XXII: Despedidas y saludos confusos

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En la mañana, Louis terminó de subir las maletas junto con los guardias. Al fin iba de regreso a su casa, extrañaba tanto a Harry, moría por verlo, estaba emocionado.

Christian estaba hablando con su hermana cuando algunas veces desviaba su mirada a él y Louis la esquivaba.

Deseaba irse de ahí también porque se sentía un poco incómodo.

—Todo listo, duque— mencionó un guardia.

Louis asintió y agradeció.

Se acercó a su hermana.

—Bueno, todo está listo, debemos irnos.

La chica asintió —Déjame despedirme de Christian.

Louis colocó su mirada en él y el joven le sonrió dulce, tímido Louis le devolvió la sonrisa.

—Claro.

—Oh Christian debes venir a visitarnos pronto— decía la chica —Te estaré esperando, me has agradado mucho— decía con ilusión —Mi madre, la duquesa, estará encantada de conocerte.

El chico pelinegro asintió con una sonrisa —Será un honor para mi conocerla y no dude que iré a visitarles pronto.

Ella sonrió contenta, luego Christian se acercó a Louis.

—Que tengas un buen viaje, duque, créame que fue un honor conocerle— sonrió.

—El placer fue mío, joven Carson— respondió con cordialidad.

El chico negó —No me llame por mi apellido como a mi padre, duque, dígame Chris por favor.

Una sonrisa tímida apareció en su rostro —Si claro.

—Su hermana me ha invitado a Londres a visitarles— mencionó.

—Puede visitarnos cuando desee, créame que estaremos encantados de verle por allá, lo estaremos esperando.

Christian bajó su mirada tímido —Entonces no podré fallar a mi palabra si sé que usted me está esperando.

Louis se sonrojó —Mi hermana también lo estará— trato de esquivar.

Acercó su mano colocando un mechón de Louis detrás de su oreja —Pero yo esperaré verlo a usted con más ansias.

Él tragó —Christian...— trató de frenarlo.

El joven negó, colocando un dedo sobre los labios de Louis —No diga nada duque, dígamelo la próxima vez que nos veamos, ya usted debe irse— besó la mano de Louis —Que tenga un buen viaje— después de eso, con una sonrisa grande y feliz, se despidió y se fue.

Louis no supo bien qué significaba aquello, lo hizo sentir nervioso todo el resto del viaje, hasta que estaba cerca a Londres y ponía oler la brisa a Harry, la ciudad de Harry, la ciudad de su amor.

Necesitaba verlo, estaba tan emocionado, ansiaba abrazarlo y verlo sonreír con sus hoyuelos en las mejillas.

Dejó a Phoebe en la casa de ambos con las maletas y pidió que le llevarán directo al castillo.

Salió del carruaje tan rápido como pudo, corriendo escaleras arriba, con el corazón agitado y una sonrisa grande en los labios.

—Joven duque— dijo un guardia al verle pasar —¿Busca a alguien?

Asintió —A Harry, ¿Está en el palacio?

—Si claro, Su Majestad está en el despacho como siempre, a mano izquierda— señaló.

Sonata de invierno (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora