XXXIII: Lúgubre campana

1.6K 218 261
                                    

Las campanas de boda sonaban en Londres.

Todo el pueblo corría de un lado a otro, llevaban flores, obsequios y vestidos.

Además se podía escuchar como el coro de iglesia daba su último ensayo antes de la ceremonia, todo era hermoso pero no se sentía bien.

Aunque para Louis la peor parte fue cuando Harry nunca se arrepintió, ahí fue cuando pudo ver lo serio que este le había hablado.

Pasó el último día antes de su boda esperando que entrara por la puerta de su casa y le dijera que se había equivocado, sin embargo, eso nunca pasó.

Lloró un día y dos noches más a su espera, había creído que estaba soñando, que todo esto no había pasado, que su mente le había jugado una mala pasada porque Harry simplemente no podía ser tan cruel, no era lógico.

Siempre había sido amable con él, aún cuando Louis no había demostrado sus sentimientos hacia él, Harry nunca lo había maltratado o sido grosero, sin embargo, la noche de hace dos días fue tan frío, tan distante, era como ver otra persona.

Sin embargo, ya era muy tarde para gastar su tiempo pensando en qué le había sucedido a Harry, hoy era su boda y Louis no sentía nada al respecto.

Se miraba en el espejo mientras terminaban de ajustar el corset que llevaba su traje debajo de la camisa.

Louis estaba serio, era como si hubiera perdido la ilusión y la fascinación por las cosas, era como un bloqueo, hoy se casaría y no sentía nada, ni desesperación, ni miedo, ni nervios, ni amor, era estar apagado.

Jadeo cuando la doncella terminó de ajustar su traje y liberó.

El traje era hermoso, digno de una ceremonia real, usaba millones de joyas y había quitado su vello fácil para después perfumarlo y peinarlo.

Vio a Phoebe correr por los pasillos apurada mientras terminaba de ayudar con todo lo de la boda, arrastrando su vestido por todas partes mientras sonreía.

Lo haría por ella, por darle la vida que merecía y lo haría por su pobre madre también, quien había luchado porque esa unión se realizara.

Lo haría por ellos, era su deber como primogénito y duque, no importaban sus sentimientos en este momento, sabía que tenía una misión que cumplir cuando Phoebe le daba sus mejores deseos.

No había vuelta atrás.

Abotonó sus mangas y tomó asiento junto a su madre en la habitación del palacio designada para su preparación.

Sabía que Harry debía estar por alguna parte en ese palacio, preparándose también y le latía un poco el corazón el saber que hoy se convertiría en su esposo aunque no de la manera que él siempre lo soñó.

Su mamá le tomó la mano cuando Louis estuvo junto a ella —¿Has visto tu habitación y la del príncipe ya?

Negó.

Nunca quiso decirle ni a su madre, ni a Phoebe lo que le había pasado hace menos de dos días, porque sabía que las preocuparía sobre algo que ninguna podría cambiar, los sentimientos de Harry.

—Ven a verla, es preciosa— le llamó su madre poniéndose de pie.

—Mamá, yo no creo que... — lo detuvo.

—No seas terco, ven a verla— llamó.

Con un suspiro, se puso de pie y la siguió.

Sintió nervios cuando ella abrió una habitación en el pasillo.

Era preciosa, no cabía duda, una cama enorme con un toldo por encima que caía por los lados, una mesa llena de alimentos al lado con licores y un enorme armario cercano a un baño privado.

Sonata de invierno (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora