XXXIV

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YANGMI

Sus labios me recordaban lo frustrante que era todo lo nuestro, me hacían ver que quería tenerlo así más a menudo, que necesitaba que me besara mucho más seguido.

De pronto se separó de mí tan rápido como se acercó y tapó mi boca con su gran mano, miraba tenso hacia la puerta de salida.

—Viene alguien, así que no hables —dijo bajito y quitó su mano de mis labios para coger la mía.

Tiró de mí y nos metimos en un armario que había en la estancia. Tan grande él y aquello tan pequeño hizo que tuviéramos que reubicar nuestros cuerpos, estábamos pegados el uno al otro.

—En otro momento ésto sería un sueño Yangmi, ésto sería un buen juego entre tú y yo — susurró en mi oído y me hizo estremecer.

Se escuchó la puerta abrirse y luego sonaron unos pasos, la cerraron y empezaron a hablar.

—¿Como te atreves a venir precisamente ésta noche cuando Park Jimin está ahí abajo? —era la voz de mi padre, y hablaba de mi hermano.

Miré a Jungkook y me hacía muecas para que no moviera ni un dedo, si lo hiciera seríamos descubiertos.

—¡Se han puesto las cosas muy feas Adams y yo no voy a caer sin ver que tú lo haces también! —se oía decir a alguien con voz grave y de pocos amigos.

—Yo no tengo la culpa de que el padre de Park esté aún desaparecido y haz el favor de hablar más bajo nos pueden escuchar —mi padre se oía autoritario y yo moví un poco molesta mi cuerpo al ver que todo estaba relacionado con la desaparición de Sunhee.

Jungkook me apretó más a él para que no me moviera. Me estaba poniendo nerviosa.

—Pues él es el único que sabe dónde está el misil, ese jodido misil tiene que aparecer si no queremos que nos asesinen a todos —el hombre misterioso habló severamente y ahora el que se tensó fue Jungkook.

Todo se estaba poniendo interesante y peligroso a la vez, los traficantes de armas y mi padre estaban asociados.

—La chica ha muerto por vuestra culpa, tirar a matar así sin mirar de quién se trataba no ha sido muy inteligente para los profesionales de los que presumes que tienes —esas palabras me habían impactado.

Miré a Jungkook rápidamente y sus ojos no me gustaron, me miraban con expresión triste, acariciaba mi cintura despacio y respiraba algo más agitado.

Mi padre hablaba de una chica, quería preguntarle, quería exigir en éste momento que me dijese que no se trataba de Sunhee.

—¡Nadie me dijo que la tenían allí encerrada y que eran tan cobardes de ponerla como escudo! —el otro se oía cada vez más enfadado.

Yo estaba entrando en un estado de ansiedad y claustrofobia que me ahogaba y no me dejaba respirar. El armario se hacía cada vez más y más pequeño y Jungkook acariciaba cada vez más mi cuerpo.

—Era la hermana de mi hija ¡Maldita sea!

En ese preciso momento mi cuerpo fue apresado en su totalidad.

Mis brazos, mis piernas, mis labios, mi cabeza. Todo mi cuerpo estaba inmóvil mientras que mi cerebro se estaba destruyendo totalmente de una forma despiadada.

Quería gritar y no podía, quería salir fuera y no podía, quería morir y no me dejaban. Empecé a sentir los espasmos del dolor y la rabia y sus besos paseaban mi cuello, me besaba para calmarme cómo si fuera posible que lo consiguiera de ese modo.

Quería a mi hermana de vuelta, se habría muerto sin saber que yo estaba viva ¿Porqué no me dejó verla? ¿Porqué no me dejó hablar con ella al menos por teléfono cuando se lo pedí tantas y tantas veces? ¿Ahora quería calmar mis ganas de morir con unos besos desesperados? ¡Y una mierda señor Jeon!

Dejé de escuchar lo que decían fuera porque hasta mis oídos los tenía tapados. En esta ocasión el lobo se estaba comiendo a la oveja, en este momento la pequeña Yangmi no era nada ante el imponente mafioso, todo el valor y toda la fuerza con la que yo siempre alardeaba tener, se había vuelto una auténtica insignificancia.

Al cabo de unos minutos me sacó fuera soltando mi cuerpo pero mi boca seguía tapada por su mano.

Me revolví molesta y me atrapó de nuevo entre sus brazos.

—Por favor Yangmi en éste momento no puedes perder tus nervios por muy doloroso que sea para tí —dijo jadeante—. Te amo, no dejaré que ésto se quede así, todos pagarán con sus malditas vidas, yo mismo los mataré.

Respiré agitada, quería que me soltara de una puta vez ¿Matar? ¿Y que me importaba a mí ya que mataran a otros? Yo quería a mi hermana, ya no vería más a Sunhee, no podía asimilar que fuera así, era tan cruel la realidad que creía que estaba viviendo en un sueño en el cual estábamos ella y yo felices de nuevo porque lo demás era todo mentira.

Mordí su mano con todas mis fuerzas y por un momento dejó mis labios libres. Me miró con tristeza y me besó desesperado, con rabia lo hacía y yo no quería de su contacto en éste momento, le daba golpes en el pecho con mis puños cerrados. Él solo me los atrapó y siguió con su comportamiento de autoridad sobre mí.

Por fin se alejó de mí, respiraba agitado sin soltar mis dos manos, lo miraba con rabia por tener mi cuerpo tanto tiempo quieto. Quería correr y desahogar la frustración que sentía.

—¡Suéltame de una vez! ¡Mi hermana está muerta, no la volveré a ver jamás Jungkook! ¡Déjame que grite, déjame que pueda desahogar todo lo que golpea mi cerebro joder!—dije llorando con rabia tirando de mis manos para que las soltara, estaba totalmente destrozada y él no lo comprendía.

—Ésto es lo que me tenía desesperado, no saber qué hacer para que no sintieras lo que estás sintiendo ahora —acariciaba mi mejilla y yo ya quería irme de su lado—. Tu padre es un ser despreciable Yangmi.

Lo miré ofendida, no es que no tuviera la razón de lo que decía sobre mi padre, porque la tenía ¿Pero y el? Si me hubiera dejado al menos hablar con ella, ahora mi dolor no sería tan intenso.

—¿Y tú? Debes sentirte culpable de que no la haya visto desde hace cinco años, no me dejaste la posibilidad de hablar siquiera con ella, el gran mafioso Jeon Jungkook hizo un buen trabajo, ¡Sois unos jodidos asesinos! ¡Todos lo sois! — le grité y me miró dolido.

—No puedes pagar conmigo todo lo que sientes en éste momento, no es justo Yangmi, la busqué todo éste tiempo, gasté mucho dinero por no verte sufrir —se quiso acercar y retrocedí.

—Te pagaré todo ese maldito dinero, cada mísero centavo te lo entregaré  —empezó a enfadarse.

—No digas idioteces, te ves patética si sigues por ahí —tensó su mandíbula— yo te quiero y te lo he demostrado de muchas maneras, así que el dinero me importa un auténtica mierda —estaba dolido y me di cuenta en este momento que mi dolor era mucho más grande que el amor que sentía yo también por él.

—Pues ya no basta con amor, al menos por mi parte. Ya no me basta señor Jeon —lo miré despiadamente, él cerró sus ojos y sus puños.

Fui hacia la salida dolida y devastada, abrí y salí al exterior. Se acabó el lobo y la oveja, se acabó el mafioso y la policía. Y lo que más destrozada me tenía...se acabó el amor eterno de las hermanas Park. Yangmi y Sunhee...


Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora