XXXIX

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JUNGKOOK

La sala era bastante grande, la luz era tenue y el señor Yang estaba sentado a un lado de ésta en uno de los grandes sillones de piel negra, tenía un vaso de whisky en la mano, bebía mientras observaba como yo entraba.

Uno de sus hombres le anunció mi llegada, él me miró con aire de superioridad y esbozó una pequeña sonrisa. Se me revolvieron las tripas al instante.

—Pasa Jeon, no te quedes ahí, siéntate hombre —estaba tan tranquilo que me hizo arder de furia.

—No vengo a ninguna reunión de negocios para hacer tal cosa, así que de pie estoy bien —le solté seco.

—Siempre tan altanero, no sé lo que mi hija vio en tí —apreté mis puños y me ordené no matarlo.

—¿Dónde la tiene? ¿Qué es lo que quiere por dejarla libre? —empezó a reír como hiena inmunda cuando escuchó mis palabras.

—Nunca creí que volvería a verte vivo, tienes muchas vidas por lo que veo, pero llegará el día que no saldrás indemne de la furia de los que te odian y ese día montaré una gran fiesta para celebrarlo —levantó su vaso de whisky.

—Pues ahora me tiene delante. ¿Por qué no lo hace usted mismo? ¿O es que no se ve capaz? —lo reté con la mirada—. Sus hombres me han despojado de mi arma así que estoy en desventaja, aproveche señor Yang que yo no dudaré cuando tenga la oportunidad de matarlo a usted.

Frunció el ceño.

—Me han amenazado tus asquerosos socios de la mafia —estaba perdiendo un poco la compostura se veía desesperado— son conocidos de gente importante de las finanzas, me quedaría sin nada si hiciera algo así.

—No sabía que era un cobarde —le dije— bueno lo retiro, sí que es un maldito cobarde al tener encerrada a una mujer para vengarse de mí.

—Ojo por ojo, diente por diente Jeon, tú cogiste algo que era muy preciado para mí y yo cogí algo que te da miedo perder —se veía un desalmado total.

—¿Me va a decir de una puta vez que es lo que quiere a cambio de ella? Me llamó usted diciendo que viniera para hablar de ello ¿Ahora a qué juega? —solté el aire con furia.

—No te pongas nervioso, solo quiero una cosa —se levantó y vino hacia mí—. Tráeme ese misil que todos queremos tener, alguien lo escondió y el padre de tu socio Park Jimin sabe donde demonios está, lo que no sabemos es donde está ese malnacido.

—Quiero verla antes, quiero ver cómo está. Si no la veo no hay trato —estaba calmando con dificultad mis ganas de estrangularlo en éste momento por tenerlo tan cerca de mí.

—Sabía que me lo pedirías, así que está todo preparado para que te lleven con ella.

Taparon mis ojos y me montaron en un coche, intentaba concentrarme en los ruidos que pudiera escuchar a mi alrededor. Los que provenían de fuera del vehículo.

Había sido entrenado por mi abuelo para ello.

Desde pequeño me dijo que era algo primordial, ya que si alguna vez me atrapaban y me hundían en la oscuridad, podría saber dónde me encontraba sin necesidad de ver el lugar con mis ojos.

Escuchaba el ruido de la ciudad al principio, después todo era viento y árboles, habíamos salido a las afueras.

Cuando pasaron unos diez minutos que conté segundo a segundo se escuchó el sonido de unos cencerros, todo apuntaba que había ganado que pastaba en un prado. No eran las montañas sino la parte baja del estado lo que teníamos a nuestro alrededor.

Entonces el ruido del agua apareció de repente para hacernos parar.

Estábamos en el bosque. Era un río y no el mar, lo supe por como corría el agua por el cauce. Los sonidos no tenían nada en común.

Salimos fuera del coche y me cogieron de los brazos y subimos una colina pronunciada, olía a eucaliptos y entonces me di cuenta que era el sur de Seul. Yangmi estaba en las cabañas de los cazadores furtivos.

Pararon el paso, abrieron una puerta y me lanzaron dentro, rodé por unas escaleras. ¡Malditos! La tenían metida en un cobertizo.

Me levanté rápidamente y quité la venda negra de mis ojos. Tuve que acostumbrarme a la oscuridad.

—Yangmi —la llamé mirando a mi alrededor, era tan doloroso todo y yo estaba tan despiadamente furioso que tenía que parar mi sentimiento malvado para que ella solo viera al Jungkook que se merecía tener a su lado en éste momento.

—Jungkook ¿Eres tú?

Había una pequeña cama al final del habitáculo y pude divisar con dificultad su pelo castaño revuelto, estaba tendida, salí corriendo hasta ella.

—Gracias, joder, gracias que estás viva —la incorporé y la abracé.

Escuché sus lloros, salían con tanto dolor que mi corazón lo estaba destruyendo.

—¿Qué te han hecho? Malnacidos los mataré —la abracé con fuerza y tuve que aflojar el agarre porque se quejaba por el dolor—. Lo siento es todo mi culpa cariño, con mi vida no pagaría el dolor que seguro sientes ahora mismo, te quiero...te quiero tanto —la separé y la besé.

Notaba sus labios hinchados y rotos, la habían golpeado. Mientras la besaba me juré que mataría al padre de Nina, lo haría pero no antes de torturarlo para verlo sufrir de forma despiadada.

Me separé y la imagen de ella iba apareciendo nítida ante mí. Mis ojos se estaban acostumbrando a la penumbra poco a poco.

Su rostro destrozado me hizo enloquecer, el dolor que sentía me hacía delirar.

Y con todos esos sentimientos  atormentandome hicieron que mis lágrimas brotaran sin control.

—Te amo, te amo, te amo mi niña tonta  —besé despacio cada una de sus heridas.

—Jungkook llevame contigo —dijo despacio y entrecortada, estaba derrotada. Mi cuerpo se volvió mi cárcel, quería salir fuera con ella, pero nos matarían a los dos, así que si quería salvarla tendría que salir solo dejándola de nuevo en su oscuridad ¿Como se lo decía? ¿Como se hacía eso? Decidme...

Sabía ya dónde estaba ubicada, en cuanto dejara atrás a los tipos que me trajeron hasta aquí, daría las órdenes pertinentes para liberarla y que viniera conmigo. Y cuando eso pasara no se movería de mi lado nunca más. Era mi juramento más sagrado. Yangmi no saldría jamás de mi radio de visión.

Me metí con ella en la cama, olía tan mal, desprendía un olor tan horrible que quería salir y aniquilar a todo el que me encontrase ahí fuera. La tenían tan despiadamente abandonada que no podía soportar que estuviera sufriendo de esta forma.

—Ya estoy aquí mi pequeña, pronto estarás viviendo la mejor vida que nunca pudiste imaginar, pronto te convertirás en la señora Jeon y todos bajarán su cabeza a tu paso, lo juro cariño, tendrán miedo de tí porque seré tan despiadado que no volverán a hacerte daño jamás...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora