V

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Salimos del club de madrugada, estaba tan cansada que no tenía fuerzas para nada. Era todo tan agotador que no sé si aguantaría por mucho tiempo más en este trabajo.

Los clientes eran muy exigentes y tener tanto dinero los hacía unos maleducados con las mujeres. Hoy uno me tocó el culo y yo no pude hacer nada, ni ofenderme siquiera. Se reía de mí y yo me sentí realmente mal.

—Mi pequeña Yangmi, eres toda una mujer, estoy orgullosa de tí —me dijo mi hermana y yo me abracé a ella.

—Te quiero Sunhee —le dije apretando mis manos en su cintura.

Íbamos todas andando hacia el aparcamiento en busca del coche que lo conducía Jisoo.

—¿Chicas veis esos coches de ahí? —dijo Lisa bajito y parando su paso, todas hicimos lo mismo.

Eran de color negro y enormes, no sabía mucho de coches pero eran de alta gama. Había tres.

Yo me agarré a mi hermana asustada. No sabía de qué se trataba pero al verlas a ellas temerosas no me gustaba.

—Sunhee tengo miedo —le dije y ella escondió mi rostro en su pecho.

—No te preocupes que yo estoy aquí contigo.

No quería mirar pero me di cuenta que mi hermana andaba ya más deprisa y escuchaba los tacones de Jisoo y Lisa que sonaban más insistentes.

—¡Correr! —nos dijo Jisoo con un grito.

Mi hermana cogió mi mano y corríamos juntas mientras unos tipos vestidos de negro nos perseguían.

Nos metimos por unos callejones estrechos intentando despistarlos, escuchaba sus pasos muy cerca de nosotras.

—¡Solo la chica más pequeña! —dijo uno de los tipos.

Esa era yo, mi corazón latió más fuerte si eso podía ser porque ya lo hacía mucho por la carrera que llevábamos todas.

Nos metimos mi hermana y yo en un cobertizo que vimos a un lado, las otras dos siguieron por otro lado. Nos habíamos separado y eso me daba miedo.

El sitio estaba oscuro y la poca luz que entraba en el lugar era por una rendija de una ventana que estaba rota.

—Yangmi —decía mi hermana bajito, con la respiración afectada y casi sin aliento —no sé porqué te buscan a tí pero no debes salir de aquí por nada del mundo.

La miré con los ojos abiertos y con mi pecho agitado por la falta de aire y por el miedo que entrañaban sus palabras.

—No me dejarás sola, ¿verdad?...Por favor Sunhee no te vayas.

—Alguien los tiene que despistar —me dijo y me abrazó— eres una valiente, siempre lo has sido y ahora tienes que demostrarlo de nuevo.

Empecé a llorar, no quería que se fuera de mi lado. ¿Y si le hacían daño?

Nos veremos en la casa, cuando veas que no hay nadie en la calle sales fuera y corre con todas tus fuerzas, vuelve a nuestro hogar que allí nadie podrá hacerte daño.

Me dió un beso y salió corriendo dejándome sola y asustada.

—¡Allí va una! —gritó uno de los tipos desde fuera. Yo eché mi cuerpo al suelo y me senté, cogí mis piernas con los brazos y enterré mi rostro en mis rodillas.

Lloré ahogando le ruido de mis sollozos para que no me escuchasen. No sé el tiempo que estuve de ese modo pero me di cuenta que no se escuchaba ningún ruido fuera. No sabía si quedarme por más tiempo o salir para correr hacia la casa.

Me levanté y miré por la rendija por dónde entraba la luz, eché mi cuerpo hacia atrás asustada al ver a uno de ellos dando vueltas.

Sí, señor Jeon estamos aún buscando —decía por teléfono— no se preocupe que pronto la encontraré.

Respiré agitada y me pegué de nuevo a la pared.

¿Señor Jeon? ¿Quién era ese hombre? Si yo no hacía nada malo a nadie para que quisieran hacerme daño.

Algo cayó de pronto a mi lado, era un gato que se puso a mis pies y se abalanzó hacia mí. Grité y caí al suelo.

—¿Creías que ibas a escapar de nosotros? —entraron por la puerta dando una gran patada y me dieron una bofetada y reventaron mi labio— ¡Eres una maldita zorra! —me gritó.

Tenía tanto miedo.

Puso un pañuelo negro en mi boca y caí en un sueño profundo.

JUNGKOOK

—Allí la traen —dijo Kendall mientras esperábamos en uno de los coches.

Quise venir yo mismo porque tardaban tanto en encontrar a una insignificante chica, que no pude estarme quieto. Qué ineptos eran a veces, me desesperaban.

Abrí la puerta del coche y salí fuera. La traían en brazos sedada por el cloroformo.

—Aquí la tiene señor Jeon —me la mostró y se la quité de los brazos. La cogí en los míos. Su pequeño cuerpo no pesaba nada, la miré y me puse serio de pronto.

—¿Quién le ha pegado?

Todos echaron su mirada al suelo.

—¡Kendall abre la puerta de atrás! —dije enfadado, mi amigo la abrió y yo la tendí en el asiento trasero.

Me fui en busca de mis hombres y saqué mi arma que guardaba a mi costado, la puse hacia arriba para que la vieran, sus caras cogieron un color ceniciento.

—¡¿Quién la ha tocado?¡ He dicho —dije mirándolos de forma despiadada.

El que la traía antes puso un paso el frente.

—He sido yo señor —dijo cabizbajo, me acerqué a él y puse la pistola en su sien.

—¿Te gusta pegar a las niñas pequeñas? ¿Quién te dijo que lo hicieras? ¡Dije que no la tocara nadie! Pégame a mí, venga ¡Pégame si te atreves! —le grité.

Le di con la culata de mi arma en la cabeza y calló al suelo.

—¡Coger a éste perro y que no vuelva a trabajar para mí, y decidle que la próxima vez lo mataré! —me volví hacia el coche— Kendall conduce tú.

Me senté en la parte de atrás con la chica a mi lado. Eché su cabeza en mi pecho y la observé por un momento.

Sus líneas eran finas como las de Jimin y sus labios eran muy parecidos.

—Tenemos que profundizar la investigación, quiero saber si es de verdad su hermana o solo son parientes.

—Ok, mañana lo haré sin falta.

Llegamos a la mansión y la llevé en mis brazos hasta la habitación que le habíamos preparado.

La eché despacio y la tapé con la ropa de cama.

Me senté y la observé, en verdad parecía una niña pequeña...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora