XIV: Agridulce

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Recuerda cuando era un adolescente y su padre, el pasado duque, aún vivía. Él le había regalado su caballo, un pequeño potro de color café con una mancha blanca en su pata derecha.

Solía decirle que se lo había regalo porque se parecía a él, ambos castaños, pequeños y con algo característico, en el corcel su mancha y en Louis sus ojos, ambos tranquilos.

Lo nombró Doppel, habían vivido juntos menos de una década pero era el único recuerdo que le dejó su padre además de su amor.

Jugaba con Doppel y Risha, el caballo de su amigo Aris, el hijo del sargento mayor del ejercito, un joven carismático y dulce.

Irá a andar a caballo con Luckyan por el pueblo y alrededores, cree que es un buen momento para que Doppel se estire y así él mismo puede respirar un poco de aire.

. . .

Vamos Luckyan, ¿por qué eres tan lento?

Cansado, el marqués voltea a verlo —¿Es culpa mía acaso que mi caballo sea tan lento? Ya entiendo porqué Keanne me lo regaló— Responde moviendo las riendas intentando hacer al caballo caminar.

Louis frunce el ceño —¿Te le dio Keanne?

Luckyan asiente —Sí, cuando eramos niños me lo obsequió en mi cumpleaños, ahora creo que era más un castigo, ese tipo realmente me detesta— Bufa.

Tanto Louis, como Luckyan llevan ropa de equitación, aunque no van a competir o algo por el estilo, Louis prefirió que fueran así, cómodos y elegantes.

Louis usa unos pantalones blancos y una chaqueta negra, al contrario de Luckyan que va con una chaqueta de color café, ambos con botas de montar negras y chasco en sus cabezas.

Despeinados y sudorosos.

—Ya duele el trasero de estar en esta silla— Se queja Luckyan sin poder mover su caballo.

Louis le lleva varia distancia pero no se puede comparar, el caballo de Louis está sano y bonito, al comparado con el de él que parece que va a dar a luz aún siendo un macho.

—¡Louis, espérame!— Grita.

Sonriendo, Louis voltea a verlo, antes de dar la vuelta con su caballo y alcanzar a Luckyan.

—Anda, vamos— pide Luckyan a su caballo.

Sin entusiasmo, el caballo se pone de pie y luego Louis pone frente a él con una fruta, la cual él plácidamente acepta.

—¡Es eso!— Alienta —Vamos muchacho.

El caballo felizmente se levanta y así puede continuar con el recorrido.

—Luckyan— menciona Louis —¿Ya sabes la fecha de tu boda con el príncipe heredero?

Niega, terminando de acomodar su casco —No, aún no, la reina en este momento está enfocada en la boda de ustedes, supongo que la mía será el próximo año.

Asiente —Supongo que sí porque la tuya lleva más trabajo— Afirma Louis —Sería la boda del futuro rey.

Voltea sus ojos —Por desgracia.

Sonata de invierno (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora