1. El principio del fin

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Jade

Cojo el transportín de Silver del maletero del taxi junto a mis maletas mientras Nic coge las suyas. 

Mi mirada se posa ante el gran muro que tenemos delante, la única puerta que hay es una verja negra que tiene pinta de ser muy antigua. 

El cielo está nublado y hay una corriente de viento frío que me está congelando. Silver se revuelve en su transportín inquieto, quiere estirar las patas. 

-Lista hermanita? 

-No. -respondo mirándolo a esos ojos verdes tan distintos de los míos. Estoy acojonada de narices, resulta que tener que abandonar la ciudad dónde te criaste, dejar a todos tus amigos atrás (que tampoco eran tantos) y mudarse al medio de la nada, a un castillo que parece sacado de Harry Potter no es para nada de mi gusto. 

-Así me gusta, que seas sincera. -la verja se abre de par en par haciendo un ruido que me sobresalta, definitivamente tiene más años que la abuela. -Vamos. -cruzamos juntos el muro, y juro por lo que más quiero que una sensación me atraviesa y se queda escondida dentro de mí. 

No es algo bueno, es todo lo contrario, algo que me dice "sal corriendo de aquí, no es tu sitio, tienes que largarte". 

Hay un largo camino que lleva a la puerta de madera maciza de la entrada. El castillo es enorme, está hecho de piedra, con miles de torres, salientes, ventanas y muchas más cosas que no alcanzo a distinguir porque hay una neblina extraña y densa está comenzando a bajar. 

-Jade, no te quedes atrás. -dice Nic varios metros delante de mí. Arrastro mi maleta y a mí misma hasta la entrada del castillo. 

Me abre la puerta y, en cuanto miro dentro lo único que hay es gente, mucha gente, gente yendo de aquí para allá con libros, mochilas, libretas. 

Por suerte están todos a lo suyo y no nos miran. 

-Tranquila, venga pasa, no querrás quedarte aquí al frío no? -dice Nic con una sonrisa tranquilizadora, pero detecto algo en sus ojos que no me gusta nada. 

Decido que es mejor ignorarlo y entro de una vez por todas. 

En cuanto la puerta se cierra y empiezo a mirar por todas partes me asusto más, hay estatuas terroríficas, cuadros que dan mucho miedo y, para qué mentir? Toda la estancia da miedo, el ambiente me asfixia. 

Antes de poder decir que quiero irme una voz suena en mitad de las escaleras que se conectan al pasillo que tenemos delante. 

-Primo! -un chico de pelo alborotado, piel blanca y ojos verdes bajo los escalones de dos en dos hasta darle un abrazo a Nic y chocar los puños. Ahora la gente sí que nos mira, y eso no me gusta. -Cuánto tiempo tío! Hacía años que no nos veíamos. 

-Estás muy cambiado, qué tal el tío Olliver? 

-Bien, con ganas de veros. -el chico desconocido me mira con una sonrisa y se acerca, ahora me doy cuenta que es de la altura de Nic, y me saca una cabeza. -Jade, qué grande estás! -me da un abrazo con fuerza, por qué me habla como si me conociera de toda la vida? Quién es este señor? -No te acuerdas de mí? Soy tu primo Isaac. -me mira manteniendo sus manos en mis hombros. 

-Yo... -niego sin saber quién es. 

Dios, me estoy agobiando demasiado. 

-No pasa nada, la última vez que nos vimos tú tenías unos tres meses, a lo mejor por eso no me recuerdas. -sonríe mostrando la pequeña separación entre sus dientes delanteros. -Y quién es este? -se agacha para ver por la puerta del transportín. 

-Silver. 

-Hola Silver bonit.... Ah! -al meter el dedo entre la rejilla de la puerta Silver le araña y le bufa. -Prima controla a esa bestia por Dios, casi me arranca el dedo. 

-Es así con todos menos con Jade, incluso me bufa a mí! -dice Nic riendo. 

-Venid conmigo, podéis dejar las cosas ahí, enseguida las llevarán a vuestro cuarto. -no quiero dejar a Silver solo, pero tampoco quiero que me tachen de loca por ir con un gato en brazos. 

Muy a mi pesar lo dejo en el suelo al lado de mi maleta. -Seguidme. -Isaac nos guía escaleras arriba, recorremos pasillos, salas comunes y muchas puertas hasta llegar a una pequeña sala común vacía en la que se conectan dos pasillos. 

-Jade, puedes esperar aquí? Iré con Isaac a hablar con el tío. 

-Vale. -los dos se van y yo me quedo sola con mis pensamientos. 

Antes de dejar que mi mente traiga buenos recuerdos a flote me acerco a una de las ventanas para ver en qué piso estamos, hemos subido tantas escaleras que perdí la cuenta. 

Lo único que se ve es esa espesa neblina de antes, nada más. 

Me veo en el reflejo de la ventana, y me fijo en mis ojeras, provocadas por llorar tantas noches seguidas. 

He llorado por tantas cosas que solo de pensarlo me hace querer llorar otra vez. 

Vuelvo a fijarme en el paisaje, pero me topo con un brillo rojo y un rostro reflejado. 

Me doy la vuelta pero no hay nadie detrás de mí. Juraría que había algo... Algo horroroso. 

Esto es por culpa de no dormir lo suficiente, tengo que empezar a descansar. 

-Jade! -miro a Nic, que está a mi lado intentando llamar mi atención. -Estás bien? Estabas como ida. 

-Sí, sí, perdón... 

Solo espero no estar volviéndome loca. 

JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora