I: La palabra de un hombre

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Al comienzo, su amor no fue épico, porque no se puede ser épico con alguien que tiene sentimientos ordinarios, sin embargo, como todo buen amor, se comenzó de la nada hasta trabajar para conseguir un todo

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Al comienzo, su amor no fue épico, porque no se puede ser épico con alguien que tiene sentimientos ordinarios, sin embargo, como todo buen amor, se comenzó de la nada hasta trabajar para conseguir un todo.

Porque algunos amores son para siempre pero el de ellos será legendario.

Londres, Inglaterra, 1845

Louis tenía once años cuando lo comprometieron con el príncipe de Inglaterra, Harry Edward I. Recuerda ese día estar completamente sorprendido, aunque era tan solo un niño, en aquel entonces él ya conocía a la perfección los títulos nobiliarios y la jerarquía, por ello sabía perfectamente que lo que significaba ser el futuro esposo de Harry y se preparó para ello toda su vida.

Como futuro duque y consorte del príncipe mantuvo sus estudios, lecciones, gracia y conocimiento presente en su día a día. Habían mañana más difíciles que otras, porque mientras era un niño no le molestó aquello pero no fue así en su adolescencia. A la edad de catorce años llegó a odiar verdaderamente cargar con el título del "futuro consorte real", aquello era como un plaguicida para los chicos y chicas de su edad y generación ya que nadie se iba a atrever a coquetear y ensuciar la pareja del príncipe.

Él se volvió un inalcanzable.

Con el paso de los años, él comenzó a comprender y aceptar su lugar. Le ayudó un poco el ver que a comparación de sus amigos y compañeros del pasado al menos él no estaba casado con alguien desagradable como su amiga, Lady Beatriz, quien se casó a la edad de dieciocho años con el dueño de un viñero que tenía cuarenta y siete años y era obeso y desagradable, al menos él estaba comprometido con un príncipe atractivo tan sólo dos años mayor que él.

Aunque él aún no había tenido interacción alguna con el príncipe, era bien sabido que era un joven agradable, atractivo y responsable, quien siempre cumplía con su deber.

Así que Louis comprendió que si él creía que estaba mal, podría estar aún peor, así que a los diecisiete lo aceptó y agradeció.

Y comenzó con su entrenamiento, debía dividir su tiempo entre ser un duque cuando su padre murió y asistir a las lecciones y actividades programadas en el palacio real, invitado por la reina.

Conoció al príncipe ese mismo año, durante la celebración de cumpleaños del príncipe Keanne. Era una celebración enorme y había demasiada realeza por allá. Estaban los reyes de España, Noruega, Mónaco, Jordania, Arabia Saudita, Camboya y demás. 

El príncipe Harry estaba al lado de la reina y el príncipe recibiendo los invitados en el salón. Louis debe decir que su primera impresión de Harry fue realmente sorpresiva para si mismo, no podía quitar sus ojos de él. Harry deslumbraba elegancia y seguridad, Louis nunca en su vida había visto tal aura.

La madre de Louis les presentó y Harry no tuvo una reacción distinta a la que Louis había esperado, movió su cabeza en reverencia y agradeció por su asistencia, no cruzaron más palabra hasta dos inviernos después, porque a pesar de que se seguían viendo y saludando, nunca llegaron a tener una relación muy intima o a simplemente hablar entre ellos de temas banales, no hasta hoy en que la reina le invitó a cenar al palacio.

Sonata de invierno (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora