabras que lo mataron vivo al poner cada renglón en ese papel, no había querido saber nada de ella, se prohibió a sí mismo volver a saber de su amor eterno. Pero ahora su voz lo había vuelto a sus temores, esos que lo hacían querer tenerla cerca suya.

—Bueno amigo te dejo, espero que por éste incidente ya dejes de estar perdido y podamos contactar de nuevo, sé que fue tu decisión y te respeto, pero podemos hablar de vez en cuando ¿Ok? —Jimin no sabía que Jungkook estaba al otro lado pálido y dolorido mortalmente.

—De......acuerdo —solo pudo decir eso.

—Ok, nos vemos —y colgó.

Él echó su gran e imponente cuerpo hacia atrás del sillón y tapó sus ojos con su mano para no ver nada, a ver si así se le iba la última imagen que tuvo de ella. La de tenerla entre sus brazos gozando de su amor. Sus labios, su piel, y sus gemidos resonaron en su subconsciente.

—Yangmi niña tonta, te hecho tanto de menos......

Y ahí es donde salieron las lágrimas, las que se ordenó hace años que nunca más saldrían de sus ojos. ¿Porqué tuvo que llamar a Jimin? Se reprochaba mientras lloraba...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora